De Raymond Chandler toma la escritora madrileña el título de su obra, ésta está encuadrada en el género detectivesco que no deberíamos confundir con negro, no es una novela negra en el sentido convencional, sí es de género, pero especial, es más una novela tal cual que trasciende los géneros, además, está escrita de manera muy elegante, abusando de erudición en el lenguaje con un dominio muy poco usual donde se notan sus estudios de filología.
En la presentación fue acompañada por el escritor madrileño Marcos Giralt Torrente y por el editor de ambos, Jorge Herralde. La escritora madrileña dijo sentirse muy feliz con la publicación de la segunda novela de la serie del detective Arturo Zarco, del que supone continuará escribiendo de él o no, todavía no lo sabe con certeza, "fue Jorge quien me empujó a escribir este segundo volumen después del éxito de Black, black, black", apuntó.
"La he escrito con mucho gozo, he disfrutado una barbaridad y lo he querido transmitir a los lectores", dijo la autora sobre su experiencia al redactar la novela, cosa que se nota desde la primera línea. Tiene muchos puntos en común con la primera de Zarco; la violencia del contexto que estamos viviendo y el discurso de la seducción siguen presentes a lo largo de toda la nueva novela.
También está presente esa banalización del mal que inundan nuestros medios de comunicación y al que ya estamos tan acostumbrados que casi no nos damos cuenta. Pero sobre todo, según la escritora, "la novela es una historia de amor, entendido como ausencia y como una relación de poder, de dominación; una metáfora del binomio amo-esclavo, encuadrada en una novela con pretensión omnívora, pero con elementos del género negro", explica la escritora sin atender a las notas que previamente había preparado.
Y lo más sorprendente de la novela es que tiene muchos elementos de los cuentos de hadas que marcaron su infancia, sus lecturas precoces, "esos cuentos de hadas tan obscenos y subversivos donde la sexualidad es reprimida. En la novela nos encontramos un zapato de cristal, una hada madrina, un Pepito Grillo, una bella durmiente; todos los tópicos están en la novela", agrega la periodista y escritora.
Para Marta Sanz "cada narración ha de encontrar su propio lenguaje", su novela lo tiene, es un lenguaje limpio, afilado, lleno de metáforas y de mucho humor, aunque diga que "no podemos vivir continuamente de las metáforas", ella las utiliza a lo largo de todo el texto. Sus términos son precisos y claros, sin dejar ningún lugar a dudas de que su lenguaje es, ante todo, muy rico y versátil aunque como ella misma señala "una cosa es la literatura y otra es la vida" y su libro está lleno de vida pero también de literatura.
En esas contradicciones se mueve la novela, lo que la engrandece si cabe más y aunque diga que "no se puede confundir la realidad con la ficción", en su novela la llegamos a confundir porque la leemos como real, pese a que "todas las cosas importantes de la novela ocurran en la habitación del al lado", uno de los buenos hallazgos de su literatura, lo que la hace más original si cabe. "Por todo, la novela intenta luchar contra la impasibilidad de la sociedad, contra el higienismo que nos hace ser ciudadanos pasivos", concluye la escritora.
Jorge Herralde presentó el acto y en sus breves palabras que preparó en el trayecto del AVE Barcelona-Madrid calificó a la novela, la segunda que la publica, "de ambiciosa, compleja y lograda". Y añadió que: "escribe de un modo que no se parece a nadie". Contó una pequeña conversación que tuvo con el escritor valenciano Rafael Chirbes, del que últimamente hemos podido ver en televisión la adaptación televisiva de su novela Crematorio, en la que calificó la novela como "una de las mejores que he leído desde hace mucho tiempo, una novela tipo Lolita, una novela que ofende a la gente apropiada".
Tras sus palabras dio paso al escritor Marcos Giralt Torrente que se quejó amargamente de lo caótico que son sus notas en comparación con la autora y con el editor, ya que él no pudo venir en el AVE, porque vive en Madrid. También podría haber hecho el trayecto de ida y vuelta para prepararlo, pero la verdad es que no le hubiese hecho falta ya que diseccionó el estilo de Marta Sanz de manera ejemplar: "tiene una voluntad de estilo inconmensurable, un dominio del lenguaje pleno, una metáfora fulgurante y coloca cada adjetivo en el lugar adecuado", explicó el novelista.
Estamos, a su parecer, ante una "prosista excepcional" que utiliza el humor para subvertir las reglas del género detectivesco porque lo importante no es desvelar un misterio, sino la forma de contarlo, la ambientación de la narración, el escenario, lo que dicen los protagonistas y cómo lo dicen , lo que hace que una novela sea diferente y no más de lo mismo, y todo, narrado en tiempo presente, las explicaciones del pasado las dan los personajes en la conversación, no hay ni flash-back ni cambios de tiempos.
Es esa pericia en edificar estructuras lo que más le llama la atención al autor de Los seres felices. Es lo que le ha hecho enamorarse de una narración que le ha hecho meterse en mundos muy distintos. Es lo que le ha hecho afirmar que "tiene todo lo que yo le pido a una novela", afirma tajante y esa novela es Un buen detective no se casa jamás.
Puede comprar este interesante libro en: