La literatura de humor está minusvalorada, ya no se publican libros de humor. ¿Dónde quedaron aquellas obras maestras de Jardiel Poncela, de Tono, o de otros muchos más, como Miura, Laiglesia, etc? En el ostracismo. ¡Qué equivocación! Porque con los tiempos que corren, no hay nada mejor que la risa y todavía mejor reírse de uno mismo o misma y en este libro se hace, ¡vaya si se hace! Aunque los hombres quedemos mal parados.
Para Miriam Lavilla, los hombres estamos encuadrados en unos ciertos tipos, tipificados como especie en extinción o, por lo menos, protegida. Somos como cerdos, somos como el perro del hortelano, pero también podemos ser hombres pegatina, incluso el hombre ideal y, por supuesto, el macho ibérico; vaya, el metrosexual de toda la vida. O es al revés. Algunos pueden ser o estar atormentados; otros, hombres clínex; otros venusinos, flipaos, taraos o psicotrópicos. Pero algunos, los argentinos, pueden ser demasiado legales y los más, debemos ser como Peter Pan. Que no queremos crecer.
¿Y total para qué? ¿Para que nos diseccione una periodista francesa, más previsible que la tortilla de su país? Serena de Brie tiene un consultorio en la famosa revista Tú misma de la sin par Fuencisla Fuendetecla, que ha cedido graciosamente a Serena un espacio mensual para que las jovencitas, y las no tanto, encuentren marido, pero un marido que no moleste, que le puedan llevar al cine, a las fiestas y que no desentone: vaya, un animal doméstico de compañía.
Mirian escribe con ironía, con mucha ironía; con gracia, con mucha gracia, pero también con very bad milk, lo pongo en inglés porque a ella también le gusta poner muchas cosas en inglés y jugar con los términos. Escribe fácil, describe fácil, muy cinematográficamente. Las situaciones nos las imaginamos perfectamente y durante toda la lectura no puedo despegar la sonrisa de mis labios, aunque me pregunto: ¿pero de qué te ríes? Si te están poniendo como a un trapo…
Pues me río porque yo también he visto a todos esos tipos, bueno a todos, no, pero casi. Pero también he visto a mujeres de tipología parecida, pero siempre más inteligentes que los hombres. ¿O no están de acuerdo? Menuda crítica que nos hace Miriam, con sentido del humor, eso sí, pero crítica al fin y al cabo. Aunque al final, no le queda más remedio que reconocer que quiere un marido español. Seremos vagos, borrachos y juerguistas, tendremos menos detalles que el salpicadero de un 600, pero, por lo menos, hablamos el mismo idioma y nos podemos entender. Además tenemos sentido del humor, sabemos contar chistes verdes, de gangosos, de extranjeros… vaya, tenemos un buen repertorio y no como esos extranjeros del Club de la Comedia, que no se ríe nadie con esas tonterías que cuentan, sólo se escuchan las risas que vienen enlatadas.
Así que ya lo saben, si quieren pasar un rato divertido, si además tienen sentido del humor y espíritu de autocrítica, este es su libro. Además aprenderán lo que piensan las mujeres de nosotros y, eso siempre ayuda, sobre todo a los más jóvenes. Y no hay que olvidar que estamos ante un libro muy culto, lleno de muchas citas interesantes y originales. Yo me quedo con una de Woody Allen que dice: algunos matrimonios acaban bien, otros duran toda la vida. El libro acaba bien. Los que acaban mal nos duran toda la vida porque los dejamos a medias. Este libro no lo dejarán a medias, se lo aseguro.
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Miriam Lavilla
Un libro con grandes dosis de humor