El libro comienza con Entre tibio y Tombuctú, entre los cuales encontraríamos en un diccionario la palabra tiempo. Es la historia de un hombre obsesionado con lo que hay más allá de la vida tras perder a su mujer en un accidente de tráfico y tras salvar a un viejo pescador de las garras de la muerte por asfixia. Así, su obsesión por la muerte le llevará a cometer actos de extrema locura para ver si es cierto que toda su vida pasará por sus ojos mientras su cuerpo expira o si hay luz al final del túnel.
El segundo episodio se titula Roma. En este caso, Roma es una obra teatral que duró un solo día en los teatros y que es rescatada por un peculiar grupo de cuatro artistas amateurs que dan visiones opuestas de la vida, desde el hombre taimado al que le falta un hervor que nos narra este relato en primera persona, hasta dos chavales que podríamos comparar con la noche y el día en cuanto a sus formas prácticamente opuestas de ver la realidad (realista y objetivo el uno, sentimental y delirante el otro), pasando por un personaje más complejo que los tres restantes juntos: el personaje de Melody, una joven que ha sido educada en la visión de la religión más dura y en el pavor al pecado (pese a que su padre, quien la educó, es un timador que ha robado millones de dólares) que debe interpretar a una mujer de moral distraída.
Paraíso junto al río nos narra la historia de un joven de diecisiete años con la cabeza llena de pájaros en todo lo que respecta al amor y a la amistad, cuya historia nos dará una impactante sorpresa al final.
La cartera del cretino, el relato que da nombre al libro, nos narra la historia de un agente financiero encargado de llevar, entre otras, la cartera de valores de 20000 dólares de un huérfano estudiante de teología, que de un día para otro, se dispone a sacar una suma nada despreciable de esa cantidad. Esto dará lugar a una investigación poco profesional por parte del asesor para saber qué uso le pretende dar al dinero, lo que origina una trama que muestra la dureza de la vida y las sorpresas que puede darnos, para bien o para mal, en tan pocas páginas que parecería imposible resumirlo así de bien.
En Señorita Snow, está usted despedida, Vonnegut nos habla de las grandes envidias que se generan en un ambiente laboral competitivo y en el uso de argumentos mínimos y sin base lógica para que el progreso de unos signifique la desgracia de otros; además de ahondar en la génesis de las relaciones sentimentales en el lugar de trabajo.
París, Francia es un relato en el que Kurt Vonnegut pone en contraposición los sentimientos que desarrollan en viajes al extranjero las personas cerradas de mente, cuyo apego a su lugar de origen y (sobre todo) cuyo miedo a lo desconocido, les impiden disfrutar de experiencias inolvidables; con la felicidad y la euforia de aquéllos que viajan con toda la ilusión del mundo. Esto da lugar a una magnífica reflexión sobre lo que el turismo realmente significa actualmente. En unas pocas páginas, logra un efecto magnífico.
El último de Tasmania es un relato que el propio Vonnegut narra en primera persona en el quinto centenario de la llegada de Colón a América y es quizá el relato más personal e íntimo de todos los que componen la novela. Podríamos decir que este relato es sencillamente indescriptible, así que les animo a leer la novela para descubrir su grandeza literaria.
Finalmente, La ciudad robot y el señor Caslow es un relato de ciencia ficción inacabado que nos traslada a un futuro posterior a una tercera guerra mundial contra unos individuos robóticos. Es una pena que este cuento no tenga final, porque termina de forma abrupta, a la par que interesante.
En definitiva, La cartera del cretino es un excelente libro de relatos cortos en el que Kurt Vonnegut nos lleva a los rincones más oscuros del alma humana con mucho ingenio y humor.
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