La novela comienza en los últimos días de 1993. En el Sarajevo sitiado, Alexander Korac pinta la guerra desde una minúscula habitación con vistas al horror. Las terribles circunstancias que acontecen en su entorno familiar precipitan su huida a Praga. Es un hombre atormentado e incapaz de amar.
En la capital checa conoce a Adriana, una española que ha heredado una vieja mansión perteneciente a su abuela -viuda de un exiliado español que combatió en el Frente Republicano durante la Guerra Civil- y se dispone a restaurarla para montar un negocio de organización de fiestas y eventos sociales. Además de la mansión, otro legado familiar configura su existencia: sus genes están marcados por el estigma de las mujeres que aman demasiado. Alexander y Adriana viven una turbulenta historia de amor con el trasfondo de las grandes guerras de finales del siglo XX: Yugoslavia, Chechenia, Zaire, Kosovo, Sierra Leona, Afganistán e Irak.
La historia que cuenta esta novela puede definirse como una sucesión de desgracias, que tiene lugar desde el comienzo de la guerra de los Balcanes ya a finales del siglo XX hasta la guerra de Irak, pese a que el hilo principal de la novela es el amor. A lo largo de todos estos conflictos hay, como no podría ser de otra manera, violencia y destrucción, pero también hay tiempo para las relaciones y para el amor.
A su vez, la novela retrata cómo era la capital checa tras la caída del comunismo y sus progresos sociales a pasos pequeños debido a la vasta extensión de la corrupción (que se mantiene a un nivel muy elevado aún en la actualidad). Así, y gracias a una extensa documentación acerca de la ciudad de Praga, Rocío Castrillo nos muestra cómo influían los conflictos bélicos de esa época en la vida de la ciudad o cómo se fue produciendo la liberación sexual en las noches de la capital checa.
De este modo, mediante un estilo caracterizado por un pulso firme, la novela viene a nosotros relatada por un narrador omnisciente y mucho diálogo, lo que hace la novela mucho más cercana al lector al predominar lo que sentían los personajes en esos tiempos tan complicados para todos ellos, más que las descripciones de los escenarios o los conflictos en sí.
En definitiva, Una mansión en Praga de Rocío Castrillo es una historia de personas de carne y hueso que han tenido experiencias traumáticas y difíciles, pero que pese a todo, han conseguido que el amor forme parte de sus vidas aunque hubieran pensado que eso no iba a ser posible.
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