José Calvo Poyato es un historiador y escritor riguroso. Toda buena novela histórica tiene que partir de ese principio de rigurosidad pero, por sí solo, ese único concepto no vale, se le debe añadir una trama que mantenga la atención del lector, más cuando sabemos cómo va a terminar la historia. Alterarla sería un pecado de lesa majestad. Ante todo una novela histórica ha de ser historia, aunque está claro que necesita una ficción que una los hechos históricos.
El autor, desde luego, no estuvo allí para poder contar las conversaciones que se mantuvieron, pero ha de tener la libertad y la creación para imaginársela. El escritor cordobés, la tiene y a raudales. Sus diálogos son vertiginosos y atractivos y con ellos suple o recuerda hechos históricos que el lector debería conocer para poder seguir la trama sin perderse en ese aluvión de datos, históricos o ficticios, que nos da el autor a lo largo de toda la novela.
Todos conocemos, por el drama de Federico García Lorca, la historia de Mariana. Tal como la cuenta el poeta granadino tiene algunas licencias literarias destacables. Calvo Poyato, no solo intenta, sino que consigue deshacer esos entuertos. Él sabe que los historiadores españoles sólo han escrito para su tribu que la mayoría de ellos no tienen repercusión por lo aburrido que escriben y la sobredosis de citas que utilizan. Para el autor de Sangre en la calle del Turco, un historiador debe ser un divulgador de la historia que haga asequible al lector sus conocimientos. Baste fijarse en los múltiples hispanistas británicos para entender cómo se debe contar la historia.
Quien lea Mariana, los hilos de la libertad, cosa que recomiendo encarecidamente, se enterará de los pormenores de la vida de la aristócrata granadina preocupada por la falta de libertades que se padecía en España entre los años 1828 y 1831, tiempo en el que sucede la historia, pero que podíamos ampliar a todo el reinado de Fernando VII, el rey Felón, el peor rey que ha habido en España de largo, salvo el trienio liberal de 1820-23, que se acabó gracias a la fuerza de las armas, esta vez extranjeras, los tristes cien mil hijos de San Luis que invadieron España para reinstaurar un régimen absolutista.
Mariana de Pineda fue condenada a muerte por tener en su casa una bandera sin terminar. Unos dirían que contenía símbolos masónicos, otros mensajes revolucionarios. Su condena fue un crimen en sí mismo dictado por un subdelegado de policía y alcalde del crimen de Granada. Un ser abyecto e impresentable al que solo guiaba su afán de venganza y medrar en la Corte; Ramón de Pedrosa fue este personaje histórico que cometía arbitrariedades en nombre del rey, que lo era por la gracia de Dios.
José Calvo Poyato divide la novela en dos hilos narrativos. El primero son los hechos meramente históricos a los que los da una belleza muy decimonónica, en la tradición de la buena literatura de Benito Pérez Galdós., pero con una pluma más concisa y visual. Se diría que todo lo que escribe lo está viendo delante de sus ojos. El segundo hilo argumental es una novela policiaca. Por los crímenes de la Inquisición, se conocen una serie de asesinatos que se producen en Granada y que aparecen con corozas de la Santa Inquisición. El peso de esta trama la lleva el policía Antonio Diéguez con la ayuda de don Matías Marculeta, un experimentado detective llegado desde Madrid.
Los crímenes se van sucediendo de manera irremisible sin dar con el o los culpables. Las dos tramas las va mezclando ágil y sabiamente el autor de Conjura en Madrid. Cada final de capítulo nos va dejando con la intriga en los labios y va saltando de una trama a otra, de la ficción a lo acontecido realmente a su antojo, jugando con el lector para crearle una tensión que le impida dejar el libro hasta la resolución de la trama. Todos sabemos cómo murió Mariana de Pineda, pero lo que no sabemos es quién o quiénes son los asesinos de la Inquisición.
José Calvo Poyato consigue una novela de un ritmo vertiginoso, su manera de escribir es límpida, concisa y, profundamente, rigurosa. Sus novelas históricas han ido creciendo en calidad y ha conseguido el equilibro perfecto entre la ficción y la no ficción. En sucesivas novelas nos irá dejando su impronta, sus conocimientos y su valiosa manera de ver la historia con los conocimientos de hoy, pero la vista del mañana.
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