En 2007, estalla la crisis. Florence Aubenas, reputada e inquieta reportera, se propone investigar la realidad de los más afectados por la situación: los parados y los trabajadores precarios. Para ello, decide trasladarse a una ciudad de tamaño mediano, Caen, con el propósito de conseguir un empleo. Se presenta como una mujer de cuarenta y ocho años recién separada y sin experiencia laboral. Alquila una minúscula habitación amueblada y emprende una nueva existencia a la que se impone poner punto final el día en que consiga un contrato fijo.
Empiezan las visitas al servicio público de empleo y a empresas de trabajo temporal, donde será testigo y protagonista de todo tipo de humillaciones y negativas. El servicio público de empleo le propone un curso de formación para emplearla en el sector de la limpieza, «en plena expansión», donde trabajará por horas por un sueldo ridículo, por debajo del salario mínimo. Y así Aubenas trabajará como limpiadora en un transbordador que cruza el canal de la Mancha, en un camping y en edificios de oficinas.
Y descubrirá que los funcionarios del servicio de empleo ya no son trabajadores sociales, sino «comerciales» para quienes los desempleados son clientes y que maquillan las cifras del paro para cumplir con los resultados exigidos. Asistirá a cursos con títulos inverosímiles y visitará el Salón del Empleo o el Salón de la Limpieza. Descubrirá, en fin, la explotación y la solidaridad, y nos las contará a través de multitud de anécdotas a menudo hilarantes y presentándonos a unos personajes tremendamente humanos.
«Nos cuenta, como sólo ella sabe hacerlo, la cotidianidad de los trabajadores precarios. Con respeto, humanidad y realismo, en un libro intenso y asfixiante». Ha escrito Nelly Kaprièlian en Les Inrockuptibles y el célebre periodista televisivo francés Bernard Pívot ha señalado que “El muelle de Ouistreham es el trabajo de una periodista. Pero es el libro de una escritora”.
Florence Aubenas (1961, Bruselas) desarrolló gran parte de su vida profesional como periodista en el periódico Libération antes de pasar a ejercer de reportera internacional para Le Nouvel Observateur. En 2005, mientras realizaba un reportaje en Irak, fue tomada como rehén durante varios meses. Desde julio de 2009 preside el Observatorio Internacional de Prisiones. Por este libro ha recibido los premios Joseph Kessel y Jean Amila-Meckert.
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