Arranca con Gabriel, de treinta y tantos años, quien vive en Londres, está a punto de casarse y recibe una llamada diciendo que su hermana Cordelia ha desaparecido en Canarias en extrañas circunstancias. Gabriel va a Tenerife y se encuentra con la íntima amiga de su hermana, Elena, quien le va guiando en su búsqueda de lo que ha ocurrido. Las primeras evidencias señalan que es posible que haya muerto en un suicidio colectivo, ya que había sido captada por una secta.
La intriga nos acompaña a lo largo de toda esta novela y la propia narración va descubriendo a cada paso datos de Cordelia, que componen las piezas de un puzle que se mueven para engancharnos permanentemente, haciendo muy atractiva la lectura.
El contenido del silencio es, hasta ahora, la mejor novela de Lucía porque saca su mejor parte, en la que aborda el amor, los sentimientos, las relaciones de pareja sencillas pero complicadas, o el periodismo de investigación de las sectas que trabajan con impunidad en las Canarias. Por encima de todo es una gran novela de sentimiento.
Durante la redacción de sus novelas, Lucía utiliza el método de Stanislavski. Ella coge el rasgo definitorio de un personaje, busca un momento de la vida en que ella misma haya experimentado dicho sentimiento y se lo expresa de este modo en la novela. Lucía coge una historia e intenta buscar una historia similar en su vida, ya que las sensaciones humanas son muy pocas y muy básicas y bastante parecidas aunque las experimenten personas muy diferentes. Lo que se describe debe ser algo que se haya vivido para que el propio autor se lo crea de verdad, haciendo mucho más sencillo el que los lectores se lo crean, dando lugar a un personaje más real y creíble. Es similar al trabajo de un actor, saca la emoción de donde puede y la representa. La emoción de la que partimos es real aunque el resto de la historia no lo sea.
El tema de las sectas llegó a esta novela porque secta es un pacto de silencio y hay cosas que los protagonistas que no pueden revelar los unos a los otros y se quedó para orientar la novela de modo que consiguiera enganchar al lector, ya que todos nos hemos envuelto en alguna relación que nos recuerda, en su forma primigenia, a una secta. Para la documentación del tema sectario le fue más sencillo contactar con gente del Opus Dei que con el resto de sectas, le resultó más sencillo captar a algún exlegionario de Cristo o algún exnumerario debido a que los componentes de muchas sectas se han visto implicados en crímenes brutales y no querían contactar con una periodista de investigación. Así, se realiza un paralelismo entre la secta y la relación que el hermano de la protagonista ausente tiene, aunque se esfuerce en demostrar y autoconvencerse de que es maravillosa.
El título de esta novela ha sido elegido por sus seguidores de Facebook entre dos posibles. Ella colgaba trozos de su novela en la red y leía las opiniones de sus lectores, quienes no influyen en grandes cambios, pero sí en detalles poco importantes para la trama como en algún nombre de un personaje, la actuación de algún comparsa, las zonas de las ciudades en las que viven los personajes, quiénes realizan acciones nimias para el desarrollo de la novela… pero nunca en giros definitivos. La idea fue muy buena, pero el resultado ha sido aún mejor.
En cuanto a la inspiración a la hora de escribir, Lucía trabaja de ocho a cinco y prefiere que la inspiración le asalte en este horario o, por lo menos, en horas que le dedica a su familia o al sueño. Ella opina que la redacción de este libro ha sido posible gracias a su norma de trabajo: es una novela con mucho trabajo, con numerosa documentación… que hubiera sido imposible escribir con la inspiración como único aliado.
Volviendo a los personajes, la protagonista es un personaje que no aparece prácticamente en toda la novela. Ya van tres novelas en las que Lucía utiliza este método y tiene su razón para hacerlo, aunque no nos quiere desvelar el motivo último.
Los otros dos personajes principales establecen una relación de necesidad y después de sentimiento. Gabriel se va transformando a lo largo de toda la novela y ha sido un personaje bastante complicado. A ella le interesaba crear unos personajes que sirvieran como modelos literarios para los lectores, especialmente mujeres, porque la literatura clásica ha carecido de estos modelos a lo largo de su historia. Pero, en esta historia, el protagonista comenzó siendo un hombre pese a que Lucía tenía miedo de hacer un hombre porque dudó de sus capacidades para crear un personaje de estas características, ya que creyó que iba a meter la pata en algún sitio de la novela, por ejemplo, alguna de sus razones para actuar de un determinado modo a lo largo de la novela son razones de mujer.
Los personajes, al igual que los trucos narrativos, se aprenden, en opinión de Lucía, escribiendo. Por ejemplo, el nivel de autoanálisis del protagonista es uno que una persona de su edad nunca tendría, pero esa perspectiva que aporta la experiencia aporta a los personajes una mayor capacidad de autocrítica.
En definitiva, una novela trepidante, de lectura adictiva, que engancha de la primera a la última página.
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