Cuando ya estamos hartos de los innumerables reportajes televisivos sobre viajes que nos enseñan lugares desconocidos de una forma impactante y trasnochada, Javier Reverte conserva ese toque de los grandes viajeros de antaño que nos va enseñando con calma y con minuciosidad su recorrido por tierras inhóspitas a la manera de un tiempo en que la imaginación prevalecía sobre el exceso de imágenes e información. Su libro, perfectamente documentado, casi tres años ha tardado en su elaboración definitiva, contiene numerosos planos que nos pueden ayudar a revivir su periplo, eso sí, siempre y cuando estemos dispuestos a gastarnos unos 12.000 euros.
David Trías, responsable de la editorial, presentó el acto y señaló que "Javier no concibe un viaje sin un impulso literario" y desde luego que eso se nota en el libro. El autor se mostró muy orgulloso con la edición del libro y la editorial ha apostado fuerte por él con vistas a la Feria del Libro, y por ello ha realizado una tirada de 40.000 ejemplares, para todos aquellos que quieren rememorar los tiempos de Jack London y los grandes viajeros.
El leit motiv del libro es la vieja epopeya de la conquista del paso del noroeste, entre el Atlántico y el Pacífico, epopeya que duró 4 siglos y que la terminó Roald Amundsen en 1906, cuando encontró ese paso tan largamente buscado por tantos exploradores. El explorador noruego tardó tres años en conseguirlo y Javier Reverte lo ha hecho en menos de dos semanas, ventajas de los adelantos científicos y del deshielo del Ártico.
Fue en el verano del 2007 cuando el deshielo había abierto el paso y un buque oceanográfico ruso, alquilado a una empresa australiana cruzó el mítico paso. Reverte quiso al año siguiente revivir ese mismo viaje que habían conseguido anteriormente y además de pasarlo se detuvieron en algunas islas donde pudo conocer cómo viven los inuits, los antiguos esquimales de otras épocas que viven en condiciones precarias, donde hay mucha droga, muchos suicidios y mucho alcoholismo.
No nos debe extrañar, ya que "han saltado desde el medievo hasta la actualidad en tan sólo diez años", señala el escritor. En aquellos parajes sólo hay unos cinco asentamientos, Reverte paró en cuatro de ellos y pudo percibir la manera de los inuits, recelosos del hombre blanco, personas huidizas, solitarias, calladas y profundamente desconfiadas del hombre blanco.
Todo el viaje que refleja el libro duró algo más de dos meses, y como hemos dicho antes, el paso del noroeste duró dos semanas, para ello utilizó casi todos los medios de transporte conocidos: aviones, barcos, coches y algún que otro tren. Esta vez no utilizó la canoa. En el libro se palpa su preocupación por el cambio climático, reflejado con los deshielos, cada día más acusados.
El paso del noroeste es motivo de polémica entre varios países que reivindican para ellos aquellas tierras, USA, Rusia, Canadá, Dinamarca y Noruega reivindican para sí aquellos terrenos. Bueno, aquellos hielos, ya que los recursos naturales son inmensos, se calcula que el 25% de las reservas de hidrocarburos se encuentran cerca del polo norte, además de diamantes y otros metales preciosos.
En el viaje recorrió cerca de 10.000 kilómetros y en el crucero australiano con el que cruzó el mítico paso estaba lleno de turistas anglosajones, sólo dos latinos, un italiano y él, y un japonés. Lo que más le gustó del barco fue su espléndida biblioteca que le ayudó mucho a documentarse. Para él, el Ártico "es un universo atroz, un mundo hostil fuera de lo humano. El centro de la nada". Lo peor, la falta de comunicación con los habitantes de esas poblaciones, "no es gente muy abierta. Hay un rencor hacia el hombre blanco, además mucha gente está borracha todo el día, no hay muchas posibilidades de comunicarse", señala nostálgico.
Por eso le gusta viajar sólo, aunque a veces lo ha hecho en compañía, "Si vas con alguien es un círculo cerrado. Por el contrario el ir solo te da una sensación de libertad, no tiene que negociar nada con nadie y si te equivocas en algo te perdonas a ti mismo en menos de un segundo", rememora. Estos viajes le han reportado tolerancia, libertad y un poco de caradura para entablar conversaciones con desconocidos y preguntar sobre todo lo que quiere saber.
Estamos, pues, ante el último gran viajero español. Con él hemos recorrido casi toda África y América, desde el Amazonas hasta los grandes ríos de Canadá y Alaska y, ahora, cruzaremos el Ártico de su mano. En el libro incluye varias fotografías clásicas y otras hechas por él. Como es difícil realizar un viaje de tan larga singladura, merece la pena leer el libro y ver esas imágenes desoladoras, pero llenas de belleza. ¡Ah! Y no se pierdan la de la catedral iglú, les sorprenderá.
Actualidad literaria
Puede comprar el libro en: