En el año 22011, un grupo de inmortales halla un manuscrito que podría acabar con la imagen que tienen de sus antepasados. En el manuscrito, tildado de incendiario por el dirigente de la Galaxia Shakespeare que ordena destruirlo, se narran las andanzas de un puñado de inmortales del siglo XXI rendidos a estrambóticos placeres. Entre ellos se encuentra Saavedra, el escritor, trasunto de Don Miguel de Cervantes, que viaja a Tenerife para acabar con un Árbol Dios, en una misión similar a las que Don Quijote emprendía contra los molinos que creía gigantes.
En un lisérgico e hilarante viaje a través de un Presente Extendido, de la mano de muertos tan célebres como Virgilio, Federico García Lorca, Juan Pablo II, Dante Alghieri, Pablo Picasso o Vincent Van Gogh, de la de personajes místicos como el Arcángel San Gabriel, y de la del último comunista, Corman Martínez y la del escritor, Manuel Vilas y sus descendientes, entre los que destaca Mariana, su nieta, que ganará el Planeta con tan sólo catorce años, el autor construye, con su particular sentido del humor, una trepidante novela de caballerías invertida, en la que Comedia y Tragedia se enfrentan en una batalla profundamente literaria.
“Si estas páginas fueran divulgadas, la fealdad y la comedia regresarían a la vida. Nosotros, los heroicos emperadores de la inmortalidad, nosotros, energía en expansión, sólidas columnas del Cosmos, tenemos la misión de amputar esta sórdida obra de nuestra memoria arqueológica [...] De estas nauseabundas páginas se desprende la idea de que antes de nosotros hubo inmortales, aunque eso sería lo de menos. El horror y el terror de estas páginas estriba en que alguien pensó que la inmortalidad era cómica y grotesca y digna de parodia e incluso indeseable”. Así arranca la última novela de Manuel Vilas, Los inmortales. El que habla, a sus súbditos, los futuros inmortales que ni siquiera pueden imaginar la época en la que sus antepasados tenían vidas minúsculas, vidas que no se expandían en el tiempo como las suyas, es Aristo Willas, Jefe Supremo de Arqueología Terrestre y de Inteligencia Histórica de los Servicios Especiales de la Galaxia Shakespeare. El año en que lo dice es el 22011. Y las páginas a las que se refiere son las que arrancan con Saavedra, el escritor, en el aeropuerto de Zaragoza, esperando a su fiel escudero, Jerry, el tipo que debe escribir sus memorias, las memorias nada menos que de Don Miguel de Cervantes, en un diminuto ordenador. “Utilicé de forma paródica el viejo recurso del manuscrito encontrado”, dice Vilas, que se sirve de ese viejo recurso para enfrentar a la Galaxia Shakespeare con la Galaxia Cervantes. “En el 22011 la inmortalidad es un bien espiritual del que gozan todos los seres humanos. En el siglo XXI era una aspiración cómica. Ese contraste entre comedia y tragedia sirve de arranque para la novela”, revela el escritor en la entrevista incluida en este dossier, que ha dado a cada uno de sus alucinados personajes una misión. “Todos piden justicia, pero no saben cómo lograrla”, dice Vilas.
Así, Corman Martínez, el último comunista, pasa la Nochebuena de 2013 viendo El día de la Bestia y Los Lunes al Sol simultáneamente, en dos televisiones, creyendo que su visionado le dará una idea de las dos Españas, la España de la reflexión y la del esperpento, mientras charla sobre ello con Manuel Vilas, el escritor, que aún no tiene ni idea de que en exactamente 27 años, es decir, en 2040, le invitarán a una lectura en la Luna y tendrá que ponerse un traje ridículo. Recordará Vilas ese día que una vez cenó con el rey Juan Carlos I y que durante esa cena conoció a una aspirante a poeta que le cantó The Man Comes Around de Johnny Cash. Por su parte, Juan Pablo II, a quien su fiel compañera, que no es otra que la Madre Teresa de Calcuta (Mother T), llama Ponti, se vuelve adicto a la visita a la sección de electrodomésticos de El Corte Inglés y al tacto de los neumáticos nuevos y acaba teniendo un Coche Fantástico (idéntico al Kit que conducía Michael Knight), mientras Virgilio y Federico García Lorca, que han escapado del Purgatorio, veranean en Cambrils y toman helados de leche merengada. “Pensé en las misiones de la caballería andante del siglo XV y he intentado buscar el equivalente de esas misiones en el siglo XXI. A Corman Martínez, por ejemplo, se le pide que visite todos los McDonald´s de la tierra. Es una prueba heroica. Otro personaje recibe el encargo de cortar cabezas de directivos de telefonía móvil. En ese sentido, hay crítica social posmoderna en la novela”, sentencia Vilas.
Entre el sarcástico elogio a la locura capitalista y el desfile de celebridades prodigiosamente humanas que forma ya parte de la voz narrativa (polifónica y mordaz) de su autor, Los inmortales es una comedia de enredo fragmentada en la que se miden lo trágico y lo grotesco para alumbrar una inmortalidad made in Vilas.
Manuel Vilas (Barbastro, 1962) es escritor y poeta. Ha publicado los poemarios: El Cielo (DVD Ediciones, 2000), Resurrección (Visor, 2005), Calor (Visor, 2008) y Amor (Visor, 2010), una recopilación de su poesía completa. Además, es autor del libro de relatos Zeta (DVD, 2002) y de las novelas Magia (DVD, 2004), España (DVD, 2008), que en breve será reeditada por Punto de Lectura, y Aire Nuestro (Alfaguara, 2009), que fue distinguida con el Premio Cálamo. Los inmortales es su última novela.
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