La novela fue presentada por el periodista José María Calleja que dijo de los autores que “son dos buenos periodistas y dos personas honradas. La profesión de periodista se reivindica con gente como ellos”. Para el periodista vasco la novela tiene un buen pulso narrativo y para realizar esta obra de ficción han llegado muy documentados, ya que han podido consultar los sumarios completos de ambos juicios, incluso de informes que no se adjuntaron a la instrucción, llegando incluso a entrevistarse con el fiscal español que llevó el caso del Liceo, ya jubilado.
Las similitudes entre los incendios del Liceo barcelonés y de La Fenice de Venecia han dado pié a esta novela, que por sus similitudes, ponen los pelos de punta a los lectores del libro. Aunque como señala Calleja, “la obra no tiene nada que ver con la realidad, por eso cuenta tantas verdades”. Y si lo que cuentan es cierto, que lo es, nos podemos preguntar por qué la justicia no esclarece casos tan flagrantes como este porque a estas alturas no se sabe, y probablemente nunca se sabrá, qué ocurrió y cómo se produjo el comienzo de estos dos incendios que destruyeron ambos templos operísticos europeos.
Jordi Bordas afirma que el libro “no es un ensayo, es una novela basada en hechos reales” y estos hechos fueron los siguientes: el incendio del Liceo tiene muchas lagunas hoy en día, al igual que el de La Fenice. Ambos incendios ocurrieron el último lunes de un mes de enero. El del Liceo en el año 1994 y el de La Fenice justo dos años después. A los dos meses del incendio veneciano el partido de Silvio Berlusconi, Forza Italia, obtiene la mayoría absoluta para poder gobernar.
En el caso español, la reacción política es extraordinaria, se unen todos los partidos y en tan solo 24 horas, ayuntamiento barcelonés, Generalitat catalana y gobierno central se ponen de acuerdo en la reconstrucción del Liceo, con lo que una institución privada pasa a manos de los políticos y lo que durante muchos años no se pudo realizar, como fue la expropiación de las fincas lindantes al teatro, se llevó a efecto en menos de cuatro meses.
¿Quiénes fueron los beneficiarios de este incendio?, se preguntan los autores y, por supuesto, los lectores de la novela. Ellos mismos responden: “los beneficiarios fueron los constructores, bien sean españoles o italianos”. El caso es que el presupuesto de la obra del Liceo se licitó en 9.000 millones de pesetas, pero la realidad fue que ese presupuesto aumentó de forma desorbitada y al final superó los 17.000 millones de pesetas. ¿Cómo se pueden equivocar en un 100%?
La respuesta puede estar en que por encima del dinero está el poder, las ansias de dominar y esos poderosos que deciden el qué se debe hacer, el cuándo y el cómo son unos personajes ocultos, opacos, que manejan a su antojo a una clase política como auténticos peleles y esos son los miembros de una corporación, en este caso italiana que domina todos los entresijos de la economía que pueden hundir y levantar países como si una bala de paja se tratase.
Esa corporación, según la tesis de la novela, experimentó en el Liceo lo que dos años después ocurriría en La Fenice. Estamos, pues, según los autores ante una novela italiana que nos salpica. Una novela negra, que en cualquier caso, contiene elementos de thriller con grandes dosis de violencia, de sexo y muchos asesinatos. Una novela protagonizada por una inspectora de policía que intenta desentrañar una madeja demasiado complicada, donde sus otros protagonistas son perdedores y con un final tan abierto que Calleja ve una posible continuación, lo mismo que ve una película por lo que sugiere a los autores que estén preparados ante esa posibilidad.
Los cabos sueltos que deja la novela son numerosos, como lo fueron en la realidad: las explicaciones oficiales de unas chispas producidas por unos soldadores que prendieron unas cortinas, que eran ignífugas, son inverosímiles. La pasividad de los trabajadores ante los incendios fueron clamorosas, y se da el caso en ambos, que los que llamaron a los bomberos no fueron los empleados, sino personas ajenas a ellos. Demasiadas preguntas sin respuestas que con toda seguridad nunca se responderán. Como señalan los autores, “no hubo voluntad de aclarar las causas, no la hay ahora y difícilmente lo habrá en el futuro”. Hay ocasiones en que la realidad supera a la ficción y esta novela basada en esos hechos reales tiene un ritmo tan frenético que agarra al lector desde el inicio y no lo suelta hasta la conclusión.
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