El poema que amengua el dolor de cualquier muerte, por ejemplo, creo que es científico. La novela que despierta consciencias políticas en Moscú, en Madrid o en Tokio, creo, es científica.
La ciencia, esto es, la verdad conocida adjetival, causal y analíticamente, ostenta continuidad. Lo que es continuo, verdadero, merece poseer un "dispositivo categorial" (agradezco al doctor de Tubinga Gustavo Leyva tan precisas palabras), un léxico propio. Tal léxico, al señalar lo primordial de una ciencia, produce sin quererlo catálogos de errores que han confundido al intelecto humano. Certeza, continuidad, categorías y precauciones, luego, son los rasgos generales de toda ciencia.
La literatura, para ser científica, es decir, para siempre evitar el error mediante palabras claras y consejos (discursos de deliberación, diría Aristóteles), debe soslayar la palabra "estilo". El "estilo", por ser concepto metafísico, es polivalente.
¿Qué es el estilo? Es, conjeturo, lo que resulta del conjunto total de conocimientos que una persona tiene. Tal conjunto, es claro, siempre es allegado sin método, y por carecer de método carece de sistema, y por carecer de sistema nunca es mecánico. Lo que hacemos sin saber qué hacemos, como dormidos, constituye la "personalidad", término que nos conduce directamente hasta la noción de "alma", que es metafísica.
Las cuestiones estilísticas, metafísicas, que impiden que la literatura sea científica, pueden alumbrarse si distinguimos lo "clásico" de lo "antiguo". Lo antiguo es lejano, acaecido hace demasiado tiempo. También es muerto, o sea, ya no afecta nuestro presente. Además sólo se conoce según analogías, parangonando lo que hay hoy con lo que hubo. Y representa, finalmente, otra "sensibilidad".
Lo clásico, en cambio, lejano o cercano es representativo, blasón de lo humano, sea confuciano o clarinesco. ¿Qué es lo humano? Tragedia, ilusión dialéctica, lengua y fantasía. Lo clásico no es moda, y por no serlo siempre puede ser leído, comprendido e interpretado. Es, por haber captado algo duradero, general, categoría estética o lógica o ética, o mejor dicho, diafanidad sobre lo innato que se ignoraba.
Lo representativo, así las cosas, es certero, duradero, atemporal, y lo categorial es lenguaje confiable, y lo innato esclarecido nos humaniza porque señala las erratas que toda persona comete y cometerá.
Lo clásico resiste toda crítica, esto es, no puede analizarse porque ha sintetizado necesidades ni puede sintetizarse con otras obras de arte porque ha captado singularidades que pocas veces aparecen en el mundo visible. Lo clásico, por ende, derruye dogmas, crea nuevos mitos, habla de las inabarcables fuerzas vitales, mentales, lingüísticas y estéticas del hombre, que son fuente del humanismo. Lo clásico es lo humano, que siempre está cerca, vivo, metamorfoseándose, sintiéndose.
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