Y qué mejor presentación que contar con escritores de la talla de los anteriormente mencionados. El primer volumen de Mi primer Mario Vargas Llosa se titula Fonchito y la luna y los lectores menudos podrán vivir con el protagonista las emociones del primer amor y descubrir que no hay nada que uno no pueda hacer por un ser querido, ¡incluso si éste te pide la Luna!
El segundo es la obra de Arturo Pérez-Reverte titulada El pequeño hoplita donde los pequeños lectores descubrirán la historia de la famosa batalla de las Termópilas, en la que trescientos héroes, con un niño como testigo de los acontecimientos y una importante misión que cumplir, se enfrentaron al ejército persa en clara desventaja.
Arturo Pérez-Reverte fue quien ideó la colección. Según sus palabras pensó “qué bien estaría que autores adultos hicieran una incursión en el mundo infantil” e ideó “una colección de cuentos con ilustraciones lo más bellas posibles”. Cada autor escogió al ilustrador que se adecuara a su obra. Pérez-Reverte trabajó con Fernando Vicente, que “captó perfectamente el espíritu de la obra”. Además, el autor señaló que “las obras plantearán argumentos que no son muy frecuentes para los textos infantiles”.
Mario Vargas Llosa habló después de Reverte y se mostró ruborizado por los elogios que recibió por su parte “me endilga unos elogios que me hace sentirme muy intimidado”, manifestó. Respecto a la colección, la calificó de “magnífica iniciativa” y cree que propuestas como éstas harán que “las nuevas generaciones no renuncien a la literatura, ya que hay un extraordinario empobrecimiento de ésta”.
El género de la literatura infantil le parece muy difícil, de enorme rigor y ya hace años intentó, a una propuesta editorial, realizar un cuento para niños que no le salió. Respecto a las ilustraciones de su obra dijo que le parecían perfectas, que la ilustradora Marta Chicote Juiz supo captar lo que él quería, “yo siempre tengo problemas para imaginar a mis personajes con nitidez y claridad, siempre los veo como personajes cuyos perfiles y rasgos se me borran, Marta ha sabido ilustrar el cuento tal y como yo me lo imaginé”.
Los dos autores hablaron sobre sus primeras lecturas, diferentes por haber nacido en lugares distantes y épocas diferentes, pero concedieron en que la primera gran obra que habían leído fue Los tres mosqueteros de Alejandro Dumas, con sus continuaciones Veinte años después y El Vizconde de Bragelonne, libros que les emocionaron hasta las lágrimas cuando sus protagonistas murieron, como Porthos y D´Artagnan.
Las pruebas que hicieron para ver si los libros podían funcionar se saldaron con experiencias muy positivas. Vargas Llosa se lo leyó a su nieta Aitana, la pidió que se lo contara una vez leído y “pasó la prueba”. Reverte no tiene ya hijos pequeños a quien leérselos y la prueba la realizó el ilustrador Fernando Vicente que sí tiene; se lo leyó a su hijo pequeño y lo entendió perfectamente. Luego vieron que los libros que dan comienzo a esta colección podían funcionar.
Vargas Llosa entiende la colección como un primer paso para aficionarse a la lectura, cree que a los niños lo que les gusta realmente es jugar y “leer un libro es un juego, por lo que el libro lo tienen que vivir como si fueran ellos mismos un personaje”, manifestó el escritor peruano.
A Pérez-Reverte se le preguntó lo que para él era un libro y dijo “imaginad un pirata en un barco, un soldado en una batalla, un príncipe en un palacio, un mendigo por unas calles; un libro es como una máquina del tiempo en la que se puede montar y recorrer, con diversos personajes, distintas fases de la historia, eso es un libro”, concluyó.