“Mi libro está lleno de una cierta intención política”, afirma este profesor, que cree que la situación a la que han conducido la educación y más concretamente, la educación que se da en la universidad española, se ha precipitado a una ruina moral y de valores. Quizá por decir esto le tachen de reaccionario y apocalíptico, pero él se defiende diciendo que “apocalíptico es revelar lo que está escondido”, lo que no se quiere revelar, lo que deliberadamente se esconde y añade, “claro que no soy reaccionario, yo me defino como un reactor, una persona que reacciona ante la ignorancia”.
Y Llovet ha escrito un libro para hacer reaccionar a las personas, para que reaccionen ante una educación que ya no es tal, una educación que sobre todo en su fase universitaria “está mercantilizada, donde se ha obviado el estudio de la humanidades”, afirma rotundo. Bolonia es la culpable, no la ciudad sino el plan. Reconoce que él siempre estuvo en contra del plan Bolonia, porque está convirtiendo a la universidad en una empresa más preocupada por preparar personas para trabajar en empresas, obviando el estudio de las humanidades: El estudio del proceso humano.
“Por eso todas las carreras de Humanidades están siendo obviadas, apartadas, quedando como estudios residuales; así, por ejemplo, carreras como Filosofía, Historia, Sociología, están siendo abandonadas porque son improductivas para las empresas. La mayor perjudicada es la Filología, que se está quedando como una escuela de idiomas”, refiere el estudioso profesor que, harto del acoso al que se está sometiendo a la universidad, optó por pre jubilarse hace tres años dejando atrás más de 40 años de fructífero trabajo.
¿Y esto lo puede soportar una sociedad? Es la gran pregunta, ¿puede nuestra sociedad soportar que las Humanidades se den de lado? Si no nos conocemos a nosotros mismos, si no nos estudiamos, nunca nos comprenderemos y nos encaminaremos hacia un precipicio mercantilista donde sólo el dinero será lo importante. Y a esto está abocada nuestra universidad.
“En un país normal, este libro provocaría un terremoto”, señala Xavier Antich en la solapa del libro. ¿Pero, vivimos en un país normal? ¿O estamos adormecidos? Probablemente no estamos en un país normal y sí estamos adormecidos. ¿Por qué los indignados no se revelan contra la educación que están recibiendo? Esta es otra de las muchas preguntas que nos hacemos. ¿Qué nos está ocurriendo cuando dejamos que nuestros mejores profesores abandonen las aulas hastiados y decepcionados?
“Las condiciones en la universidad no son las adecuadas para las personas que tienen la vocación de enseñar y aprender”, señala el autor del libro y abunda en el tema apuntando que “la situación en la universidad es penosa, sobre todo para el estudiante”. Y aclara que no todo es negativo, “yo siempre fui feliz con los estudiantes, los jóvenes están llenos de vida, llenos de ganar, de aprender y la enseñanza ha servido para civilizar y preparar a estos estudiantes, pero ahora lamentablemente se les está politizando”.
En otros países, los estudios técnicos se complementan con estudios de Humanidades, se les da a los estudiantes una visión más holística del mundo, no solo mercantilista. Jordi Llovet recuerda que en cierta ocasión se entrevistó con el ministro Ángel Gabilondo y vio que era una persona “correctísima y con buenos propósitos pero que el sistema y la burocratización de la enseñanza le impedía una profunda reforma de la enseñanza que Llovet señala a “los sindicatos y a la propia maquinaria burocrática” como culpables de esta situación.
Para él, los tiempos de la Transición española fueron los más fructíferos para la universidad, “entonces se enseñaba a convertirnos en profesores decentes, y nosotros enseñábamos, instalábamos conocimientos a los alumnos; ahora se ha acabado con esa transmisión del saber y los que lo padecerán son las siguientes generaciones”, explica el catedrático de Teoría de la Literatura y Literatura Comparada de la Facultad de Filología de la Universidad de Barcelona.
“El libro no es melancólico y tiene una preocupación moral y política muy envidiable”, explica sobre su obra. El libro es muy ciceroniano en su visión y cuenta la importancia que tiene la formación de auténticos sabios, de formar ciudadanos de primera categoría y de la importancia que tiene la aristocracia intelectual, ya que como dijo el sabio “las democracias se envilecen muy fácilmente”, de ahí la importancia de unas élites intelectuales que no se dejen manipular por los poderes políticos.
Presentó el libro el ensayista y escritor José Luis Pardo, quién calificó a Llovet como “un ejemplo de profesor universitario que se ha dedicado a los libros con mucha exigencia y probablemente no se habría escrito este libro si las circunstancias no le hubiesen obligado a abandonar las aulas” y añadió preguntándose “¿qué le ha pasado a la universidad española para expulsar a ciertos profesores de sus aulas?
Señaló que existe en la actualidad “un divorcio entre la sociedad y la conciencia, donde se ha perdido el respeto hacia los estudiantes, siendo más importante el poder económico que la enseñanza de las Humanidades”. El editor Joan Tarrida introdujo a Llovet calificándole como “un hombre de letras de gran experiencia literaria, traductor de escritores como Flaubert, Byron, Thomas Mann y Kafka, entre otros” y a su parecer los temas que trata en el libro son “las diversas causas han llevado a un estado de ruina económica y cultural a la universidad”.
Estamos pues ante un libro imprescindible para entender el estado de la enseñanza en un país más preocupado por la economía que por la educación. Un país que maltrata a sus intelectuales y que se desliza peligrosamente a una decadencia cultural y educativa estremecedora. Un país que tendría que despertar y dar una oportunidad a intelectuales que como Jordi Llovet saben lo que se necesita para salir de la ruina educativa en la que nos encontramos. Este es un libro que contiene las experiencias de alguien que se hartó y que no tiene miedo a decirlo y a meter el dedo en el ojo a quien haga falta.
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