El porqué del suicidio de Victor Delahaye es el misterio que planea sobre toda la novela pero, como ocurre con todas las obras de Benjamin Black, ése es sólo uno de los muchos hilos de la madeja: traición, celos, sexo, apariencias, locura, deseos insatisfechos... Por un lado, la sensación de que nadie conoce a nadie ?ni siquiera a uno mismo?; por otro, la eterna insatisfacción que Quirke busca aplacar enredándose en preguntas abiertas y embarcándose en relaciones arriesgadas.
En un día magnífico para izar velas, Victor Delahaye ?uno de los ejecutivos con más éxito de toda Irlanda? navega sin más compañía que el hijo de su socio, que se convertirá en el único testigo cuando Delahaye saque una pistola, la apunte hacia su propio pecho y apriete el gatillo. Esta muerte tan extraña llama de inmediato la atención del inspector Hackett, quien solicita la asistencia del patólogo Quirke. Juntos interrogan a Mona Delahaye, la joven y hermosísima viuda; a James y Jonas Delahaye, hijos gemelos e idénticos del fallecido; y a Jack Clancy, su ambicioso y mujeriego socio. Sin embargo, cuando una nueva muerte ?aún más sorprendente que la primera? los golpea a todos, resulta obvio que algún terrible secreto está en juego. ¿Por qué se suicidó Victor Delahaye? ¿Por qué necesitaba un testigo? Y más aún, ¿quién pone tanto empeño en cobrarse venganza en sus allegados?
A punto estuvo Benjamin Black de nacer como Benjamin White. Así hubiera sido si el editor del prestigioso escritor irlandés John Banville (n. 1945) no llega a llamar su atención: qué mejor apellido que Black para un autor que va camino de convertirse en uno de los iconos de la novela negra. Y si además este cambio le hacía escalar varios puestos, hasta prácticamente encabezar los anaqueles y catálogos alfabéticos de las librerías, mejor aún.
Definido muchas veces como un «escritor para escritores», el pasado literario de Banville es brillante: editor de The Irish Times y habitual colaborador de The New York Review of Books (que ha terminado «fichando» a Black en detrimento de Banville), publicó su primer libro en 1970. Le siguieron una selección de cuentos, y cuatro biografías Copérnico, Kepler (ganador del Guardian Fiction Prize en 1981), La carta de Newton y Mefisto, aunque el reconocimiento aumentaría con El libro de las pruebas (1989), finalista del Premio Booker
Es autor también de Ghosts, Athena, El intocable, Eclipse, Imposturas, Prague Pictures: Portrait of a City, Antigua luz y El mar, novela con la que ganó el Premio Booker en su edición de 2005 y el Irish Book Awards a la mejor novela del año. Desde la llegada de su álter ego literario, que cuenta ya con seis títulos en su haber, los elogios no han cesado, atrapados por una prosa más ligera (en contraste con Banville, célebre por su cuidado con los detalles), que no pierde con ello un ápice de su fuerza.
Un desdoblamiento literario al que el autor está sacando todo el provecho: «... a media tarde, cuando estoy algo cansado, el tal Black se acerca a Banville y empieza a darle con el boli, venga, venga, rapidito, aligera. Otras veces es Banville quien se acerca y dice: mira, Black, ésta parece una frase interesante, vamos a jugar un poquito con ella». De ahí que en 2011 ambos compartieran el honor del prestigioso premio Franz Kafka, que muchos consideran como la antesala del premio Nobel.
Bajo el seudónimo de Benjamin Black ha publicado con gran éxito de público y crítica El secreto de Christine (2007), El otro nombre de Laura (2008), El lémur (2009) y En busca de April (2011), Muerte en verano (2011) y ahora llega Venganza, la quinta entrega de la serie protagonizada por Quirke, donde el patólogo y detective aficionado tendrá que enfrentarse a un nuevo misterio.
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