Cuando Juan Bonilla se encontró un día en Barcelona con Javier Marías y éste le preguntó: ¿qué estás escribiendo?, el escritor afincado en un pueblecito de Málaga le respondió que una novela sobre Vladimir Maiakovski. "Pero si ya no le conoce nadie", le espetó Marías, no falto de razón. Juan Bonilla pensó que mejor, que así le daría a conocer y el resultado ha sido su última novela: Prohibido entrar sin pantalones. Vladimir Maiakovski fue el más enérgico representante de la vanguardia rusa. Fue el gran poeta nacional de bolchevismos; en poco tiempo tuvo un auge y una caída estrepitosa a manos del estalinismo. Primero luchó por la revolución para alcanzar el poder. Una vez conseguido se convirtió en el gran propagandista del régimen soviético y de ahí, cuando se dio cuenta de que la burocracia es capaz de acabar con todas las utopías, pasó a ser abucheado por ese régimen al que había ayudado a conseguir el poder, cayendo en una crisis que le conduciría al suicidio. Juan Bonilla ha escrito una novela apoyada en la memoria, "una obra que permite hacer muchas preguntas inquietantes sobre este gran poeta que tuvo un sueño vanguardista que llegó a cambiar la vida de todos nosotros", explica el autor andaluz en una entrevista que tuvimos con él en estos días que está promocionando su cuarta novela por toda España. "Maiakovski estuvo muy implicado con el régimen soviético, pero no dejó de ser un poeta todo el tiempo", apunta el autor. Para el novelista y narrador, "él quiso que su vida fuera una obra de arte. Era ingenuo y emocionante y para unos podía estar loco y para otros no estarlo, pero lo que sí estaba claro es que sus acciones poéticas son de una sensatez extrema", afirma Bonilla. Ha utilizado mucha información biográfica para realizar la novela, y reconoce que ya no sabe diferenciar qué es lo histórico de lo que es ficción y que él ha añadido, pero lo que sí quiere señalar es su deseo de "contar la vida de Maiakovski, porque no estaba contada y merecía estarlo", apunta. El impulso vital de la vida del poeta soviético dejaba realmente mucho campo para la ficción y ese lo ha sabido llenar el narrador malagueño de una manera magistral y, ¿por qué no decirlo?, gamberra e irreverente. Para Juan Bonilla, Maiakovski era "un personaje salido de la nada, con cierta fama de gamberro e, incluso, perturbado por su propio mundo, ya que quería aplicar su poesía a la Revolución Rusa". Realmente lo llegó a hacer y fue considerado como el poeta nacional de la revolución, sólo hasta que llegó Stalin, tras la muerte de Lenin y el alejamiento de Trotski. Desde entonces se le consideró un payaso, en el sentido literal del término: le llevaban a actos oficiales para reírse de él. Otra de las facetas que refleja el libro es el trío amoroso que mantiene con Lily Brick, permitido y alentado por su marido Osip, lo que conforma uno de los triángulos más famosos de la literatura mundial al que habían llegado a un acuerdo, hasta de vivir juntos, "lo que narrativamente es muy rico", puntualiza el novelista. Esto de los tríos, incluso estaba bien visto en Rusia. Ya lo dijo Nabokov: la única manera de acabar con el adulterio es la sinceridad, que todos reconozcamos que somos adúlteros. Ya al final de su corta vida, mantuvo otro triángulo amoroso con Verónica y su marido. Al quedar ella embarazada y decidir abortar, el poeta, sumido en una depresión, acabaría suicidándose. "Maiakovski fue el autor del primer rap del mundo" Todas estas vicisitudes hicieron que el poeta se ensimismase y para volver a reivindicarse organizó una exposición que contenía sus 20 años de trabajo. "No dejó de ser un futurista en ningún momento. Fue el primer autor de un rap del mundo. El poema que dedicó a Lenin con sus muchas rimas, declamado a un ritmo frenético y con muchísima información, se puede afirmar que es el primero que se compuso", apunta el escritor jerezano con un tono de sorna y buen humor no carente de razones. Porque si el rap comenzó ahí, también el flashmob se le puede apuntar a él. Con los blusas azules hacía representaciones por la plazas de forma espontánea. Debido a la falta de papel en la revolución rusa, los soviéticos se tenían que informar en cartelones que se pegaban en los escaparates de las tiendas. O los actores, que contaban las noticias. Algo parecido a lo que se hacía en nuestras tierras con la literatura de cordel. "Todas esas ideas venían acuciadas por las necesidades económicas", señala. Quién sabe si no nos veremos así dentro de poco, o Internet está supliendo esa posible falta. Pese a la exposición, -que hizo para reivindicarse-, no consiguió tener la repercusión que él esperaba. "Vladimir Maiakovsi fue un perdedor, fue apartado como un apestado de la inteligencia soviética", describe el escritor. Ese cúmulo de razones: exposición que fracasa, amante, Verónica que no quiere tener el hijo del que se queda embarazada, todo tipo de patadas, le conducen a un callejón sin salida, donde la rutina, lo que más odiaba en el mundo, se repite. No quiere someterse a esa rutina y decide poner punto final a su vida. "La novela está escrita para que Maiakovsi la apruebe", afirma tajante el autor. Por eso ha utilizado técnicas y tácticas del propio autor, pero sobre todo ha escrito una novela con mucha originalidad. "No se sabe muy bien quién cuenta la novela. Aunque escrita el tercera persona, en ocasiones es la voz de primera persona del plural la que toma las riendas", reconoce Juan Bonilla. "En Prohibido entrar sin pantalones he buscado un tipo de cercanía con los lectores. Una cercanía periodística que, desde luego, los poetas pueden ejercer de periodistas y al revés", señala. Esa simbiosis se da en una novela que ha quedado a Juan Bonilla moderna, actual y rompedora, teniendo por objetivo demostrar a los jóvenes lectores que la poesía no es una cosa melosa y cursi. La poesía tiene un poder transformador que hace que no debamos conformarnos con lo que vivimos. Su libro no solo nos va a ayudar a transformarnos, sino que además lo vamos a pasar bien leyéndolo, que es lo realmente importante. Puede comprar el libro en:
+ 0 comentarios
|
|
|