También con una serie de muertes inexplicables, suicidios por desangramiento en su mayor parte, que los lugareños atribuyen a un vampiro legendario, el Vampiro de los Montrose. La incredulidad de Connolly alienta la del lector, una estrategia perfecta para establecer una complicidad inmediata entre ambos. Él no cree en esas historias, pertenece al siglo XX, y todas esas habladurías no hacen sino acrecentar sus sarcasmos.
Encuentra una aliada en la temperamental Valeria de Montrose, con quien establece una relación de amor-odio que parece estar por encima de su voluntad. En cada una de sus noches de pasión, Valeria prueba el sabor de su sangre mientras se ríe de quienes creen en las historias de vampiros. Pero Connolly no comenzará a sentir los efectos reales de sus mordeduras hasta que se enamora de su hermana pequeña, Anna Livia, una adolescente etérea y virginal, que sueña con príncipes encantados y cuentos de hadas.
Entre tanto las muertes enigmáticas continúan sucediéndose. Y cada una de ellas se ve precedida por la aparición de una espectral Dama Blanca, labanshee de los Montrose, en quien la gente de Gairloch ve una personificación fantasmal del Vampiro. Nadie sabe de quién se trata a ciencia cierta, pero en algunas de sus apariciones tiene el rostro de Valeria, en otras el de Anna Livia, y siempre una espada ensangrentada como anuncio de su venganza, que no dejará de cumplirse hasta el final.
Como todos los que pueblan esta novela -como nosotros mismos-, Stuart Connolly es un personaje complejo: no puede creer el delirio en el que está viviendo, pero tampoco puede sustraerse a esa pulsión tenebrosa que va creciendo en él a medida que sucumbe a las pasiones enfrentadas de Valeria y Anna Livia de Montrose. Las dos hermanas parecen entregarse a él, una a través de posesiones cada vez más violentas, la otra por medio de las más delicadas, mientras lo van convirtiendo en un ser dependiente de sus besos, tal como el vampiro lo es de la sangre de los seres a los que ama.
A través de la metáfora y la mitología del Vampiro, Álvaro Bermejo explora en esta novela los laberintos más oscuros de la pasión romántica, del amor que nos lleva a buscar en los otros aquello que más amamos de nosotros mismos, o aquello de lo que más carecemos, hasta el amor total que trasciende la existencia misma.
Contada con una notable sabiduría narrativa, dosificando los elementos de suspense capítulo sobre capítulo hasta un desenlace algo más que sorprendente, Eternamente Tuya pone en escena la desesperada humanidad de sus personajes, que operan como un espejo de la complejidad, tantas veces contradictoria, de nuestros propios sentimientos. Pues, a fin de cuentas, lo que plantea es una indagación acerca de nuestras zonas oscuras, hasta la raíz misma del terror, hasta hacernos descubrir que más allá de todo eso el único camino de redención pasa por amar incluso a quienes nos destruyen.
Novela romántica, por tanto, sin dejar de ser genuinamente vampírica. Novela de misterio que por momentos deriva hacia el thriller esotérico cruzado con el policiaco. Novela que te atrapa por su estilo desde la primera página, "Eternamente tuya" seducirá a los amantes del género clásico tanto como a los buscadores de relatos más modernos, pues posee múltiples facetas y niveles de lectura. Hay amores que se expanden en la pasión, pero hay otros que crecen a través del sufrimiento. Los de este relato beben de ambas fuentes para brindarnos todo un homenaje al placer de la lectura. Plenamente recomendable.
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