A razón de un libro por día se pueden hacer con una buena biblioteca para pasar, en buena compañía, el próximo verano. Días atrás hemos tenido oportunidad de pasear por distintas ferias de libros que se van celebrando por nuestra piel de toro. Unas han tenido bastante afluencia, otras no tanto. En Cáceres los libreros se quejaban de que al coincidir con el mercado Goyesco, las ventas se habían visto afectadas. En Salamanca, pese al marco incomparable de la Plaza Mayor, los stands permanecían cerrados demasiado tiempo. No es la plaza el marco adecuado para una feria de este tipo. Lo mismo ocurre en Toledo, Zocodover engulle las casetas y las empequeñece. En Sevilla era otra cosa. Y ahora, nos espera Madrid. Con una primavera explosiva.
Tan explosiva como sentimental es la última novela de Julio Llamazares, Las lágrimas de San Lorenzo, obra de una especial sensibilidad que nos transporta al tiempo en el que no tenían nuestras ciudades y pueblos contaminación lumínica, donde poder observar el cielo era nuestra mejor televisión y distracción nocturna. Afortunadamente ésta la podemos apagar para poder observar con nuestras retinas uno de los más maravillosos espectáculos del mundo.
Otra novela imprescindible, sobre todo para los amantes de la novelas de la Guerra Civil Española, es la última de Javier Reverte, El tiempo de los héroes, sobre el militar autodidacta Juan Modesto. El escritor madrileño cada día escribe mejor y sus novelas como Barrio Cero o la que recomendamos, han superado a sus libros de viajes. Es una suerte tener escritores como Javier.
La veterana periodista, pero jovencísima en cuerpo y espíritu, Rosa Montero, nos regala este año La ridícula idea de no volver a verte, la biografía novelada de Marie Curie, una de las personalidades más increíbles del pasado siglo XX. A eso le añade recuerdos personales y cercanos en el tiempo de la propia autora y consigue una novela difícil de dejar de leer de un tirón.
Lo mismo le ocurre a La misma ciudad de Luisgé Martín, novela corta pero adictiva, ¿qué haría el lector si tuviese la oportunidad de empezar una vida nueva? El narrador madrileño se lo cuenta en la persona de Brandon Moy, una persona que no pereció el 11-S en el World Trade Center por perezoso. Así que no sea perezoso y prepárese para leer una novela mucho más extensa pero igual de atrayente, la nueva obra de Ildefonso Falcones, que nos transporta al Madrid del siglo XVIII de la mano del autor barcelonés de La reina descalza. Nadie maneja las estampas y los ritmos como él.
José Ovejero acaba de ganar un conocido premio con La invención del amor, una novela sorprendente que parte de un hecho igual de sorprendente, enamorarse de alguien que ha muerto y que no ha llegado conocer en vida. Ésta es la premisa con la que el autor nos envuelve desde el primer momento, con una escritura sólida y madura. Igual de asombrosa, pero todo lo contrario: el autor menorquín José Antonio Fortuny nos sorprende con Alehop, si el circo de esta novela llegase a su ciudad debería perdérselo o intentar echarlo; la ironía, la sátira, se mueven por todo el libro haciendo su lectura divertida y original.
La escritora bilbaína Marian Izaguirre nos sorprende con La vida cuando era nuestra, una novela para lectores empedernidos, para los amantes de los libros en una época gris y tediosa en la que leer era casi un delito. Igual de sorprendente otro autor vasco, Harkaitz Cano que con Twist hace lo imposible, posible, y su historia sobre el caso Lasa y Zabala nos sobrecoge desde el primer momento. Una novela tratada con elegancia y un gran sentido literario que nos está anticipando el gran escritor en que se va a convertir.
Otra joven promesa es el murciano Miguel Ángel Hernández, magnífico su Intento de escapada, una novela muy actual sobre las nuevas tendencias del arte, sobre todo audiovisual. Narrada con una precisión casi milimétrica, nos anticipa en lo que se puede convertir el arte. Miguel Albero con su Lenta venganza nos demuestra que el humor tiene cabida en la buena literatura, al igual que la crítica y la reflexión acerca de nuestro presente, sobre el que él escribe.
Álvaro Pombo, con su novela Quédate con nosotros, Señor, porque atardece, vuelve a apasionarnos en un trama detectivesca situada en un convento trapense donde aparece un monje ahorcado. Su prosa exagerada a medio camino entre las expresiones populares y las disquisiciones filosóficas se enriquecen con el hipérbaton y la dureza de las situaciones. La misma dureza con la que escribe Adrian McKinty en su novela negra Cold Cold Ground, que nos hace un retrato de la sociedad irlandesa del norte, con toda su crudeza, donde conviven terroristas con fundamentalistas religiosos. Una novela en la que se sufre leyendo...
La gran dama de la literatura canadiense Alice Munro, permanente candidata al Premio Novel, nos vuelve a traer una colección de cuentos interesante en Mi vida querida, donde el amor es para ella el motor que tenemos para vivir.
Para terminar, dos géneros que se publican poco. La poesía, donde Víctor Arlandis nos demuestra en Caso perdido lo enriquecedor que es leer uno versos escritos con sentimiento y el ensayo: creemos que lo mejor que se ha escrito últimamente es Los señores del poder de José Varela Ortega, en el que nos interpreta los sucesos más importantes que han pasado en nuestro país desde la invasión francesa hasta la actualidad. Ambos libros son una delicia para enriquecer nuestros sentimientos y nuestro intelecto.
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