Teresa Viejo ha sido pionera en algunas facetas del periodismo. Ha tratado tanto el radiofónico, como el televisivo y el escrito. En todas ha destacado y, ahora, también quiere destacar en el ámbito literario, después de tres exitosos ensayos lo intenta ahora con la novela y el comienzo no ha podido ser más prometedor escribiendo una novela subyugante y vigorosa.
Si la idea primigenia fue hacer un homenaje al cineasta español residente en México Miguel Morayta y por ende a todos los españoles que trabajaron en la industria cinematográfica mexicana, éste se quedó pequeño. Con esos mimbres ha sabido construir una novela atractiva y que deja al lector pegado al libro hasta su conclusión.
Que el tiempo nos encuentre se desarrolla en varios momentos temporales. La trama principal tiene lugar a primeros de los años cuarenta en diversas ciudades de México. Pero la novela transcurre en otros momentos, como son el comienzo de la Guerra Civil, su finalización y algunos flash-back a 1921 para explicar unos acontecimientos que van a ser fundamentales para entender el progreso de la novela.
La protagonista, Aurora, es una joven niñera de una hacendada familia, que llega a ocupar su puesto por lazos familiares que ella desconocía en un principio. Todo su mundo va evolucionando de manera imparable ante descubrimientos que no podía siquiera imaginar. Un primer amor en el Retiro madrileño en el umbral de una espantosa guerra es un ligero apunte de lo que el futuro la va a deparar. La familia Vigil de Quiñones decide emigrar a México y ella le sigue en un largo periplo.
La vida en México es una explosión de sabores, colores y vivencias. Allí se desarrolla la gran parte de la trama entre focos de películas y música de prostíbulos. En la trama se van mezclando personajes reales con otros ficticios. Incluso alguno de ellos como Edwina Schäfer la realidad se estrangula para conseguir un nuevo personajes de esos que hacen época. Es uno de los más logrados de la novela, que guarda un pasado sorprendente que la escritora no nos desvelará hasta casi el final de la novela.
Es, por tanto, una novela histórica en la debida proporción de que los personajes que pasan por la novela son personajes reales. Pero no es realmente lo más importante, son las pasiones humanas lo que identifica mejor a la novela. La historia de amor entre Aurora y Pablo Aliaga es sorprendente y gira siempre en torno a un tira y afloja donde la pasión va dando paso a la racionalidad y el materialismo. Al final, gana este último y esa historia tiene más de desamor y desencuentro que de sublimación amorosa.
Pero hay más sorpresas porque hay más historias de amor, con hijos ilegítimos, con familias encontradas. En Que el tiempo nos encuentre ocurre de todo pero sobre todo hay vida. Crímenes sin resolver, decisiones tempestuosas y placer y dolor al mismo tiempo. Es una historia con dos caras, donde todo parece salir bien mientras todo sale mal.
La historia de Aurora es sencillamente emotiva y subyugante. El cómo una niñera llega a convertirse en un estrella del celuloide llamada Vera Velier tiene una fuerza dramática contenida que explota en diversa ocasiones. Teresa Viejo ha obviado interpretaciones históricas, como la del SERE de Juan Negrín que manipuló a su antojo y por lo que fue acusado de enriquecimiento por personas como Indalencio Prieto o Cipriano Mera en sus memorias. Se ha centrado más en las pasiones de los protagonistas en sus vidas destrozadas por una guerra que tuvieron que reinventarse lejos de sus hogares.
Con un lenguaje sencillo pero rico, con unas tramas sorprendentes y emocionantes, la periodista y escritora Teresa Viejo ha compuesto un mosaico de emociones digna del mejor bolero. Esto es precisamente la novela un bolero por el que hay que dejarse llevar para encontrar la felicidad.
Críticas literarias
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