Este poemario confirma la madurez expresiva alcanzada por su autor en sus anteriores trabajos, La papelera de Pessoa/ La luz sobre el almendro y La paciencia de Sísifo, ambos publicados por Libros del Aire en 2012 y 2014, respectivamente.
Tras la cita inicial de Basilio Sánchez, que inspira el título y parece definir su aspiración de alcanzar “el milagro fecundo, luminoso, de unas pocas palabras”, nos encontramos con setenta y ocho poemas, sin división en partes.
Inicia el libro un “Prólogo en azul” que es toda una declaración de intenciones: “Ensaya un himno/ que cante a esas nubes que pasaron”. A lo largo del poemario se concitan variados temas, como la piedad en “Volver”: “perdonar es dejar una página en blanco”; la invitación a una tregua con la tecnología y el asfalto en aras de una necesaria reconciliación con la naturaleza en “Las afueras”; o el tiempo y sus adverbios en “Predicciones”: anteayer, hoy, ayer, ahora, mañana. Pero si hay un tema capital ese no es otro que el milagro que engendra el verso, “como germen de trigo”, contra la rutina y el tedio de los días arrancados al calendario. A ese milagro y su origen, los silencios, los papeles en blanco, consagra su escritura para buscar en ellos “una pregunta que desvele quién soy”. El poeta escribe para entender y que le entiendan, con la sapiencia del gorrión, que más cerca del cielo nos observa.
De un lirismo sobrecogedor y bajo una forma aparentemente sencilla, tras la cual se vislumbra un gran trabajo de depuración estilística, Jesús Aparicio González escribe “con el alma en barbecho”, la ventana abierta y la mirada prendida en la tierra de “luz y pájaros”.
Con ritmo sosegado y tono celebratorio, Jesús Aparicio canta con la certeza del mirlo desde la rama de su pensamiento a las cosas cotidianas que, sin embargo, determinan nuestros pasos. Con la hondura de quien camina con la serenidad necesaria para meditar sobre la esencia de las cosas, Jesús Aparicio nos regala su palabra, liberada de alardes expresivos, sin altanerías ni estridencias. Son numerosos los poemas que invitan a esa reflexión, he aquí una bella muestra:
UN SALMO ANTE LA TUMBA DE CAMUS
Dichoso el que ha aprendido sobre la carretera
que sólo hay dos caminos
para los valientes:
el suicidio y la esperanza.
El resto llena
de lágrimas y máscaras
las papeleras.
Jesús Aparicio hace del conocido aserto “menos es más” su santo y seña. Así dice el poeta en la última estrofa del poema que da título al libro y que lo cierra: “Polvo de las estrellas/ que el poema levantan:/ fragmentos de una vida/ que crece si se apaga.”
Puedes comprar el poemario en: