"Los días del Arcoiris", de Antonio Skármeta

Nico ve cómo se llevan a su padre, el profesor de filosofía, delante de toda la clase y recuerda que su misión principal es lograr que vuelva. Su enamorada, Patricia Bettini, le acompaña en su soledad y, con un acto imaginativo y lleno de humor, abren el camino a la libertad en un país cercado por la dictadura y el silencio.

Con la prosa delicada de Antonio Skármeta y la voz de Nico, la novela es una bella historia real de ilusión y esperanza en tiempos difíciles. En la novela se combinan la primera persona centrada en Nico Santos, con una prosa más juvenil y más cercana al lenguaje coloquial, con la tercera persona, en la que el estilo del autor aflora por sí solo para centrarse en los principales episodios que acontecieron en la campaña del NO a Pinochet y en los escarceos con un gobierno que busca legitimarse como una democracia permitiendo por primera vez a la oposición demócrata estar en las mesas electorales y participar en el recuento junto con los funcionarios, pensando que ganará el "Sí" y terminar con la presión internacional que se cierne sobre la dictadura.

Uno de los focos en los que se centra la novela es en la detención del padre de Nico, un profesor de filosofía que fue detenido a causa de uno de sus propios alumnos, al mostrar éste al rector unos apuntes en los que el profesor comparaba la política de Pinochet con la obra de Platón, diciendo que la dictadura era un mundo de sombras que impedía a los chilenos ver la realidad. El proceso de detención era muy variado, el profesor Santos fue detenido en las mejores circunstancias, más de treinta testigos vieron cómo los agentes del gobierno se lo llevaban detenido, pero muchos no tenían tanta suerte y terminaban, simplemente, desapareciendo y sus huesos solían terminar en el fondo del mar, en un saco lastrado con piedras.

A partir de esta línea narrativa, el autor nos ilustra acerca de las estrategias que los opositores utilizaban para evitar la desaparición, entre las cuales encontramos desde llamadas a gente bien relacionada con la Iglesia para finalmente conseguir que altos cargos eclesiásticos mediaran su liberación, hasta estacionamientos frente al ministerio del Interior con las luces de emergencia encendidas y el claxon activo para llamar la atención y no dejar de hacerlo hasta que el familiar que entró vuelva a salir.

El otro gran foco es la campaña del NO, en la que el mejor publicista chileno realiza todo el esfuerzo que es capaz de hacer para, con un espacio de quince minutos en la televisión, abrir una brecha en quince años de dictadura. La campaña del arcoiris, que usa este símbolo como la unión de los dieciséis partidos demócratas, busca el voto del NO entre los indecisos centrándose en la alegría y en una visión de futuro que busque dejar el pasado atrás y cambiar una época de sufrimiento, miseria y dolor por un periodo de cambio y mejoras.

En definitiva, una novela de padre e hijos, maestros y discípulos que se las ingenian para devolver los colores y la música a una capital gris.

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