Probablemente suscite tanta admiración como rechazo, pero lo que sí está claro es que tiene muchísimos seguidores y lectores a loa que les gusta lo que dice o escribe, como lo atestiguan las más de 160.000 personas que han comprado su penúltimo libro
Los días de gloria y todo por qué Mario Conde escribe lo que nadie se atreve a escribir, lo que nadie se atreve a contar, lo que muchos piensan y lo que otros tantos callan.
De aquí se sale, título demasiado optimista para la realidad que vivimos, es un libro que ha tardado en escribirlo tres meses, “pero son la reflexión de los últimos quince años de mi vida”, dice Conde en la presentación. Muchos años reflexionando y perfilando un mensaje que ya dejó atónita a la sociedad cuando pergeñó la idea de
El sistema, un sistema que actualmente hace agua por todos los lados y Conde señala con el dedo sin rubor las contradicciones que se viven actualmente.
“Nuestra sociedad no cree en la Justicia, no cree en la independencia del poder judicial, no cree en su clase política, no cree en los partidos,…”, afirma rotundo el escritor gallego. ¿En qué cree la sociedad? Probablemente en nada. Nos hemos vuelto incrédulos, estamos decepcionados, hastiados con un
sistema que no funciona y nadie hace nada para que cambie, salvo la nueva Fundación de la Sociedad Civil que Conde lidera.
“Un sistema que genera cinco millones de parados, que tiene un paro juvenil superior al 50% y que no ofrece soluciones coherentes en un tiempo razonable para solventar estos problemas. Es un mal
sistema”, y añade “puedo decir que el
sistema ha fracasado y hemos perdido nuestro modelo de convivencia”. El sistema no sólo ha fracasado, sino que el sistema es el problema y la solución habrá que buscarla de una manera imaginativa y valiente. Lo que propugna desde su fundación.
Pero mayor problema si cabe es para él, el tipo de hombre que ha creado nuestra sociedad. “Hay que tomar conciencia de que esto es así y pongo por ejemplo la justicia y no por haber tenido las condenas que he tenido, porque estoy aquí, metiéndome con el
sistema y para eso estoy aquí y que conste que no quiero venganza. Entre los asistentes están tres directores de prisión donde he estado y ahora, como antes, son mis amigos”, cuenta Mario Conde con verbo ágil, con un tono de ironía muy a la gallega, pero con sinceridad y sin rencor.
En la presentación, como en el libro, va desgranando su ideario, tanto político como social, pero también un ideario personal, un ideario de valores. Por eso, blande su látigo dialéctico cuando habla de la Justicia y propone que “tenemos que tener unas leyes que respondan a un orden de valores”, no podemos obviar que Europa es una civilización cristiana, nuestra cultura es una cultura cristiana, humanista, que ha llevado a nuestro continente al más alto grado de tolerancia y nivel de vida del mundo.
Sin embargo, para Conde “nuestra seguridad jurídica no sólo depende de las leyes sino de quienes las interpretan y las imparten. No es posible tener el actual sistema judicial”, señala. Nuestro sistema judicial requiere urgentemente una reforma en profundidad, una reforma que devuelva a la justicia la independencia perdida, una independencia ajena a intereses de partidos. “Un sistema que permite que, personas que no condenan la muerte de mil inocentes, estén sentados en la Administración del Estado no es de recibo. ¿Qué más pruebas necesitamos?”, afirma tenaz e indignado ante el reciente comunicado de ETA. Aún recuerda cuando lo escuchó en la tertulia de Intereconomía.
Pero, ¿quiénes son los responsables de la situación que vivimos? Para Mario Conde no cabe duda: los políticos y los banqueros, pero se pregunta “¿es injusto decir que los únicos responsables son los banqueros? ¿Es injusto decir que los únicos responsables son los políticos? Es absolutamente injusto. Los responsables somos nosotros. Cuando nadábamos en la abundancia no nos ocupábamos de buscar responsabilidades”. Los responsables son los ciudadanos, que han mirado hacia otro lado ante los desmanes de políticos y banqueros.
Y ha tenido que ser un ex banquero quien tenga que decirlo, una persona que sabe lo que dice, que explica con tono pedagógico conceptos como la “reserva fraccionaria”, que a los legos en la materia nos suena a chino, pero cuando lo explica lo entendemos claramente, el patrón oro es la base para la creación de riqueza y esa reserva financiera se ha multiplicado de tal manera que su corolario ha sido la inflación, se ha prestado más dinero del que se podía y se ha hecho de modo especulativo, no con la finalidad de crear riqueza, de prestar a empresarios, emprendedores los llaman ahora los cursis, para crear empleo.
Recuerda cómo en 1995 salían unos ancianos en televisión que decían “gracias al euro nuestra pensiones están garantizadas”, Conde se revuelve y manifiesta “pero ¿qué tiene que ver el euro con nuestras pensiones?”. Pero cómo se nos puede engañar con estas patochadas, ¿por qué no nos dicen la verdad? Y la verdad es que debemos 3 billones de euros. Una deuda que puede arrastrar ayuntamientos, comunidades y Estado por el precipicio de la quiebra.
Pero hay más, para el pensador gallego su máxima preocupación es “que se ha roto la solidaridad entre las regiones de España, además hemos roto la solidaridad entre generaciones, ya que nos hemos gastado un dinero que no hemos ganado y hemos alcanzado la ruptura antropológica, ya que es la primera vez que se trabaja más que nuestros padres, pero no viviremos mejor que nuestros padres”, este es el panorama que tenemos y que dejaremos a nuestros hijos.
Hasta aquí el desolador panorama actual, pero que propone para cambiarlo. “Hace 200 años los españoles se rebelaron contra el poder absoluto y se hizo la constitución denominada “La Pepa”. Fuimos mayores de edad en ese tiempo y debemos serlo de nuevo”, afirma tajante. “No se puede volver a la especulación, no se puede seguir con una mentalidad materialista. Tenemos que aspirar a una convivencia realmente madura”, añade.
Y concluye diciendo que “hay que sustituir el más por el mejor. Hay que relacionarse como seres humanos, entenderse. Si mi libro sirve para que nos encontremos con más personas humanas y nos haga ser más humanos, pues bendito sea Dios”. Este es el pensamiento de una persona que lo tuvo todo y que después no tuvo nada, se le privó de todo, de la libertad, el bien más preciado y deseado, pero que ha renacido de sus cenizas. Ilusiona a las personas que quieren ser eso mismo, buenas personas y saben que tal y como está la sociedad no vamos a ninguna parte. Es un viaje a ninguna parte que los miembros de la Fundación Sociedad Civil no quieren realizar.
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