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Ramón Irigoyen, el último autor satírico contemporáneo

jueves 23 de octubre de 2014, 13:23h

Tiene razón Ramón Pernas, director de Ámbito Cultural cuando dijo en la presentación del último libro de Ramón Irigoyen, Poesía reunida (1979-2011) que ha publicado Visor, que Irigoyen es "el último autor satírico contemporáneo". También es muchas cosas más pero, desde luego, es un sátiro, en el mejor sentido de la palabra.

Un sátiro y un maestro del humor del absurdo. Lo ha practicado en sus columnas periodísticas desde que un buen día de 1982 abandonó la poesía por los problemas que tuvo con una ministra de Cultura del último gobierno de la Unión de Centro Democrático (UCD) a causa de su último poemario: Los abanicos del Caudillo, personaje histórico que le ha marcado profundamente, ya que le dedicó sus mejores ironías.

Hace escasos días tuvo la ocasión de comprar, a un precio módico de 5,95 euros, el libro titulado El gran manipulador de Paul Preston donde el hispanista y especialista de nuestra guerra civil hace un recorrido de las muchas contradicciones del dictador. Calificó el libro de genial y se le notaba que lo decía en serio, sin sátira. Desde luego, Franco le marcó en cada uno de los 33 años que vivió en la dictadura, como también le marcó el seminario pamplonés en el que estudió para sacerdote, pero en un rapto de iluminación decidió abandonarlo.

Lo abandonó pero sigue recordándolo, como rememora aquella carrera loca por blasfemar nada más salir de su enclaustramiento, "decía unas media de 800 blasfemias diarias", recuerda el poeta navarro. Para desintoxicarse de tanto rezos se intoxicaba con las blasfemias, pero con lo que realmente se desintoxicaba era con la poesía, "la metadona que yo tenía después de la religión era la poesía", agrega con esa sonrisa de pícaro que le caracteriza.

Ramón Irigoyen dio las gracias a muchas personas e instituciones, pero a la que más agradecido se muestra es a El Corte Inglés, que le ha cedido la sala para la presentación del libro. También se muestra agradecido con el hermano pequeño de la cadena, que no es otro que SuperCor. Sus tentáculos han llegado hasta cerca de su domicilio abriendo local en Colmenar Viejo, lo que ha supuesto que la población serrana haya entrado por fin en la historia, convirtiéndose en población románica.

Ramón Pernas, factotum de Ámbito Cultural, presentó el acto. Calificó al poeta como un "autor todo terreno". Supongo que lo diría si tuviese ruedas, pero como no las tiene es más "un poeta de hondo aliento", un poeta que practica la poesía más joven del poeta más viejo de, al menos, Colmenar Viejo.

Tomó la palabra después Rogelio Blanco Martínez, Director General del Libro, Archivos y Bibliotecas del gobierno Zapatero, que analizó su obra de manera formal. Describió su poesía como "un ir hacia dentro de la experiencia, salvajemente tierna, irreverente, sarcástica, libre, rabiosa, desternillante". Como dice en uno de sus versos "un poema si no es una pedrada en la sien, no es nada". Eso es su poesía, una pedrada en la conciencia de cada uno de nosotros.


Por eso, no dudó en definirle "como un clásico", un raro clásico cercano a sus amigos, un escritor que "sale al encuentro de sus lectores" y si son jóvenes, mejor. Ha participado, como recordó Blanco Martínez, en numerosos encuentros con estudiantes de institutos. Irigoyen sabe que al lector hay que buscarle, enseñarle para que no caiga en las garras de la incultura y de la televisión y que sí lo haga entre las olas de las hojas de los libros.

Para ello construye su prosa y, ahora, la poesía de su antología con metáforas encadenadas, con alegorías en donde encontramos ritmo, música; donde encontramos poemas eternos, divinos y profanos en una precisa conjunción que nos eleva el alma al cielo y nos pega el cuerpo al terreno, todo a la misma vez. En una poesía, por supuesto, que no deja indiferente a nadie.

La actriz y escritora Marta Fernández-Muro, que hasta hoy mismo no conocía al poeta en persona, que sí por teléfono, leyó unos poemas escogidos entre los que más la habían gustado. "Poemas que le transparentan, poemas que leyéndolos nos hacen conocer al poeta navarro en su esencia", esto es lo que opina la autora del libro de relatos Niñas malas que editó hace unos años Huerga y Fierro.

Terminó el acto, de manera sorprendente, el cantante y compositor Luis Farnox, más conocido como El Mecánico del Swing, que definió al poeta amigo como "el primer indie de la poesía española". Ante la cara de extrañeza de alguna persona tradujo el término indie como independiente, que eso es ni más ni menos lo que es Ramón Irigoyen. Cogió el Mecánico su guitarra eléctrica de caja y ayudado de su armónica desgranó dos de sus composiciones que vinieron muy a cuento. A la puta calle, que hizo cantar a todos los asistentes y Chotis a las verbenas clandestinas, un canto a los problemas que tienen los músicos en encontrar lugares para tocar.

La música que interpretó El Mecánico del Swing tiene mucho que ver con la poesía de Irigoyen, el poeta iconoclasta y cercano, que lo mismo te lo puedes encontrar en revistas mutantes alternativas o que en programas de radio de lo más católico, practicando un humor blanco a lo Emilio Aragón, al que procesa una admiración sin límites.


Poesía

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