Félix murió el pasado 7 de octubre recién estrenado un otoño tristón, pero nos ha dejado sus libros, su escritura y su imagen perenne en los programas culturales de La Mandrágora, ¿planta venenosa o medicinal? Seguro que él ahora lo sabrá desde donde esté. ¡Cómo se echan de menos los programas culturales que han ido desapareciendo de las parrillas de televisión! Probablemente achicharradas. Y ¡cómo se le echa de menos a él!
Muchos amigos se acaban de dar cita en la librería para recordarle, para ver sus últimas imágenes, para escuchar alguno de sus últimos textos, para escuchar la música que a él le gustaba escuchar, Franco Battiato como banda sonora de su vida, y para el que quiera disfrutar que lea su último libro Noche de los enamorados su obra póstuma, su obra más breve, más intensa, más original, más áspera, más… hay muchos y muchas más, pero sobre todo su obra es transversal, políticamente incorrecta y “jodidamente” fascista de la literatura.
Yo quiero verte danzar del italiano Battiato sonaba para poner fin a un vídeo que recogía la salida de la cárcel, después de cumplir condena por insumiso, evidentemente mal condenado. La sentencia estaba mal redactada, como casi todas las sentencias y de eso se quejaba a menudo. No saben escribir sentencias, probablemente porque apenas leen y mucho menos sus obras, sus libros “cojoneros”, sus libros que son como misiles que dan en la línea de flotación de la buena vida.
El libro se debió presentar el 14 de febrero, pero no sé por qué motivo no se presentó. Da igual, Félix seguro que no tenía prisa y, además, seguro que no iría a la presentación de un libro que hubiese escrito él mismo. La muerte le llegó joven, el corazón se le paró porque no le cabía en el pecho, “la muerte es sólo un paso más en su carrera”, como recordó el escritor y cineasta David Trueba, que fue uno de los amigos que presentaron el acto.
Hubo muchos amigos en la fiesta, además de los presentadores Martin Casariego, Aloma Rodríguez y David Trueba; el editor Miguel Aguilar, que tomó la palabra en primer lugar, estuvieron también escritores como Marcos Torrente Giralt o Ignacio Martínez de Pisón, músicos como Juan Aguirre, la mitad de Amaral, cineastas como Fernando Trueba, familiares, compañeros de la televisión y de juergas, de la editorial y de juergas, de juergas y de juergas y de Aragón, porque los de Aragón son totalmente diferentes al resto del mundo y, encima, son del Zaragoza, aunque esta temporada no pueden sacar pecho.
“La vida es para los valientes”, solía decir Félix y él quería ser valiente y un poco mariposa, “aunque con este cuerpo…” como solía decir. Era difícil, extremadamente difícil, porque él era “gordo, muy gordo, extremadamente gordo, la carroza fúnebre, le denominaba algún enemigo fascista, que no voy a decir su nombre”, recordaba David Trueba en su necrológica cómica de su amigo.
El escritor cordobés Martin Casariego recordó a Félix Romeo en su literatura, en sus cuatro libros publicados, que son “literatura muy demoledora”, dijo. En Dibujos animados los personajes son desarraigados, periféricos y excéntricos. En Discothèque son lumpen, una auténtica novela negra, “un libro brutal como un puñetazo en el estómago bien dado”. En Amarillo trata el suicidio de un amigo de forma perturbadora. En Noche de los enamorados trata de un asesino que mató a su mujer y con el que coincidió en la cárcel. Un catarro fascista le impidió, al autor de El chico que imitaba a Roberto Carlos disertar sobre él a sus anchas pero todo lo que dijo fue con sentido y emoción.
Aloma Rodríguez, estaba triste y alegre al mismo tiempo, pero más alegre porque “la alegría es nuestra venganza” por la ausencia del escritor. Recordó que para Félix “la literatura es una fiesta”, la vida era una fiesta. Siempre contando chistes, siempre viviendo el aquí y ahora, siempre defendiendo el placer y la alegría, siempre recordando que “debemos ser lo más felices que podamos”. Él era una persona feliz y lo contagiaba. Sin embargo, sus libros buscaban remover, pinchar, alterar. Sus artículos también y Aloma leyó, a petición de los editores, uno de ellos que escribió para la revista Minerva, ¿Por qué escribo?, se preguntaba y se respondía “porque soy diferente y más que diferente, me siento extraño”.
Como extraña es su escritura, como extraño es su último libro, que trata sobre lo mal que se condena. Es un lamento de la vida. “Su literatura se fue despojando de todo lo superfluo, ya no cabía ni una palabra de más”, dijo el cineasta y amigo David Trueba y contó muchas anécdotas sobre Félix, pero sobre todo recordó que vivía todos los días como si fuesen el día de los enamorados porque él estaba enamorado, y enamorado de la vida, por eso incitaba a abandonar la tristeza, a disfrutar. Trueba recordó muchas cosas, pero el mejor recuerdo que le queda es el de Félix en calzoncillos, cosa que siempre le fascinó, incluso cuando retaba a luchar a los amigos a combates de sumo.
Noche de los enamorados es una obra breve, de frases cortas, de muchas frases de una sola palabra, de descripciones minuciosas, que más que relatar enumera lo que se encuentra y va investigando. Abandona todo lo superfluo, va directamente al grano, como si supiese que le quedaba poco de vida y no quisiera hacer perder tiempo al lector con divagaciones. Es un libro original, moderno y fundamental. Se lee tan rápidamente como se da un beso y si lo lee en el metro habrá que tener cuidado en no pasarse de estación. Acompaña al libro una selección de textos de muchos amigos, entre ellos los tres presentadores y muchos más. Todos se han puesto de acuerdo para gritar ¡Viva Félix Romeo!, justo como el título del mismo.
Actualidad literaria
Puede comprar este interesantísimo libro en: