¿Qué es lo que más se lee en el Metro? A falta de estadísticas fiables, día a día, he visto este último año que lo que más se lee en el Metro son los periódicos gratuitos que podemos coger a la entrada o salida de las estaciones. También se leen los periódicos de pago, pero en este año, 2009, sus tiradas han bajado considerablemente, entre un 10 a un 30%, según qué diarios. Pero, ¿y los libros? Los que más se han leído han sido la trilogía Millennium de Stieg Larsson y, sobre todo, el publicado este año, La reina en el palacio de las corrientes de aire.
¿Quién lee los libros en los trenes de cercanías y en el Metro? Pues, en su gran mayoría, las mujeres. Los hombres se decantan más por los periódicos, gratuitos y deportivos sobre todo. Y es extraño, porque este tipo de novela negra mezclado con denuncia social, perversiones sexuales, trampas financieras, tráfico y prostitución de mujeres procedentes del Este, policías corruptos, etc, e investigación periodística, suponíamos que era más del gusto de los varones. Evidentemente nos equivocábamos y este periodista, perdedor, mujeriego, trabajador incansable contra las injusticias sociales, gusta más a las mujeres.
Hay otros libros que podían haber ocupado este puesto por su calidad: Libros como La mano de Fátima, La isla bajo el mar, Aurora Boreal, El símbolo perdido, El ruido eterno, La crisis Ninja, y algunos más podrían haber ocupado el puesto de mejor libro del año. Éstos han ocupado durante meses los lugares más destacados durante este año que ya acaba, pero sólo Stieg Larsson ha mantenido los tres tomos de su trilogía meses y meses entre los más vendidos. Él se hace acreedor de nuestro galardón imaginario y, sobre todo, su compañera, Eva Gabrielsson que ha tenido que sufrir el acoso del padre de Larsson por su herencia, justo lo que tanto combatió el autor.
Los hombres que no amaban a las mujeres, su primera novela, fue un inicio prometedor, pese a las semejanzas con el guión de la película Gótica. Su trama va un poco más allá y le quita los elementos sobrenaturales de ésta, para acercarnos a un mundo despiadado, donde antiguos simpatizantes nazis cometen todo tipo de perversiones sexuales, rodeado todo ello de un mundo financiero corrupto hasta las cejas. El autor alarga la novela innecesariamente ochenta páginas, lo que daba pie a pensar que la trama continuaría. Fue un error de principiante.
La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina comienza de manera totalmente innecesaria, sus primeras doscientas páginas son totalmente prescindibles, puro relleno; afortunadamente el rumbo cambia y la denuncia del tráfico de prostitutas del Este y la corrupción de los servicios secretos suecos da el juego necesario para enmendar una novela con mal comienzo. En esta ocasión ya bien aprendida la lección, sabe mantener la tensión hasta la última página y nos quedamos con las ganas de seguir leyendo la saga, cosa que no tardó mucho en suceder.
Su último libro, La reina en el palacio de las corrientes de aire, es su mejor obra. La trama de investigación da paso a una larga exposición judicial, donde se va desmontando la corrupción del sistema de servicios sociales. Hace escasas fechas, en España saltaron a la prensa las denuncias de violaciones, torturas y sedación a menores en internados, justo lo que tuvo que pasar la protagonista Lisbeth Salander en su adolescencia. Resulta chocante cómo en España estos temas de denuncia social no sean tratados como se merecen. Sólo el escritor sevillano Isaac Rosa en su novela El país del miedo trató los problemas de acoso que sufren los adolescentes en los institutos.
Es un país, el nuestro, narcotizado y sumido en un letargo, en el que nos decantamos más por la literatura fantástica, olvidándonos del realismo y de la denuncia social, tan necesaria para el progreso democrático y para el mejoramiento de las instituciones. Por eso Larsson es un escritor imprescindible que ha gustado a muchos sectores de la sociedad por su valentía, por los temas que trata y por su forma de exponerlos. Con dos protagonistas, muy diferentes entre sí pero complementarios: el periodista investiga a la sociedad a la que pertenece y la investigadora-víctima desentraña sucesos basándose en pruebas conseguidas de modo ilegal. La hacker nos sume en un mundo real, del que todavía conocemos poco, pero que se va imponiendo. Queda el regustillo por saber lo que les seguirá pasando a los protagonistas, pero desafortunadamente, la repentina muerte del autor nos deja una obra cerrada a expensas de esas doscientas páginas, de lo que iba a ser su próxima obra. No hagan caso de los críticos sesudos y lean esta vigorosa y moderna trilogía, disfrutarán con casi todas sus páginas.
Artículo de opinión
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