La novela comienza de la siguiente manera: "Me llamo Ignacio Azcona. Fui inspector jefe del Cuerpo Nacional de Policía, responsable de la Sección de Estupefacientes de la Brigada Judicial de Barcelona. Ahora vivo semiescondido en una granja, en plena selva atlántica del sur de Brasil, a unos pocos kilómetros de la costa. Disfruto de una apacible calma interior y de una razonable felicidad. No siempre fue así."
El protagonista de esta novela se ve obligado a desarrollar una investigación secreta, eludiendo el control de sus jefes. Diversos funcionarios y altos mandos policiales pueden estar involucrados en una sórdida red de prostitución infantil. A ello se suman una serie de problemas afectivos que provocarán en el agente un estrés insoportable. Afortunadamente, la inesperada ayuda de un misterioso club de científicos hará más llevadera la situación.
De este modo, estamos ante la historia de un policía que es capaz de imponer su código deontológico sobre su propia felicidad para conseguir hacer lo correcto, pese a que la situación en la que se ve sumergido no le afecta directamente para nada y ha conseguido hundirle tanto moral como psicológicamente.
Así, como avanzábamos al inicio, la novela es un interesante cóctel de novela negra, debido tanto a la ocupación del inspector Azcona y por la dura trama de prostitución que constituye uno de los principales ejes de este libro, y de autoayuda, que viene de la mano de un críptico conjunto de científicos que no descansarán para evitar que el inspector toque fondo o se vea colapsado por el mundo tan sórdido que ha escogido en su afán de cumplir con su conciencia y con lo que es correcto.
En definitiva, El inspector que ordeñaba a las vacas es una novela que combina el suspense policíaco con la espiritualidad y la psicología con una gran fuerza que cautivará al lector.
Novela negra
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