Quedamos a primera hora de la mañana para que el calor no agobie nuestra conversación. Como siempre llego puntual a la cita y ya me está esperando Gastón Segura tomando una copa de champán, prefiero creer que es champán y no cava. El autor de Villena es uno de los últimos escritores bohemios que nos quedan en nuestra piel de toro. Desde que en 1996 decidió dedicarse en exclusiva a la literatura, ha hecho de todo: ha escrito crónicas históricas sobre Argelia y Sidi Ifni, relatos, novelas y ha trabajado como negro –no precisamente en África– para algún conocido autor que no puede citar por tener firmada una cláusula de confidencialidad. No obstante, Gastón Segura me cuenta jugosas anécdotas sobre negros y plagios. Concluimos que del plagio nadie estamos a salvo; por ejemplo, a mi me he ocurrido que un pseudo bloguero literario, me ha copiado descaradamente noticias y entrevistas, y también lo ha hecho de diversas webs y blogs con total impunidad. Esperemos que no haga lo mismo con esta entrevista; por desgracia, hay muchos casos.
Pero volvamos sobre Gastón Segura, su carrera literaria comenzó en el año 1998, cuando quedó finalista del premio Azorín y con una novela que, de momento, continúa inédita. Próximamente irán apareciendo ésta y otras obras que tiene acabadas. “Tengo mucho material inédito”, reconoce el autor.
El escritor alicantino está encantado con su editorial, Drácena, que ya ha publicado tres de sus obras. “Drácena se distingue por querer rescatar la literatura en lengua española”, señala. La reedición de la Trilogía bananera de Miguel Ángel Asturias es un claro ejemplo de la excelente labor que está haciendo. Por otra parte, Gastón se muestra crítico con la prosa habitual que se está haciendo en la actualidad y, en especial, con la situación de los traductores en España, que cada vez cobran menos. “Esto ha motivado que las traducciones se resientan. La prosodia en castellano de muchas traducciones es ínfima si se la compara con la de los años sesenta e incluso cincuenta”, subraya.
Gastón Segura apunta que la mejor forma de aprender a escribir es leyendo. “Mi primera lectura fueron los Episodios Nacionales, de Galdós; conocer la tradición de tu lengua es fundamental para el oficio”, puntualiza.
Ahora publica Un crimen de Estado sobre el asesinato del hermano del periodista Rafael Martínez Nadal, quien publicó en The Observer una entrevista con don Juan de Borbón, en 1947. “La entrevista tuvo muchísima repercusión a nivel internacional y, por supuesto, escoció al franquismo, porque era una clara llamada a la reconciliación y a la democracia”, especifica. Tanto que régimen franquista no pudo soportarlo y reaccionó asesinando al hermano del entrevistador, un anónimo funcionario de Correos; algo tan vil como sorprendente.
Un crimen de Estado presenta dos partes diferenciadas. En la primera describe la situación de don Juan en Portugal y en la segunda, a través de una historia de amor, relata el asesinato de aquel anónimo funcionario de Correos, en Barcelona. La primera parte está basada en fuentes de la época, como son el informe que escribió Carrero Blanco a Franco de su encuentro con don Juan de Borbón, y también en las memorias de Rafael Martínez Nadal y en las del Gil Robles, uno de los consejeros eminentes de don Juan por aquel entonces.
En cuanto a la segunda parte, el relato del asesinato, me precisa: “yo quería haberla escrito sobre los policías que asesinaron a Alfredo Martínez Nadal pero no pude encontrar el acta del levantamiento del cadáver donde hubiese figurado sus nombres. Así que, tras quedarme en blanco, me surgió el relato del desdichado matrimonio de Ricardo y Elvira”. El autor está entusiasmado con estos personajes y con el Balilla. “Es un personaje clásico de aquella miserable posguerra: un buscavidas”, expone el autor.
Gastón Segura no comienza a escribir sus novelas hasta que no tiene perfectamente delimitados los personajes. “Una novela es un personaje, el escritor no debe imponer la peripecia; la marca el personaje. Todo lo que sucede en la novela lo marca el personaje y, por supuesto, su tono; es decir el léxico y la sintaxis que utilizas”, afirma sin atisbo de dudas. “El novelista es simplemente el médium entre el personaje y lector. Y si no escuchas al personaje, la novela no funcionará o no tendrá entidad”, concreta con lucidez. Por tanto, “cada novela exige un léxico que sumerja al lector en el relato, por eso el novelista ha de manejar muchos registros. Es una de las obligaciones del oficio”
Por supuesto, le preocupa sobremanera el léxico de las novelas. “Yo no puedo leer una novela escrita con 300 vocablos; me aburro. Fíjate en el vocabulario de las obras de Azorín, es portentoso”, opina.
En opinión del escritor de Villena, que pasó su infancia y juventud entre esa población alicantina y la albaceteña de Caudete, “lo más importante para un escritor es querer al idioma y fijarse en todo cuanto te rodea. Por supuesto, que tiene que saber contar una historia y conocer la naturaleza humana, además, tendrá que saber describir tanto los escenarios como a los personajes”, concluye Gastón Segura que me ha dado una lección de literatura y amenidad antes de acercarnos al Parque del Retiro para realizar las fotografías para la entrevista. Gastón es un escritor que se merece tener una mayor difusión, algo en lo que está empeñado su editor Diego Hidalgo Schnur.
Puedes comprar el libro en: