En esta ocasión el escritor, afincado entre Cornualles y Londres, como en su novela Un traidor de los nuestros, centra su trama en los últimos años del nuevo laborismo de Tony Blair, una tercera vía que por extraño que parezca coqueteó con los líderes conservadores, tales como George W. Bush y José María Aznar. Esa vía no podía llevarle a otra cosa que una vía muerta en la que acabó su periplo como Primer Ministro británico, sacudido por los escándalos, tanto políticos como económicos.
En "Una verdad delicada", John le Carré nos cuenta un hecho que si no fue verídico estuvo a un paso de serlo. La inteligencia británica monta una operación antiterrorista en su insípida colonia de Gibraltar, donde colaboran el ambicioso ministro del Foreign Office, que ya anteriormente había tenido un affaire en otro ministerio por cuestiones monetarias y un contratista de Defensa privado que es amigo suyo.
Este contratista privado tiene en nómina a varios ministros y diputados, tanto de la Cámara de los Comunes, como de los Lores. En esa operación denominada Fauna, el supuesto traficante de armas yihadista que había que capturar, no aparece por ningún lado. Sin embargo, para el Foreign Office la operación resulta un éxito y así se lo hace saber a los integrantes de la operación que no se han enterado realmente de lo que ha sucedido. Realmente lo que ocurre es que mueren, por equivocación, una mujer musulmana y su hija.
Estas muertes se tapan de tal forma que toda la documentación de la operación desaparece y todos los integrantes de la misma son, paulatinamente, comprados o anulados. El protagonista, Tony Bell, asistente personal del propio ministro, es el único que en un principio se da cuenta del desastre que supone la operación e intenta impedirla. Como premio es destinado a Beirut.
La novela trata dos temas muy interesantes. El primero es el papel cada día más predominante de los cuerpos y ejércitos privados que, evidentemente, se mueven por intereses económicos y no les importa comprar políticos para mejorar su cuenta de resultados; el otro es el papel de los servicios de inteligencia que se muestran auténticamente chapuceros para dejar paso a estos cuerpos de seguridad privados.
Leyendo atentamente Una verdad delicada, nos damos cuenta de que estos servicios se parecen más a los que describía Ian Fleming en sus novelas, auténticamente inverosímiles. La chapuza está instalada en estos servicios de tal forma que al enterarnos, como está ocurriendo en la actualidad con los papeles de wikileaks, nos ponen los pelos de punta, al preguntarnos en manos de quiénes estamos y que dirigen nuestros destinos.
En la novela, John le Carré escribe de forma muy moderna y novedosa. Sus diálogos son chispeantes y la base fundamental de la misma. La acción de sus anteriores obras, ha quedado postergada a favor de las conversaciones que mantienen los protagonistas, donde la ironía y el humor británico son las características fundamentales de su escritura.
Afortunadamente, hay todavía funcionarios que tienen principios como la honestidad y la búsqueda de la verdad. En el bando contrario están los políticos y los empresarios que han dejado esos principios para buscar sin ningún tapujo los beneficios económicos. Lo cual nos hace ver que no es todo oro lo que reluce y que los gobiernos tienen más alcantarillas que cualquier ciudad metropolitana.
Aunque parezca mentira, John le Carré se mantiene joven a sus 82 años y nos muestra de manera impactante esos bajos fondos donde la gente sin escrúpulos tiene su reino. Y lo hace de forma rigurosa y documentada, a la vez que vertiginosa y sorprendente. Casi cada página nos da un sobresalto al corazón y nos hace preguntarnos en manos de quiénes estamos, que son capaces de llenarnos de mentiras de conveniencia para conseguir sus malditos objetivos. Ya no quedan escritores como él, que es capaz de contar, de manera cruda, los ataques que sufrimos a nuestra libertad personal.
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