Que para María Teresa Espasa la vida es inconcebible sin la escritura, y más concretamente sin la poesía, es algo que sus poemas transmiten y algo que las personas que tenemos el privilegio de conocerle sabemos ciertamente. Lo que ocurre, es que más allá del deleite que pueda producirnos una combinación de palabras dulces o de imágenes originales, la poética de Espasa tiene una cualidad más que la poética de aquel que escribe seudo-poesía y dice ser poeta, y es que entretiene, ilustra, arrebata, hace reflexionar, azota y expone con esa elegancia de quien tiene de su parte a un gran ejército de musas, toda la fragilidad y emoción de un mundo interior tan metafísico como humano y sensorial.
La autora de A través del silencio (1978 Ed. Adelapos), utiliza como motivo de "El Congreso" la celebración en Valencia en el año 2011 de un congreso internacional llamado "Any Isabel de Villena" sobre mujeres y Literatura entre la Edad Media y el Renacimiento. Dicho evento fue promovido por la Diputación de Valencia y la institución Alfonso el Magnánimo, el coordinador fue el director de dicha institución Ricardo Bellveser, poeta que tiene un especial protagonismo en este libro, tanto en la primera dedicatoria como en las alusiones de algunos poemas: "Al regresar de aquel lugar que nadie nombra, /y porque sabes que codicio esa mirada, /pasas ante mí sin detenerte".
En aquel congreso celebrado durante tres días de septiembre se reunieron un buen número de escritores tanto españoles como extranjeros y fueron tales las sensaciones de María Teresa que aquel cenáculo entre artistas se hizo atemporal para la poeta valenciana y lo creyó suficiente motivo para soplar sobre la palma de sus manos y comenzar a escribir.
Por tanto, y después de leer el libro, puedo decir que "El Congreso" además de ser un poemario, con todas las condiciones que eso conlleva, es también una crónica de dicho evento. Una crónica no exenta de la carga personal que habita en un diario, tanto reflexiones, como sensaciones y recuerdos unidos artística y didácticamente en este elaborado manual de miradas.
Como buena crónica, el poemario está ordenado cronológicamente desde antes de llegar al congreso hasta el momento en que finaliza. La poeta es la protagonista declarada de los versos y elige temas propios de introspección al comienzo y al final del libro además de desarrollar el grueso de su obra abordando los temas expuestos por los ponentes en mezcolanza con el fluctuar de su sentir. María Teresa hace uso de un verso blanco, sin medida, aderezado con un lenguaje sencillo pero preciso, a la vez que hace gala de una técnica exquisita a la hora de rematar los poemas, abrochando con destreza la clausura de sus versos y es capaz, con treinta y dos poemas de corta extensión, de propagarnos toda una gama de sensaciones y pensamientos al mismo tiempo que nos cuenta una historia.
Es evidente la importancia del Tiempo como lontananza, personaje secundario y personaje principal, en los versos de Teresa, unos versos que no esconden nunca sus intenciones, ya sea para elogiar la figura de un amigo o para adolecer por la agonía de una herida, una herida que en la mayoría de ocasiones está estigmatizada por ese dios inexorable: "No hay temas prohibidos, /sólo un paréntesis cifrado que perturba/la corriente de lo eterno".
He leído en varios artículos cómo otros colegas estriban este poemario como un homenaje a la Poesía, sin embargo yo disiento de esa apreciación y creo que acierto al afirmar que se trata de un elogio de la contemplación, pero no una contemplación gratuita, sino motivada por una necesidad de automotivación, una especie de juego o ejercicio nacido de una necesidad de reciclarse y no estancarse para así convertirse en un espectador del Tiempo. Teresa Espasa ha ofrecido su vida a la Poesía y creo que la Poesía le ha devuelto mucho, sin embargo la poeta de Denia se sienta en la tribuna de un simposio y observa a sus coetáneos oradores como una ignorante colegiala y abstraída todavía más en su propósito aventurero se deja llevar por esa inercia narrativa de los hechos y convierte esa diacrónica cotidianeidad en un maravilloso poemario lleno de aseveración y agradecimiento.
"Tiempos lejanos que a menudo palidecen/a causa del olvido y su liturgia" dice la poeta, ensimismada en rémoras melancólicas, una pesadumbre que reza para convertirse en memoria y poder seguir combatiendo el Tiempo. En muchos de los poemas del libro habitan reminiscencias argumentales y características personales de los asistentes a ese congreso, unas veces más sutiles y otras más evidentes, como por ejemplo las dirigidas a: Gregorio Morales, José Luis Martínez Rodríguez o José Lupiañez.
Teresa Espasa se introduce en una burbuja llena de soledad y silencio que ella misma ha fabricado, quizá por una necesidad de recogimiento, y desde allí observa apacible todo cuanto le rodea, en ella su mirada es un análisis profundo, una necesidad tan antigua como la vida, una vida que la empuja a preguntarse y saborear el valor secreto de las cosas. Su escritura está plagada de pequeños detalles que pasarían inadvertidos para aquel que no ha aprendido el mensaje de los años, aquí el vino es viejo, el humanismo es viejo y los días amarillos.
Al final del poemario y para contrarrestar el posible fatalismo por su persistencia y agonía de lo efímero, María Teresa termina su sinfonía con unos versos de enfática esperanza: "...pienso que si miro la vida/de otro modo/aún queda un mundo por descubrir".
Desde la publicación de: "De la ilusión del Amor a la pérdida del Tiempo" y "El Tiempo se acaba" ambas publicaciones en el año 98 y editadas por Página Cero, la autora alicantina ha confesado una gran preocupación por el paso del Tiempo, al que ha convertido en multitud de ocasiones en el eje central de sus composiciones, y quizá por ello enfrenta su angustia de sentirse efímera con aquello que encuentra más eterno del ser humano, el amor, el pensamiento, la memoria, por eso cada libro suyo es una celebración de la vida.
La Comunidad Valenciana tiene mucho que agradecer a María Teresa Espasa, ya que además de ser una de las voces femeninas con mayor prestigio poético incluso a nivel nacional, ha sido una forjadora de poetas y una difusora cultural sin parangón e incombustible, un catalizador de la poesía que ha sembrado en varias generaciones mecanismos literarios que todavía hoy siguen en funcionamiento.
Poesía
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