Sus trilogías Africanus, sobre Escipión y Aníbal, y Trajano han sido valoradas muy positivamente por los expertos y por los lectores. Sus ventas han sido prodigiosas, pese a eso, no se ha olvidado de lo difícil que fue publicar su primer libro. “No pude publicar hasta los 39 años, mis dos primeras novelas todavía siguen inéditas. No se me ha olvidado lo difícil y complicado que es publicar”, recuerda con nostalgia el escritor valenciano. Hasta que, por fin, consiguió publicar en una editorial pequeña “Africanus: el hijo del cónsul”, Ediciones B fue a buscarle rápidamente y, posteriormente, fichó por la editorial Planeta que está reeditanto y publicando todos sus libros.
Entre tanta novela histórica, “de momento, seguiré escribiendo sobre Roma, mi próxima novela, que publicaré el año que viene, estará centrada sobre un personaje fundamental del mundo romano injustamente olvidado. El mundo romano me atrae poderosamente”, nos anticipa; suele publicar unos libros interesantísimos sobre la historia de la literatura. Le gusta contar sucesos poco conocidos y recordar escritores injustamente olvidados, y de eso precisamente va su nuevo libro “El séptimo círculo del infierno”. Rescata del infierno de Dante a escritores perseguidos por la Inquisición, el KGB, el régimen nazi, las guerras, el FBI, el gobierno chino, el hambre, el exilio, la censura…
“La literatura es uno de los núcleos de resistencia más dura y beligerante. Los escritores tienen la destreza de explicar las cosa y, además, dar en la diana”, subraya de manera categórica. De ahí que los poderes políticos consideren a los literatos personas incómodas y de ahí que no ayuden a la difusión de la cultura. “El escritor tiene el privilegio de la independencia ya que el poder no los suele tener controlados”, expone en la terraza del Hotel Emperador de la Gran Vía.
En el libro, contiene muchos ejemplos, uno de ellos, es absolutamente paradigmático. Durante la Guerra Civil Española, muchos escritores, en Madrid, se refugiaron en las embajadas. Wenceslao Fernández Flórez estuvo escondido en la embajada holandesa hasta que le dejaron abandonar el país, un libro de viajes sobre los Países Bajos le salvó la vida. Concluida la contienda fueron los escritores republicanos los que se tuvieron que refugiara en las embajadas, Antonio Aparicio fue uno de ellos y que pudo exiliarse posteriormente. Como ven en ambos bandos persiguieron a los escritores de manera incruenta, no viene al caso recordar a los escritores que fusilaron ambos bandos, demostrando la inquina que el poder político tiene del pensamiento libre.
“El séptimo círculo del infierno” se lee como si de un libro de relatos se tratase. “Comienzo a contar una historia pero no desvelo sus protagonistas hasta la mitad del capítulo. Es la manera que tengo de mantener la intriga y el misterio. Es la tensión narrativa que me gusta mantener”, explica el profesor de literatura, que de momento no piensa abandonar sus clases porque “me mantienen apegado a la realidad. Tengo que coger el cercanías y el metro para llegar a la facultad, eso me permite observar a la sociedad, y a los jóvenes en mis clases”. Aulas que mantiene repletas porque muchos alumnos le requieren como profesor y no puede acoger a todos en sus clases. “Estos libros están basados en 25 años de clases en la universidad y son una forma de oxigenarme de la novela histórica”, apunta.
“Yo sí tengo miedo”
No podemos dejar de hablar de la actualidad política a vista de su experiencia histórica. “Yo he estudiado en Estados Unidos y he podido comprobar que la sociedad está desconectada con el mundo académico. Hay dos Américas que no terminan de conectarse, esa es la razón que un personaje como Trump ganase unas elecciones como las del año pasado”, razona Santiago Posteguillo.
Tampoco se explica los temas del Brexit o de Cataluña. “Se está convirtiendo Cataluña en una aldea intolerante, es verdad que hay elementos para quejarse pero llegar a esta situación no tiene sentido. El sistema electoral del referéndum huele mal. En Venezuela hay más visos de verosimilitud que en Cataluña. Además, después de la independencia qué va a venir, ¿la adhesión de parte de Aragón, Valencia, el Rosellón y las Baleares?”, expone con perplejidad y pena, y concluye “Jo sí tinc por”.
Es raro encontrar escritores que se posicionen tan valientemente. Lo que no hacen algunas editoriales que tienen que bailar el agua a los poderes políticos para conseguir ayudas. Santiago Posteguillo, como escritor independiente dice lo que opina. Quizá por ello le gusta rescatar a escritores molestos para esos adalides de la represión. Baste los ejemplos de Vera Caspary, Mijaíl Bulgakóv o Imre Kertzesz para ver la persecución a la que fueron sometidos estos paladines de la libertad de opinión; como en España lo fueron Wenceslao Fernández Flórez o Concha Espina, que se quedó a un voto de conseguir el Premio Nobel de Literatura.
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