La línea argumental del "presente" comienza en Florida en el año 2026. Mientras el mundo se prepara para la fatídica fecha del fin del mundo, el 9 de febrero de 2027, Will Piper, el descubridor de la tristemente célebre biblioteca de los muertos, disfruta de unos años de merecida tranquilidad. En su yate, lejos de los peligros que le acecharon en su época de agente en activo, espera que su esposa Nancy se decida a abandonar el FBI para así disfrutar de su compañía antes del ineludible final. Pero cuando el hijo de ambos desaparece dejando un oscuro rastro que apunta a unos misteriosos «bibliotecarios», Will comprende que el pasado no puede dejarse atrás. Aunque ya quede poco futuro por delante.
Por otro lado, la trama del pasado empieza en la Isla de Wight en 1296. Poco antes del suicidio colectivo de los escribas, Clarissa, una joven novicia embarazada de uno de ellos, consigue huir de la abadía de Vectis para así proteger al hijo que espera. Pero cuando años después el abad Félix, superior de la abadía, sabe de su existencia, no puede evitar que la curiosidad le devore. ¿Habrá heredado ese niño la clarividencia de los escribas? ¿Cómo será su vida lejos de sus iguales? ¿Existe, tal vez, un nuevo escriba capaz de retomar la tarea de sus antepasados?
Como podemos ver, en esta tercera entrega, continuación de El libro de las almas, es en la que más nos vamos a sumergir en la temática del inminente fin del mundo y las diferentes reacciones hacia el mismo. Nadie sabe qué es lo que va a suceder exactamente el 9 de febrero de 2027, pero las reacciones según nos vamos acercando esta fecha son de lo más variadas: van desde numerosos suicidios hasta gente que busca su propósito en esta vida, pasando por todos aquellos que optan por seguir haciendo su vida normal sin pensar en el inminente horizonte.
Así, el estudio psicológico no sólo de los personajes, sino también del mundo en el que conviven, es una de las máximas de esta novela. También influye mucho la psique de los personajes en cuanto a si quieren conocer la fecha de su fallecimiento, por lo que encontramos a aquellos que, como el autor de la novela, no quieren saberla; pero también están los que, -como el personaje de la novela Big Fish-, quieren saber cuándo morirán, ya que así sabrán que podrán sobrevivir hasta ese momento sean cuales sean las circunstancias de su vida.
Por otro lado, en cuanto al estilo narrativo, Glenn Cooper sabe combinar perfectamente un emocionante tono de acción para los hechos del presente con un tono más solemne y profundo para hablar de la historia. De esta manera, la combinación de las investigaciones del FBI o del MI6 o las acciones militares de los SEAL se combinan para encajar de un modo sencillamente genial con la política de Benjamin Franklin o los hechos de la abadía de Vectis.
En definitiva, con El fin de los escribas Glenn Cooper vuelve a introducirnos en la trama tan original que creó un par de novelas atrás para llevarla a un inesperado e insólito final que deberá decidirse con peleas a vida o muerte e irrefrenables investigaciones. Por tanto, les recomiendo que lean esta novela, especialmente (por supuesto) si han leído las dos anteriores, aunque si ya lo han hecho creo que ya habrán llegado a esta misma conclusión por sí mismos por la gran genialidad de la prosa de Glenn Cooper.
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