¿Y si el cáncer, después de todo, tuviera una cura definitiva? Esta es la pregunta que se hace el médico
José Ramón Germà Lluch en
Dioses de bata blanca, una novela de ficción, llena de verdades, con la que ha tratado de plasmar cómo la ambición desmesurada de algunas empresas farmacéuticas avaladas por profesionales sanitarios sin demasiados escrúpulos, en un contexto de agencias reguladoras presionadas por un medioambiente demandante, condujeron a la pérdida innecesaria de miles de vidas.
Basada en hechos reales,
Dioses de bata blanca es una novela que denuncia las turbias maniobras de la industria farmacéutica. Esta obra está dedicada a todos los médicos y farmacéuticas que hacen de la honestidad su bandera, porque no todo vale en la lucha por encontrar el compuesto que, definitivamente, termine con una de las enfermedades más temidas por todos.
José Ramón Germà Lluch denuncia las turbias maniobras de la industria farmacéutica.
Con un ritmo trepidante propio de la novela negra, trufado de episodios de infidelidades, despechos, juicios y venganzas, Dioses de bata blanca es, según su autor, una novela de ficción, llena de verdades.
El 4 de febrero de 2011, Día Internacional del Cáncer, las televisiones anuncian un nuevo medicamento que puede significar la respuesta definitiva para la curación de muchos cánceres. En pantalla aparece el doctor Carlos Serrahima, un oncólogo de fama internacional, que presenta al mundo el descubrimiento del medicamento contra el cáncer más revolucionario creado por el hombre hasta nuestros días, fruto del trabajo de múltiples investigadores. Sin embargo, no todos los médicos celebran de forma tan exultante este descubrimiento. Como Andreu Filba, también oncólogo, que sospecha que tras el anuncio se esconden los intereses económicos de las industrias farmacéuticas.
Dioses de bata blanca presenta a dos hombres muy distintos unidos por una misma especialidad médica. Carlos Serrahima sintió un impulso irrefrenable de hallar soluciones a la prematura muerte de su hermana. Para él, el paciente es un instrumento al que aplicar nuevas ideas, nuevos tratamientos en la búsqueda constante de una respuesta que acabara de una vez por todas con la plaga del siglo XX. Por contra, Andreu Filba representa el espíritu más puro de la medicina tradicional, un médico convencido de la enorme complejidad de la vida y de sus mecanismos de defensa, por lo que le parecía absurdo que se pudiera revertir del todo un proceso canceroso de una forma relativamente simple, cómoda y sin apenas efectos secundarios.
José Ramón Germà Lluch, médico oncólogo desde 1976, ha sido artífice y testigo de los enormes avances que se han producido en la investigación, el diagnóstico y el tratamiento de los pacientes con cáncer durante los 35 años que lleva ejerciendo su profesión. Durante su especialización en Londres vivió el impacto curativo del cisplatino en la población juvenil afecta de tumores germinales de testículo y ovario. Al volver a España montó una unidad especializada en el tratamiento de estos pacientes consiguiendo que las tasas de curaciones globales pasaran de 30 a un 94%.
Durante su trayectoria profesional ha sido presidente de la Sociedad Europea de Oncología Médica. Actualmente es director de Gestión del Conocimiento y jefe del Servicio de Oncología Médica en el Instituto Catalán de Oncología. Dirige el Departamento de Oncología del Hospital General de Cataluña, y es profesor titular de Oncología Médica de la Universidad de Barcelona. Pertenece a diferentes sociedades científicas internacionales. Ha sido editor de una decena de libros de oncología y ha publicado más de 150 artículos científicos en revistas especializadas.
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