En el primer relato, A pesar del oscuro silencio, un Jorge (Volpi) escribe sobre otro Jorge (Cuesta): "Se llamaba Jorge, como yo, y por eso su vida me duele dos veces". Jorge Cuesta es un poeta mexicano legendario que dividió su vida entre la poesía y la química, entre la locura y la lucidez. Como químico desarrolló una tesis sobre la producción de sustancias enzimáticas y sus diversas aplicaciones, pero como poeta escribió, entre otros, un poema titulado Canto a un dios mineral que terminó justo antes de ingresar en un manicomio y en el que muestra las dos grandes mitades de su vida: la química y las letras.
El protagonista de esta primera historia quiere investigar a fondo las conexiones en este poeta entre la química y la poesía para hallar todo aquello que subyace bajo los versos de Cuesta y la razón por la que comenzó a escribir. Toda la trama está organizada de un modo un tanto confuso, sugiriendo de este modo la locura que va invadiendo al protagonista según se va acercando a Cuesta, la cual se alterna con momentos de amor y celos que, a la larga, no hacen más que robarle al protagonista la cordura.
El segundo relato, Días de ira, es el que da el nombre a la obra. Está protagonizada doblemente por un médico: es protagonista de la historia que leemos y protagonista de la historia que él lee. Como si fuera una especie de continuación de la primera historia, en este relato la locura también va invadiendo al protagonista ya que la historia que él lee, acerca de él mismo, está escrita en primera persona y ha recogido cada sentimiento, cada movimiento, todo lo que en cada momento pasaba por su cabeza. Si los tres relatos sugieren lo sobrenatural, en este se rebasan los límites de la realidad para confundirla con la ficción.
A su vez, como si se tratara de un diálogo con su "yo" novelado, este relato nos ofrece unos buenos monólogos escritos en segunda persona en los que el protagonista reflexiona sobre lo que le ha acontecido y medita sobre sus acciones mientras se confiesa consigo mismo.
En el tercer relato, El juego del Apocalipis, Volpi cambia de registro y nos introduce en una nueva trama: una pareja de novios viaja a la isla de Patmos, la isla griega en la que San Juan escribió el Apocalipsis, para celebrar la entrada en el nuevo milenio. En este caso nos encontramos con una pareja de enamorados abocados a la separación final. Así, la idea central del último cuento, El juego del Apocalipis, viene a completar la del primero: todo acaba pereciendo o destruyéndose; sin que nos demos cuenta, dice uno de los personajes, el mundo se acaba cada día.
Por tanto, en este caso, también asistimos a un amor que poco a poco se va agotando y, como en la primera novela, es un amor muy intenso, pero tanto, que los protagonistas tienen miedo de él y quieren separase para que no les haga más daño su inevitable separación.
En definitiva, tres relatos que se encuentran sin lugar a dudas entre lo mejor de la narrativa breve, demostrando que se puede tener al mismo tiempo la paciencia del novelista y la agilidad del escritor de cuentos.
Crítica literaria
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