LOS HEREJES de Humphrey Slater
jueves 23 de octubre de 2014, 13:23h
LOS HEREJES de Humphrey Slater: Galaxia Gutenberg retoma una de las obras cumbre del famoso brigadista
Por Felipe Velasco
Brigadista y estratega militar en las filas del Partido Comunista británico, Humphrey Slater se convirtió, tras su experiencia en la guerra española con los enviados de la Komiternn y su observación directa de las feroces purgas en el bando republicano, en un relator mordaz y descarnado del error y el horror del comunismo. En Los herejes, el autor se centra en transmitir la intransigencia de los fanatismos de una forma que ha trascendido los límites del género.
La novela se divide en dos partes, en las que retrata y vincula dos momentos históricos clave en el auge del totalitarismo, tanto político como religioso, con las consecuencias del fanatismo. Cada uno de estos dos momentos históricos delimita una parte de la novela.
La primera parte cuenta la historia de Paul, Elizabeth y Simon, tres niños de la calle en la Avignon del siglo XIII, cuando se estaba produciendo la persecución contra los herejes albigenses o cátaros emprendida por el papa Inocencio III. Los tres son hijos de padres torturados y ejecutados en autos de fe por la Iglesia mediante sus ramificaciones inquisitoriales. Su orfandad los convierte en vagabundos y, finalmente, en carne de cañón de una leva infantil para las Cruzadas: la Cruzada de los niños.
Al comienzo de la segunda parte nos encontramos en un café de Málaga, el 17 de julio de 1936 cuando el coronel Córdova no pudo evitar echar un vistazo a los tres jóvenes antropólogos ingleses que, sentados en un rincón del local, charlaban animadamente sobre una novela acerca de la trágica suerte de tres niños -Elizabeth, Paul y Simon, como se llaman también los tres jóvenes- cuyos padres habían sido condenados a morir en la hoguera víctimas de la cruzada que la Iglesia había emprendido contra la herejía cátara. «No te sientas tan segura de que los días de la persecución de la heterodoxia hayan quedado atrás», le previene Simon a Elizabeth bajo la atenta mirada del militar.
Al día siguiente, España entera revienta en una guerra fratricida y sin cuartel, convirtiéndose en un lugar inhóspito para la libertad de pensamiento y en un terreno abonado al odio y la intolerancia donde nada ni nadie estará a salvo de cruzadas, purgas, ejecuciones y traiciones, llámense brigadistas, anarquistas, republicanos, comunistas o militares.
Asistimos al estallido de la Guerra, al caos que se desata en la calles en los primeros días, con las milicias sindicales y de los partidos políticos campando a sus anchas, las requisas, los asesinatos arbitrarios y brutales, el saqueo e incendio de propiedades, la gente arrasándolo todo. La violencia de estos momentos tan delicados se describe con precisión, pero sin grandes recreaciones, y el odio criminal del pueblo se percibe en detalles como las conductas delatoras que se dan entre los estratos más bajos. Camareros y taxistas se dedican a informar a sus sindicatos de lo que hacen los vecinos, especialmente los militares: cualquier actitud sospechosa en éstos se considera una notificación muy valiosa para los sindicatos.
En definitiva, una breve y fascinante reflexión sobre los fanatismos que lleva al lector desde la Edad Media en el sur de Francia, durante la persecución de los albigenses, hasta la guerra civil española. Dos historias cuyo protagonista comparte el mismo nombre, aparentemente distantes en el tiempo y el espacio pero que acaban fundiéndose en un único relato sobre la intolerancia y la persecución religiosa y política.