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Rafel Nadal
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Entrevista a Rafel Nadal, autor de “Días de champán”

“La frontera entre el periodismo y la literatura la veo muy difusa”

jueves 23 de octubre de 2014, 13:23h

Rafel Nadal es un sólido periodista bregado en mil batallas que ya hace unos años decidió dar el paso a la literatura, con “Días de champán”. Ya lleva dos novelas publicadas y un libro de relatos. Sin embargo, este último es especial porque cuenta unos acontecimientos cercanos a su familia. Es la historia de su familia aunque él asegura que “no he querido escribir la historia de mi familia, sino la historia de los pioneros de un siglo”.

Rafel Nadal
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La novela es exactamente eso, la historia de algo más de un siglo de una Europa en la que acontecieron sucesos de diferentes índoles, pero dos de ellos, ambas guerras mundiales, especialmente crueles y mortíferas. Todo bajo la trayectoria vital de una familia que supo reinventarse en varias ocasiones y con una de las referencias de esa época que era el champán.

El bisabuelo del autor, Francisco Oller se ve obligado a finales del siglo XIX a emigrar a Francia: una plaga de filoxera había dejado diezmada la producción del vino en Cataluña. En 1885 se establece en Reims y allí comienza a trabajar en la industria del corcho para tapones de botellas de todo tipo. Poco a poco va haciéndose con una cartera comercial y gracias a un socio consigue abrir una fábrica para la fabricación de tapones. Todo marchaba bien hasta que en 1915 los alemanes invaden Francia. Reims es invadida por el ejército del Kaiser y a los siete días es liberada; sin embargo, el frente de las trincheras queda muy cerca de la ciudad. Durante cuatro años y medio, todos los días, la ciudad donde se coronaban los reyes franceses, es bombardeada sistemáticamente.

“De 14.000 edificios que había en la ciudad, 12.000 son destruidos totalmente y los restantes 2.000 quedaron seriamente dañados. Durante la guerra los 70.000 habitantes de la ciudad tuvieron que vivir bajo tierra. Al principio no se dieron cuenta, pero gracias a las cuevas donde reposaba el champán, pudieron hacer una vida hasta cierto punto normal aunque hubo alguna vez, en el años 1917 que en un solo día llegaron a explotar 20.000 bombas”, cuenta el escritor nacido en Girona como casi toda su familia.

Imagínense la vida bajo tierra con el golpeteo diario de las bombas sobre sus cabezas, algo que habría podido romper la resistencia de cualquier persona. No fue así, la ciudad se reconstruyó, incluida su preciosa catedral gótica con su espléndido rosetón, y al igual que la ciudad, se reconstruyeron las vidas de los habitantes. La fábrica de tapones volvió a florecer hasta tal punto de expandirse y montar otra en Cataluña. Las guerras no pudieron con ellos. “La guerra hace salir lo mejor y lo peor de la humanidad. En mi familia hizo florecer ciertos valores, como el de la tenacidad. Dejaron atrás la miseria y forjaron un sueño”, dice el escritor y periodista catalán en la cafetería de un emblemático edificio de Madrid.

Francisco Oller inculcó a sus hijos esos sólidos principios necesarios para conducirse por la vida. “Sus cuatro hijos son muy parecidos al padre. Las tres mujeres llegan al punto de renunciar a su felicidad personal para casarse de conveniencia. Pero en algún momento tendrán que dar un puñetazo en la mesa para no perder la libertad personal”, nos anticipa el autor. En algún matrimonio, el acuerdo es muy duro, pero sin llegar a la humillación. Yvonne, por ejemplo, se casa a la fuerza, pero a los 15 días se da cuenta de la traición de su marido con otra mujer y le deja sin contemplaciones.

La novela es la historia de Francisco y sus cuatro hijos en Francia y está dividida en dos partes. “La primera está muy novelada. Para la segunda tuve mucha documentación para escribirla. En esa parte desvelo mis propias fuentes, muchas de ellas provenientes de correspondencia comercial de las empresas. En esas cartas se incluían muchos pasajes personales, todo eso lo he ido descubriendo poco a poco, también con la inestimable ayuda de amigos de la familia que me ayudaron a perfilar los personajes de la novela”, refiere en escritor.

La segunda parte es la más periodística por la documentación utilizada, aunque para Rafel Nadal “la frontera entre el periodismo y la literatura la veo muy difusa”. Al final, todo está envuelto en un contexto literario en el cual el lector llegará a sus propias conclusiones. Considera que su herramienta preferida es la escritura y en esta última novela “me he sentido muy escritor”. Después del esfuerzo que ha realizado, él cree ser un escritor lento, que tarda más de dos años en escribir un libro a razón de 8 ó 10 horas diarias. Ya está pensando en su siguiente novela. La ubicará en la Italia de la Segunda Guerra Mundial y de la que no vamos a anticipar más, pero sí diré que el argumento es sorprendente.

A Rafel Nadal le gusta escribir, es su pasión. Tiene dos formas diferentes: “como periodista tengo mis recursos, mis trucos. Pero como escritor soy diferente, más rebuscado. Me gusta mucho la lengua y a todas las frases las doy muchas vueltas hasta que fluyan las frases con naturalidad, que el lector viva la historia que cuento”, describe apasionadamente el escritor y añade “escribo muy pegado a la tierra, a mi territorio, a los ciclos de la Tierra y me encuentro más cómodo cuando escribo ficción en catalán, tengo más variedad de giros, en castellano soy más operativo”.

Rafel Nadal nos describe en Días de champán una familia que lucha contra el destino y la fatalidad. Con momentos de triunfo y momentos sórdidos que son productos de las guerras. Ahora bien, ha querido huir de contar cosas morbosas de la guerra civil y de la posguerra española. “Girona era muy federalista, muy socialista, pero se cometieron ciertas monstruosidades en la retaguardia de la guerra civil, como el asesinato de 280 curas en la provincia. Por eso, la pequeña burguesía se sumó al franquismo; querían una recuperación del orden”, señala. Esos pequeños burgueses se acabarán disolviendo en las clases medias.

En la charla no podemos dejar pasar los desencuentros que está habiendo entre Cataluña y el resto de España. “Se están perdiendo ocasiones de hablar de verdad. Las voluntades de las personas no se frenan con leyes. Solo se podrá hacer hablando, llegando a convencerles de que existe un proyecto común, si no irán hacia adelante, hacia la independencia, aunque sea un despeñadero”, opina el periodista, buen conocedor de la realidad catalana. “Hay que explicar las consecuencias. La gente está muy cabreada por la crisis, por los recortes, con los bancos y creen que la culpa la tiene el Estado”, analiza.

Repite que no se están explicando correctamente las posturas. “Hay más de 150 libros a favor del referéndum y de la independencia. En contra se han publicado 5 ó 6, pero no hay ni uno solo sobre una tercera vía. No entiendo por qué las personas favorables a esa vía no la sustancian”, se queja amargamente, para concluir diciendo: “al final, no podrán evitar una votación”.

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 (Fotos: Javier Velasco)
(Fotos: Javier Velasco)
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