Los libros que ahora se muestran se deberían haber presentado en Chile, ya que los dos autores son chilenos, pero el terremoto inoportuno hizo que se cancelase dicha presentación y haya sido ahora en Madrid donde se ha realizado. Los dos autores con los que se abre esta iniciativa no han podido ser mejor escogidos. Por un lado Gabriela Mistral, premio Nóbel de literatura en 1945, fue la primera persona hispanoamericana en conseguir tan preciado galardón y por otro Pablo Neruda, también premio Nóbel en 1971, para muchos el mejor poeta americano, aunque tuvo detractores como Jorge Luis Borges, que le acusaba de ser un poeta demasiado politizado.
Ambos autores son conocidos por sus seudónimos, Neruda en realidad se llamaba Ricardo Eliécer Neptalí Reyes Basoalto y Mistral, tampoco se quedaba atrás y su verdadero nombre era Lucila de María del Perpetuo Socorro Godoy Alcayada. Los presentadores del acto hicieron alguna broma sobre si los nombres de poetas españoles como Lorca no fueran reales y sí seudónimos. ¿Cuáles serían sus auténticos nombres?
La presentación de estas obras corrió a cargo del Presidente de la Real Academia de la Lengua, Víctor García de la Concha, acompañado por el académico Emilio Lledó y por los poetas Clara Janés y Luis García Montero. También mandó un texto el poeta chileno Gonzalo Rojas, que no pudo desplazarse al acto desde su amada tierra.
García de la Concha señaló que esta edición “es un homenaje a la poetisa chilena, tratando de reivindicarla de una leyenda negra que la ha postergado sin motivo, o como ella misma diría –una leyenda de organdí- que la ha perjudicado”. También recordó que recientemente los descendientes de su amiga o quizá amante según algunos, Doris Dana, han cedido numerosa correspondencia inédita que a buen seguro servirá para dar luz a las sombras de la vida de Gabriela.
Gabriela Mistral fue una excelente prosista, según el Presidente de la Real Academia y tenía “un gusto por la lengua tosca, rugosa, manchada por tintes industriales” y como solía recordar Octavio Paz –todos los latidos de América pasaron por su corazón y su voz varona fue capaz de transfigurar su vida diaria-. También recomendó que se leyese lo que para él es su mejor obra, Tala, dedicada a la piedad de la mujer mexicana, donde sus versos adquieren una hondura estremecedora y conmovedora.
Siguió en su presentación glosando a Pablo Neruda y recordó los ataques que profirió a la Academia pero que con el tiempo se tornó el Diccionario de la Lengua que él cantaba como necesario y que había utilizado como silla, mesa y almohada. Tuvo con España una relación profunda pero a la vez tensa. Vivió en tiempos de la República en el barrio de Arguelles, en la casa de las flores y una vez se despidió de esa tierra colaboró desde París con los exiliados españoles, a los que amó gracias al conocimiento de esa tierra que le alimentó Quevedo, que para él era una roca tumultuosamente cortada, su padre mayor que convertía la metafísica en intensamente física.
Continuó el catedrático Emilio Lledó glosando la vida de éstos dos grandes genios de la literatura, jugó con sus nombres, con sus seudónimos y los posibles de Lorca, Machado, Juan Ramón. Después se leyó la carta enviada por el académico y poeta Gonzalo Rojas que escribió: “así las cosas, todo sigue siendo rehallazgo en este mundo. Soy del 17, avanzo sigiloso a los 93, y todavía la oigo a la Mistrala, niña sabia y portentosa, hablándome al oído en mis mocedades. Me habla claramente, en la lengua suya, la del fundamento.”
La poetisa Clara Janés nos habló de sus sentimientos hacia Gabriela y Neruda, “siento que a través de sus voces nos llegan ecos de los primeros moradores de la región, no sólo de los incas y los mapuches sino también de los aymaras y tantos otros pueblos y gracias a ellos nos acercamos a sus tierras y desde lo más hondo, pero de formas distintas”.
Luis García Montero destacó la facilidad con que supieron “mantener la unidad del todo pero respetando las singularidades que sirven para enriquecer ese todo cada vez más sólido” y alabó la iniciativa de que “esta Biblioteca se abra a la poesía, lo que a mí me parece decisivo, porque la poesía es la capital de un idioma sin centros, como lo es Madrid, que es la capital cultural de una comunidad sin centros”, concluyó el poeta granadino.
Para concluir el acto leyeron unos versos la actriz Aitana Sánchez Gijón y el actor Juan Diego Botto, que recitaron una selección de versos de Gabriela Mistral y Juan Neruda, que pusieron con sus voces alma a unos versos que conmueven cuando se recitan en la soledad callada de la intimidad, pero que remueven las entrañas cuando se comparten con los amantes de la poesía en una celebración como ésta.