La idea de escribir el libro parte, precisamente, de una visita a Colliure donde la autora entrevista a Ramón Gaya, que trabajó para la Friends Service Comittee, organización cuáquera que ayudó a nuestros exiliados al finalizar la guerra. La historia de posguerra y la actual están profundamente interrelacionadas, ya que tienen muchos vínculos en común que servirán para la resolución del enigmático crimen de la joven que resultó tener restos de semen de tres diferentes hombres.
“Quería escribir una novela que desafiase la linealidad temporal, por eso utilizo distintas voces y miradas. Hay un presente y también un pasado. Creo que lo lineal es fácil y yo quería una atmósfera en tres dimensiones con distintos tiempos y creo que he resuelto el sudoku que me planteé y el resultado es bastante fluido”, explica la escritora en el pasillo de un conocido hotel madrileño en el que nos habíamos refugiado del ruido de la cafetería del mismo, que ese día estaba lleno de entrevistadores y entrevistados.
Berna González Harbour sostiene en la entretenida charla que mantuvimos que “los escritores quieren reflejar su tiempo y la novela negra quere retratar la vida”. Y ella, lo refleja en su novela a la perfección, la tercera de la serie de la comisaria María Ruiz. La novela negra es “el género realista por excelencia de nuestro tiempo. La realidad es negra, todo se ha derrumbado y el mundo, desde hace un tiempo, se ha dado la vuelta y la novela negra ayuda a comprender por qué todo está tan oscuro”, diagnostica con precisión. Trump y el brexit son ejemplos de esta noria social. “Además, la novela negra denuncia el abuso de poder y la corrupción”, sentencia.
La protagonista después de resolver un complicado caso, en la anterior novela de la serie, es destinada como castigo-premio a Soria, debido al éxito cosechado. Posiblemente, una de las ciudades más tranquilas de la península. Un destino para morirse congelada del aburrimiento. Sin embargo, cree que “pese a ser un lugar tan frio, que hiela el estado de ánimo, es un paisaje muy interesante para una novela”.
El causante de esa tropelía es el flamante recién nombrado Jefe Superior de la Policía, conocido como Jota Ese, con un currículum lleno de actos de violencia y que María conoce muy bien tras su paso por el departamento psicológico de la policía donde tuvo la oportunidad de evaluarle. Un cierto tufillo a machismo se respira en las páginas de la novela y que la escritora santanderina pone en tela de juicio. “Mi protagonista es capaz de resolver los casos, con la misma eficacia, que los hombres”, señala cargada de razón y añade “el mundo actual sigue dominado por el machismo, aunque ahora se pueda denunciar el terreno sigue minado de machismo”. Como un campo de minas-lapa.
Afortunadamente, en el mundo de la literatura no sucede lo mismo, ya que tenemos un puñado de excelentes escritoras que están consiguiendo un reconocimiento tan espectacular como merecido debido a la calidad de sus obras, autoras tales como Dolores Redondo, Alicia Giménez-Barlett, Susana Rodríguez Lezaun o Eva García Sáenz de Urturi, son algunos de los ejemplos más palpables, a las que sumamos a Berna desde este mismo momento.
Para Berna González Harbour, “las personas no tienen mucha capacidad de elección, más bien te eligen las decisiones”, opina. Por eso, María, es una persona solitaria y con mal suerte en su relaciones personales. Su novio Tomás está en coma desde el final de su anterior novela y es su amigo Carlos, comisario en Santander, el que la convence para que ayude en el caso de la joven asesinada. Muchas casualidades que determinan el rumbo de una vida o de una novela.
El estilo de Berna se ha ido perfilando hacia la complejidad estilística según ha ido escribiendo más novelas. “Alterno los capítulos en primera persona, los más complicados, con otros en tercera persona. También los he ido alargando, en ciertas ocasiones”, describe su estilo narrativo y continúa diciendo “esta novela me ha costado más que las anteriores por ciertos motivos personales pero la próxima ya la tengo dentro de mi cabeza y me pondré con ella en cuanto pueda”. Su tiempo para la literatura lo saca de los fines de semana y de las vacaciones. El resto lo dedica a “Babelia” y las noticias culturales del periódico. También apunta que ella es una “escritora de brújula. Sé a dónde quiero llegar pero no el camino. Escribir no es un trabajo planificado y sistemático. Es un estado mental”.
Cuando hablamos de sus escritores favoritos, el primero que le viene a la mente es John Banville, tanto en su faceta propia como en la de Benjamin Black, “aunque la secuela de Marlowe no me ha convencido”, afirma con buen criterio. Otros escritores a los que admira son V. S. Naipul y Cees Nooteboom. No tiene mal criterio esta periodista cultural, se la notan los años de oficio. “Yo leo de todo. Los géneros no importan. La literatura trasciende los géneros”, concluye con lucidez Berna que ha cambiado la perspectiva de la escritura desde que escribe novelas. “Antes paseaba por la calle y veía noticias, ahora veo novelas”. Que las siga viendo y por mucho tiempo.
Puedes comprar el libro en: