Como tampoco lo hicieron María Dolores de Cospedal o Soraya Saénz de Santamaría, ni por supuesto, nadie de la actual cúpula del Partido Popular. Por el contrario sí se encontró la vieja guardia del PP de José María Áznar que antecedió en el turno de palabra a la autora vasca, destacando a Jaime Mayor Oreja que también hizo de telonero junto a Ana Íribar, esposa del asesinado Gregorio Ordóñez y los ex ministros Ángel Ácebes y Eduardo Zaplana se encontraban entre los asistentes.
Así como la Presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre y su mano derecha, el arruinado Ignacio González, que como señaló Aguirre, en conversación con el ausente Gallardón, “nosotros no tenemos ni un puto duro”, en ese estilo tan propio suyo, mezcla de chulapería y barrio bajerismo, la misma que la hizo coger un libro de la mesa para ser la primera que le firmase María San Gil. Se nota que no tiene un duro porque cogió con desparpajo el libro sin pasar por caja. Por representación del ayuntamiento madrileño, se encontraba la esposa de Aznar, Ana Botella.
Fueron acompañados por familiares y amigos que se mostraron emocionados según les fue citando porque según la autora “nunca ha sido fácil ser familia de María San Gil” y por supuesto que se merecen el homenaje de la hija, la madre, la esposa, la amiga de todos ellos. La mujer valiente que ha luchado contra ETA en su casa, la mujer valiente que supo decir que no a Mariano Rajoy para ir de segunda en la candidatura al Congreso de Madrid, después del líder popular.
Dijo mostrarse dolida con lo que ha sucedido en las últimas elecciones vascas; “tenemos en la alcaldía de San Sebastián, una persona que no va a condenar nunca a los asesinos de ETA”, señaló con desesperanza y tampoco pudo por menos que recriminar la incomprensible postura del PNV apoyando o absteniéndose para que BILDU consiguiese puestos claves de poder en el País Vasco.
No faltaron críticas a un presidente de gobierno, al que calificó de iluminado, que varió la estrategia que estaba conduciendo a la desaparición de la banda terrorista señalando que “ha cambiado la derrota de ETA, por la negociación”, que según ella no conduce a la resolución del terrorismo y concluyó su charla diciendo que “a mí nadie me va a cambiar mis pensamientos”. Sea o no sea políticamente correcta, siempre va a decir lo que piensa y agregó, con una sonrisa a los labios, “que algunos hubiesen querido que este fuese el libro de toda mi vida, no de la mitad de mi vida”. Ahora ya en un segundo plano político, va a vivir para su familia, para devolverles lo que ellos le han dado.
José María Áznar estuvo como siempre, claro, conciso y contundente. Elogió a María San Gil y dijo que no iba contra nadie o, para ser más exactos, “va contra los que buscan desacreditar la política, contra los que predican el escepticismo, la resignación y la esterilidad del esfuerzo” y contra “los que se empeñen en decir eso de que todos los políticos son iguales, que lean este libro”.
Calificó a la ex política vasca como una persona de una honestidad y honradez intachable, siempre alegre y de una extraordinaria sensibilidad en los momentos más duros porque duro ha sido enterrar a 14 cargos electos populares en las dos legislaturas que gobernó el PP, y esa cercanía a las víctimas se ha mantenido en el tiempo contra esas personas que miden por el mismo rasero a las víctimas y a los asesinos y recordó el ex presidente una frase que María escribe en el libro: “yo me llevé muchas más heridas de las que provoqué”.
Jaime Mayor Oreja calificó a María San Gil como una auténtica líder en el terreno moral. Dijo sentir orgullo, alegría y emoción de poder calificarse su amigo y lamenta que ante la crisis moral que hay en el País Vasco se tengan que retirar los mejores, “una mujer con una fortaleza y dignidad por todo lo alto”, dijo de su amiga y colaboradora en momentos difíciles y la describió con un juego de palabras: “María es mucha María, María es sólo María, es una gran buscadora de la verdad”. Frente a ella los aprendices de brujo de la mentira.
“Catedráticos de la mentira” son los que han luchado contra ella y en un discurso cargado de buen humor recordó pasajes de María y de su marido, y señaló, no exento de humor, “que ni mi mujer ni mis hijas han dicho nunca de mí que soy gracioso”, por eso terminó con ese humor vasco diciendo “ a diferencia de los médicos o los abogados, que cada vez saben más de medicina o de derecho, los políticos cada vez sabemos menos de política”; que se aplique el cuento, esta generación de políticos que ha conseguido hastiar a la ciudadanía.
No podía faltar a la cita Ana Iríbar, esposa del asesinado Gregorio Ordóñez, muerto de un tiro por la espalda mientras comía en compañía de María y otras personas. Ana y María fueron compañeras de colegio y nunca se pudieron imaginar lo que han vivido juntas y los malos y buenos momentos que han tenido. La labor de Anaal frente de la fundación que lleva por nombre el de su marido es encomiable y así lo reseñó la propia María, de la cual dijo que “ha hecho un gran esfuerzo para democratizar el País Vasco” y “ahora, todo se borra de un plumazo”, añadió un desconocido que se sentaba a mi lado.
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María San Gil
María San Gil: una vida al servicio de la paz y la libertad en Euskadi.