Jordi regresa al pueblo después de veinte años, y lo hace en respuesta a una desesperada llamada telefónica de su primo Diego: un trágico accidente ha acabado con la vida del padre de este último y dejado en coma irreversible a la madre. La tragedia actual, que conmociona al pueblo entero, provoca el afloramiento de los recuerdos enterrados de otra tragedia muy anterior pero que, de algún modo, podría estar relacionada.
Cuando ya se disponía a olvidar el pasado de nuevo y regresar a Barcelona, unas libélulas que se cruzan en su camino y una visita al viejo Flamingo, un Club de carretera abandonado donde parece estar viviendo un extraño mendigo, hacen que Jordi tome la decisión de quedarse a investigar, junto con Diego, lo sucedido dos décadas antes, porque todo apunta a que nada ocurrió como se les había contado.
Una historia de pasiones, dinero fácil, negocios sucios, venganzas y manipulación constante, sexo y poder, esplendor y decadencia, y de cómo Jordi y Diego logran desenterrar la verdadera memoria oculta de sus vidas descubriendo lo que, quizás, hubieran preferido seguir ignorando.
Tierra de libélulas es un proyecto original ya que, como comentamos al inicio, es una novela que ha surgido a partir de un guión cinematográfico, cuando lo más usual son las adaptaciones de novelas a la gran pantalla. En este caso, el guión de El desentierro (lo que se conserva como el subtítulo de la novela) ha sido transformado en Tierra de libélulas. Pese al título final del libro, que incluye a un insecto, éste no tiene relación con las últimas cuatro novelas de Ramón Cerdá debido a la total ausencia de un componente esotérico/pseudoesotérico.
Este libro es un interesante thriller con un importante componente psicológico, pero también de investigación, la cual viene acompañada por unas cuantas gotas de acción e intriga. Pese a la aparente dificultad de desentrañar hechos acontecidos pasados ya veinte años, Ramón Cerdá, autor de novelas como Las voces de las hormigas, ha logrado combinar una trama de 2013 con otra de 1993 con una gran solidez y, aparentemente, con una gran sencillez, ya que salta entre ambas épocas incluso en un mismo capítulo en el que un personaje hace confesiones sobre hechos pasados.
Por otro lado, la novela toca temas muy variados pero que siguen siendo temas importantes de actualidad desde la década de los noventa. Así, entramos en un ambiente de inmensa corrupción ante el que la autoridad y la política hacen la vista gorda (que poco hemos cambiado), mafias, prostitución, negocios ilegales y venganza (entre otros) que crea una atmósfera muy gris, ideal para la novela.
A su vez, la novela tiene importantes tintes cinematográficos y numerosas escenas que son muy visuales. Las primeras páginas son, sencillamente, partes del guión de cine original y, además, el libro incluye varios finales alternativos: el del guión original de cine (por supuesto, mucho más visual e impactante, perfecto para la gran pantalla), uno alternativo a éste y el final de la novela, con más rasgos literarios que los anteriores.
En definitiva, Tierra de libélulas es una novela donde cineasta y novelista han trazado sus caminos en paralelo para encontrarse al mismo tiempo, dando lugar a un interesante thriller que combina lo mejor de la literatura con lo mejor del cine (aunque sea español).
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