Así nos adentramos en la vida de Ana, la cual será relatada en forma de flashback, alternando episodios actuales con los hechos acaecidos en su pasado desde su infancia, durante la cual una salvaje guerra civil le arrebató su inocencia y le hizo dejar de creer en la bondad del hombre, pero pese a lo cual nunca dejó que la maldad, la amargura y el resentimiento se hicieran con un hueco en su corazón. Así, desarrollará un intenso don que le permite saber qué es lo que necesitan todos los que están a su alrededor, para poder proporcionárselo en la medida de sus posibilidades.
La novela alterna los pasajes en primera persona en los que la propia Ana relata su pasado con la narración en tercera persona, con la que se inicia la novela y con la que se enfocan los acontecimientos más actuales, aunque sin que por ello se pierda un ápice del sentimiento que rebosa de las páginas de esta novela.
Hablando de sentimientos, la propia contraportada de la novela nos dice que no existen palabras suficientes para poder explicar los sentimientos y las emociones que esta novela va a transmitirnos y no puedo estar más de acuerdo con esta afirmación, ya que ni siquiera sabría por dónde empezar si tuviera que contar lo que he sentido con esta novela y las pasiones que en mí han surgido durante su lectura, ya que una de las cualidades que caracteriza a la escritura de Cecilia Samartin es su capacidad de transmitir incluso las más oscuras y profundas desgracias sin perder ni un ápice de sentimiento, además de ser capaz de estremecernos tanto con su descripción de las alegrías como de las miserias.
Dejando a un lado el estilo, la trama de esta novela es de lo mejor que he leído a lo largo de este año, e incluso mejor (bajo mi punto de vista, por supuesto) que la otra novela de Cecilia que he tenido la suerte de poder leer, La abuela Lola. Esta novela que les refiero ahora también exuda pasión y sentimiento de un modo totalmente espontáneo y directo, sin florituras ni palabras que, en demasiada cantidad, echarían a perder el efecto casi místico de la literatura de Cecilia; pero El don de Ana ha conseguido llevarme mucho más allá.
En definitiva, les recomiendo encarecidamente que lean El don de Ana porque nos relata una historia que tiene la capacidad de llegar de un modo sencillo y perfecto al corazón de los lectores y encontrar un hueco permanente en él.
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