Durante la Guerra de Independencia española, en 1809, Manuel Blanco, de profesión carbonero y alcalde de Garcisancho, un pequeño pueblo salmantino cercano a Alba de Tormes, se entera por casualidad de una importante información sobre la situación de las tropas españolas en las proximidades de dicho municipio. Pensando en el bienestar de su pueblo, y harto del comportamiento de los soldados de ambos bandos, Manuel decide entregar a los franceses esa información a cambio de la promesa de dejar a su pueblo al margen de las hostilidades, así como de una cierta cantidad de dinero. Esta “traición honorable” provoca la estrepitosa derrota española en la batalla de Alba de Tormes, y da inicio a una trama de asesinatos y venganzas que afectará a varias generaciones.
Ya en nuestros días, Julia Conde, periodista madrileña cuya familia proviene de Garcisancho, está pasando por una mala racha: a su doloroso divorcio de Lucas debido a una infidelidad de éste, se suma ahora la muerte de su abuelo Luis, aparentemente como resultado de una caída fortuita. Pero durante la lectura del testamento, Julia recibe una carta oculta de su abuelo; en ella, el anciano le cuenta que años atrás un vecino le insinuó, en plena borrachera, que a su padre le asesinó durante la Guerra Civil otro vecino del pueblo. Le cuenta también su sospecha de que esa muerte dio lugar a la del famoso actor y cantante Francisco Duque, que fue hermano del asesinado y probablemente averiguó la verdad. Por último le traslada su temor a ser él mismo asesinado por sus intentos de esclarecer los crímenes, y le pide que, en caso de recibir esta carta póstuma, sea ella quien los investigue.
En la historia paralela, el alcalde traidor Manuel Blanco ya ha regresado a Garcisancho. Con el dinero recibido de los franceses decide satisfacer varias deudas contraídas algunos años antes. Tan insólito dispendio despierta enseguida las sospechas de Ramón Romero, un joven tullido que se gana la vida haciendo retratos y enseñando a leer y escribir. Ése y algunos otros indicios le bastan para descubrir la traición de Manuel. Decide poner el hecho en conocimiento de otros vecinos, pero antes escribe un relato que narra la traición. Cuando sale de casa Manuel lo está esperando y le mata de un disparo en la cabeza; luego, el anciano alcalde dispone la escena para simular un suicidio. Felisa, la viuda de Ramón, trata de hacer ver a sus vecinos la culpabilidad de Manuel, y al no conseguirlo decide encerrarse en su casa para siempre. El alcalde va a visitarla aprovechando que el resto del pueblo está en la Misa de Fin de Año y, tras una violenta discusión, termina matándola. Está convencido de que su crimen va a quedar impune, pero Leopoldo, el hermano adolescente de Felisa, ha presenciado la terrible escena. Aterrorizado, el joven huye del pueblo llevándose el relato de la traición y unos cuantos retratos dibujados por su difunto cuñado.
Con desgana y una cierta irritación hacia su abuelo, Julia inicia la investigación solicitada en la carta póstuma trasladándose a Garcisancho. Allí parece imperar la ley del silencio en todo cuanto se refiere a la Guerra Civil, y no puede descubrir nada relacionado con la muerte de su bisabuelo. Pero con ayuda de una vieja amiga de la infancia y de los libros parroquiales, averigua que hubo en su familia un asesinato provocado por una traición que se remontaba a los tiempos de la Guerra de Independencia. También que ese asesinato llevó sesenta años después a la venganza de un antepasado suyo conocido como el tío peseta. Con estas primeras averiguaciones llegan también las primeras amenazas. Envalentonada por su propia capacidad investigadora y a despecho de los intentos de coacción, Julia visita en una residencia al anciano cuya indiscreción provocada por el alcohol levantó en su día la liebre. Éste, aunque atemorizado por las posibles represalias contra él y su familia, le confirma que su bisabuelo fue asesinado en la Guerra Civil, y que el motivo fue el relato de un asesinato cometido en otra guerra. Julia deduce entonces que su bisabuelo le dejó a su hermano Francisco un relato de la Guerra de la Independencia, y también que el cantante probablemente se lo transmitió antes de morir a su secretario y amante. Sin decir nombres para tratar de proteger a su familia, el anciano ha puesto a Julia sobre la pista del asesino.
Gracias a su ingreso en el Ejército de Extremadura, el adolescente Leopoldo consigue llegar hasta Cádiz y desde allí a Cuba. Sesenta años después, su hijo Rafael, que ha cambiado su apellido por Conde y al que no tardarán en apodar tío peseta, regresa a Garcisancho con la intención de vengar los asesinatos de Ramón y Felisa. Observa con indignación que, gracias al dinero que Manuel recibió por su traición, la familia Blanco es ahora la más rica y poderosa del pueblo. Rafael seduce a una de sus miembros, se casa con ella y después le hace la vida imposible, hasta que la mujer no puede aguantar más y se suicida. En respuesta el patriarca de los Blanco intenta asesinar al tío peseta con la ayuda de su otro yerno, Marcos Cañada, pero el cubano se anticipa a sus movimientos y les amenaza con divulgar el relato de la traición que echaría por tierra el buen nombre de su antepasado Manuel. Aunque de momento ha conseguido desbaratar sus planes, el tío peseta sabe que Marcos esperará una oportunidad propicia para devolver el golpe cuando y donde más le duela.
De vuelta en Madrid, Julia continúa sus pesquisas con ayuda de su ex marido Lucas, teniente de la Guardia Civil. Pronto descubre que el asesino de su bisabuelo podría ser nada menos que el padre del candidato a la alcaldía de Madrid, Diego Cañada, cuya familia proviene también de Garcisancho y desciende por línea directa del mismísimo Manuel Blanco. Aprovechando su condición de periodista, Julia acude a una rueda de prensa y pone en evidencia al más que probable futuro alcalde frente a los medios de comunicación. Al mismo tiempo, se pone en contacto con Álvaro, un catedrático de historia contemporánea (y más pronto que tarde su nuevo amante y compañero) que lleva años defendiendo, en franca oposición a todos sus colegas, que la batalla de Alba de Tormes se perdió por culpa de una traición. La actuación en la rueda de prensa del candidato pone a Julia en el ojo del huracán, y no tarda en recibir una llamada que le comunica el secuestro de su hermano pequeño Raúl. Gracias a una pista que el propio Raúl les proporciona por teléfono, Julia y Lucas consiguen liberarle. Tras un corto e intenso interrogatorio, el secuestrador confiesa que también le pagaron por empujar a su abuelo por las escaleras, aunque no sabe decirles quién le contrató.
Son los albores del siglo veinte; la posesión del manuscrito de la Guerra de la Independencia ha proporcionado al tío peseta y los suyos veinticinco años de relativa tranquilidad. Pero aprovechando un día en que toda la familia Conde está distraída durante una celebración, Marcos Cañada incendia la fábrica de azúcar que tantos años le costó levantar al tío peseta. Éste cree entonces que ha llegado el momento de contarle a su primogénito la historia del manuscrito que describe la traición. En principio el joven se niega a perpetuar aquella sorprendente historia de odios y asesinatos, pues mantiene una relación excelente con su primo, el único hijo varón de Marcos. Sin embargo, cambia de idea cuando, antes incluso de que ese fatídico día llegue a su fin, su padre y su padrino mueren asesinados. Decide que le traspasará a su hijo Felipe (el futuro bisabuelo de Julia) el relato escrito cien años atrás por Ramón Romero.
Cuando Julia retoca unas antiguas fotografías relacionadas con el caso de Francisco Duque, descubre horrorizada que el secretario del cantante es en realidad tío Anselmo, un amigo íntimo de sus padres que desde hace más de treinta años ha estado al lado de su familia. Al pedirle explicaciones, Anselmo reconoce varias cosas: ser el secretario y amante, estar en posesión del relato y haber sido el que amenazó a Julia durante su investigación en la casa parroquial de Garcisancho. No reconoce, sin embargo, ser el que ordenó el asesinato de su abuelo ni el secuestro de su hermano. Julia no le cree, y esto hace que, momentáneamente, se desvíe de su línea de investigación. Mientras conduce pensando en pedir disculpas a los Cañada por su actuación en la rueda de prensa, un hombre se introduce en su coche y la secuestra usando cloroformo. Al despertar se encuentra atada frente al gigante Walter, el ayudante de Anselmo, que la somete a un interrogatorio cargado de violentas amenazas. Tras recibir una llamada telefónica el gigante se dispone a matarla, pero la providencial intervención de un desconocido lo evita. Walter huye herido y dejando atrás su teléfono móvil, donde Julia escucha la grabación de un mensaje para el gigante con una voz que sorprendentemente no es la de Anselmo, sino la de Santiago Cañada, el hermano mayor del candidato a la alcaldía de Madrid.
Ante la negativa de su hijo a satisfacer su obsesión por recuperar el relato, Marcos Cañada transmite en su lecho de muerte el encargo a su nieto Jesús. La Segunda República está a punto de proclamarse, y en el horizonte ya se vislumbra el amenazador fantasma de la Guerra Civil. Un tribunal falangista obliga a Felipe Conde a marchar al frente, donde será asesinado por Jesús Cañada. Ya en los años sesenta, éste le confesará a su hijo Santiago que ordenó el envenenamiento del cantante Francisco Duque. Le pide que trate de encontrar a su desaparecido secretario, pues además de estar en posesión del relato que su familia buscaba desde hacía un siglo, logró grabar su confesión del crimen y mediante ella le chantajeó varios millones de pesetas. El joven Santiago acepta la tarea de mala gana, y cuando años después detecta que el secretario regresa a España ocultándose bajo la piel del tío Anselmo, introduce a Walter en su vida para tenerle vigilado.
Ya libre del secuestro, Julia escucha un mensaje que Anselmo ha dejado grabado en su contestador. A continuación llama a Álvaro, el catedrático de Historia, para decirle que sabe dónde está el relato que corrobora sus tesis acerca de la batalla de Alba. En el mismo lugar hallan la grabación en la que el padre de los Cañada reconoce ante Anselmo haber ordenado el asesinato de Francisco Duque. Una vez hecha pública esa grabación, todo se resuelve. El político dimite y su hermano es detenido; Julia asciende a subdirectora del periódico y es nombrada hija predilecta de Garcisancho en un emocionante homenaje. Después ella y Álvaro, que resulta ser un descendiente directo del general español que perdió la batalla de Alba, comienzan una relación sentimental. Lo único que faltaba por resolver era la identidad del desconocido que la salvó de morir a manos de Walter: un hombre al que el vigente alcalde de Madrid, y oponente electoral de Diego Cañada, asignó su protección tras el escándalo ocasionado por la rueda de prensa.
Novela histórica
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