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Teresa Viejo
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Entrevista a Teresa Viejo, autora de “Que el tiempo nos encuentre”

“Mi obsesión era que nada frenara la emoción ni la acción”

jueves 23 de octubre de 2014, 13:23h

Con tan sugerente título de “Que el tiempo nos encuentre”, la periodista y escritora Teresa Viejo ha escrito una novela de difícil clasificación donde se mezclan acontecimientos reales con otros de la más pura ficción. Los primeros, siempre al servicio de los segundos. En la novela nos cuenta, someramente, la emigración de los exiliados españoles en México, aunque lo importante son las historias de pasiones desbordantes que nos cuenta.

Entrevista a Teresa Viejo, autora de “Que el tiempo nos encuentre”

Es ésta, su segunda novela, una obra muy trabajada, con varias tramas conectadas y con historias torrenciales que nos llevan por un México exuberante, con personajes muy curiosos y bien trazados. El desarrollo de la trama nos engancha desde las primeras páginas. En la entrevista, Teresa Viejo nos explica algunos de los secretos de su novela y sus afanes porque llegue a todo el mundo. La novela lo merece.

En el Epílogo del libro explica la historia del cineasta Miguel Morayta. ¿Surgió la novela al querer hacer un reconocimiento a su figura?
No exactamente, el nombre de Miguel fue solo un catalizador. La novela surge tras mi fascinación por una época y un país desconocido para nosotros; nace desde la evocación y la sensualidad que emanan sus paisajes. Me fascinó aquel mundo del cine de los años 40 donde todo era posible.

Es un personaje secundario, ¿no habría merecido un protagonismo superior?
En absoluto, Miguel Morayta y otros nombres reales son solo las muletas en las que se apoyan mis personajes de ficción para dar verosimilitud a aquellos años. Yo deseaba hablar de secretos que condicionan la vida de las personas, de misterios insondables casi rayando lo sobrenatural, de crímenes sin resolver y amores a contracorriente, y para ello convertir en protagonistas a los personales reales hubiera supuesto un lastre. Un autor no debe inventarse existencias que tuvieron un curso concreto. Y si lo hace debe mudar sus nombres y, en ese caso, ya no serían ellos sino otros.

Los únicos personajes que admitirían un spin off (aludiendo a la terminología cinematográfica) serían Lupe Vélez o Tina de Jarque, porque fueron actrices cuyas vidas superaron a sus ficciones.

Pasan los años y en España no se ha hecho un reconocimiento a los exiliados españoles que emigraron a México. ¿Por qué seguimos sin reconocer los méritos de esos emigrados?
Vaya por delante que “Que el tiempo nos encuentre” no es una novela sobre el exilio; utiliza el mundo del cine como un escenario y en él se dan cita españoles exiliados, como cineastas de otras nacionalidades o españoles que llegaban a México por variopintos motivos, como mi protagonista Aurora. Supongo que en la desmemoria entra en juego lo olvidadizos que somos para nuestro arte.

¿Cómo se portó México con los exiliados españoles?
México fue un país hospitalario y generoso porque todo estaba por hacer en él y valoraba mucho el talento. Me imagino que sería difícil para nuestros compatriotas labrarse un futuro en él, pero lo cierto es que lo lograron y pocos regresaron.

¿Hasta qué punto fue importante la presencia de españoles en la industria cinematográfica mexicana?
Muy destacable; siempre pongo el ejemplo de la primera edición de los Premios Ariel, en 1946 donde el Premio a la Mejor Película recayó en la adaptación de “La barraca”, y fueron españoles quienes se hicieron con los mejores galardones.

Aparte de Luis Buñuel, ¿qué cineasta merecería ser recordado?
Es importante destacar que Buñuel no empieza a trabajar en México hasta entrada la década de los 40; antes estuvieron Morayta o un gallego que me encanta por lo singular de su trayectoria: Juan Orol. También aparece en el libro. Fue espía, actor, banderillero, bateador y director de unas películas malísimas que alcanzaron notable éxito. El año pasado estrenaron una película en México sobre él; le llamaban “El rey del churro frito”.

¿Cuánto tiempo tardó en documentarse y en escribir la novela?
Tres años en total. Fue una tarea muy ardua.

Cuando se mezclan personajes reales y ficticios; ¿Qué se ha de tener en cuenta para que resulte verosímil?
Que los reales solo sirvan para ganar credibilidad en lo contextual; la fuerza de “Que el tiempo nos encuentre” está en Aurora y su relación de amor llena de idas y venidas con Pablo; en su crecimiento personal al ser revelado su pasado; en su cambio de Aurora a Vera Velier; en los misterios del torreón maldito en Casa Gialla, en la maternidad siempre a vueltas… Que ella interrelacione con gente real como Magda Donato, Miguel Morayta, Salvador Bartolozzi, Seki Sano, etc., sirve para que el lector piense que en aquel tiempo podría haber existido alguien como Aurora. La convierte en una mujer de carne y hueso.

¿Cómo se le ocurrió desfigurar la vida de Tina de Jarque?
A los cocineros no se les preguntan sus trucos (entre risas). Con la imaginación y la intuición de que una narración funciona si el lector elimina capas y capas ce cebolla hasta llegar al final. Yo solo dispongo capas para que el lector se entretenga en eliminarlas.

¿Cómo definiría su obra?
Es difícil definir lo que uno escribe porque narrar es algo muy pasional y cuesta adjetivarlo. Creo que escribo como soy y con los mismos leit motivs que me atraen como lectora: historias de emociones a flor de piel, con personajes fuertes a veces moviéndose en el límite de sus sentimientos y con morbosos misterios a su alrededor. Si no hubiera intriga, si no existieran muertes o secretos sin resolver, no sería un libro mío.

Su novela tiene varias tramas y saltos retrospectivos en el tiempo. ¿Con ello pretende mantener la atención y el suspense en el lector? ¿Cuál es su objetivo?
Mi obsesión era que nada frenara la emoción ni la acción y para ello reduje la 1ª parte del libro (en la primera versión había dos partes) en unos flash backs que dejaban solo lo sustancial para entender el porqué de los personajes. De ese modo el pasado son los recuerdos de mis personajes, al igual que instantáneas de un álbum de fotos. Así recordamos todos, por cierto.

¿Cuál es su personaje favorito de la novela?
Tengo un especial cariño a Berta, porque sin ese amor generoso y constante hacia Aurora, mi protagonista no hubiera superado sus traumas de niña. Representa el instinto maternal con mayúsculas; me da pena que el resto de los personajes canibalicen a ser un ser delicioso. Pero así son las novelas.

¿La pasión y el amor siguen siendo los grandes sentimientos que mueven el mundo?
Sin la menor duda: escribimos y leemos lo mismo que motivaba a los griegos, por poner un ejemplo.

¿No querer saber es una cobardía?
Para algunas personas sí. Fuera del libro no me gusta ser categórica, pero no cabe duda de que cuando alguien guarda un secreto que afecta a los demás y no lo revela, o cuando intuye algo que le cambiaría la vida pero prefiere ignorarlo, su actitud indica miedo, temor o cobardía de enfrentarse a la realidad.

En la novela la película del mismo título se queda sin rodar. ¿Le gustaría que se rodase una película o serie del libro?
No entra en mis planes, de verdad. Me obsesiona que la gente lea la novela porque observo tanto entusiasmo cuando la terminan que me digo “tienes que seguir contando tu historia a todo el mundo. ¡Merece la pena!”.

¿De dónde saca títulos tan atractivos para sus obras?
Supongo que es bagaje periodístico. Titulo dos artículos a la semana y sus títulos deben de ser atractivos si quiero que me lean.

Dice en su libro que la vida está llena de muchas incertidumbres y pocas certezas. ¿Cuáles son sus incertidumbres y sus certezas?
La propia vida es una incertidumbre; parafraseando al periodismo nos pasamos el tiempo buscando respuestas (¿Qué, cómo, cuándo, dónde, porqué?), pero si no fuese así, si el azar no traveseara con nosotros, sería muy aburrido. La única certeza no la voy a recordar aquí porque espero que a tod@s nos quede mucho hasta que llegue.

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