Ya en el prólogo, el vicepresidente del Gobierno y ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, advierte que las historias que reúne este libro dibujan un panorama oscuro, a veces desolador; un escenario donde domina la angustia y se percibe lo peor de la condición humana, si bien, la España Negra a la que se refiere el título no es ese país atrasado que dio lugar a la leyenda porque "para bien en muchas cosas, y para mal en algunas, España dejó hace tiempo de ser una excepción, también en lo que se refiere a sus formas de delincuencia". En esencia, como también destaca Rubalcaba, este libro es un retrato de un aspecto de nuestra sociedad en el que, por encima de la crudeza, brilla el celo de unos excelentes profesionales del periodismo y el esfuerzo de unos servidores públicos a los que estas páginas rinden merecido homenaje.
Como si de cortas novelas negras se tratase, casos tan famosos como el del robo de obras de arte en el domicilio de la empresaria Esther Koplowitz, los atentados del 11-M, el asesinato de Ernest Lluch, el secuestro del futbolista del FC Barcelona Enrique Castro "Quini" desfilan por las páginas de España Negra, narrados por algunos de los más importantes periodistas de investigación de los principales medios de comunicación y por la propia policía.
El propio Rafael Jiménez -el hombre que soñaba con dejarlo todo y abrazar algún día una Harley Davidson con la que "huir hasta allá donde los amaneceres sean azules"-, inicia el repaso de esta crónica negra recordándonos cómo en la localidad barcelonesa de Montcada i Reixac, una niña de cuatro años, Alba, en cuya vida todo se había concertado como si de una película de terror se tratase, sufrió una experiencia que solamente puede calificarse de escalofriante.
El libro trata casos como el que nos recuerda Jordi Bordas sobre el futbolista asturiano Enrique Castro "Quini" en el capítulo titulado "El embrión francés": el caso del secuestro del futbolista Enrique Castro Quini cuando en 1981 el delantero era jugador del Fútbol Club Barcelona. Pasaban los días y aumentaban las especulaciones sobre la posibilidad de que el deportista se encontrase retenido en Francia. Su compañero y amigo José Ramón Alexanko partió hacia Perpignan con la astronómica cifra para la época de 100 millones de pesetas, pero no llegó a cruzar la frontera. Jordi Bordas entró en contacto con un hampón francés residente en la Costa Brava, que aseguraba conocer a alguien muy importante, también francés y también afincado en España, que podía saber dónde se encontraba Quini. Tras una entrevista secreta acordada por el delincuente y digna de haber sido escrita por el más avezado guionista de Hollywood, al periodista se le asegura que, a pesar de todos los rumores, el futbolista no ha salido de España.
Así fue. Veinticuatro días después de haber sido secuestrado, Quini es rescatado por la policía en Zaragoza y sus tres captores detenidos. Pero la feliz conclusión del secuestro no ocultó a Jordi Bordas la realidad que acababa de descubrir: La paulatina implantación de la delincuencia organizada en la época más reciente de la historia de España tuvo como embrión el gangsterismo francés.
Rafael Jiménez (Barcelona, 1962) es inspector del Cuerpo Nacional de Policía y jefe del Gabinete de Prensa de la Policía Nacional en Cataluña, diplomado superior en Criminología por la Universidad de Barcelona y diplomado en Ciencias Políticas por la Universidad de Salamanca.
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