Laura es una de las 15.080 mujeres con las que cuentan las Fuerzas Armadas Españolas. Ella ha sido destinada, junto a una parte de los compañeros de la Unidad en la que presta sus servicios, a una Misión de Paz con destino en la base militar española, Ruy González de Clavijo, en Qala-i-Naw (Afganistán).
Laura es una mujer soldado para quien el juego de los deseos tiene un significado muy especial: «La última vez que nos entretuvimos con el juego de los deseos ella vio una grieta en mi mirada, pero no adivinó el sentido de mis pensamientos». De ahí que sus miedos, sus ansias de libertad, y sus anhelos por alcanzar su luna, cual Calígula en la obra de teatro de Albert Camus, sea desear aquello que no es posible. Esa necesidad de lo imposible es lo que le lleva a enfrentarse al mundo queriendo construir unas nuevas reglas y unos nuevos espacios inviables donde encontrar la solución de la existencia humana.
Sin embargo, con lo que ella no contaba era que su aventura al otro lado del Estrecho sería diferente: «Hamid es un chico muy listo que chapurrea algunas palabras en español, y que compone frases a su manera que hasta ahora sólo él y yo entendemos. Esta es mi misión más importante en este espacio limítrofe con el fin del mundo: poner en práctica el Programa Cervantes y educar a mis pequeños afganos a través de las palabras». Y en esa encrucijada de palabras, niños y cometas, será donde pondrá a prueba todas sus ilusiones y metas a cumplir.
Adela, su madre, huye de la muerte y la derrota, del fracaso inapelable y el precipicio de las decisiones equivocadas. Y lo hace sobre las ruedas de un autobús donde lo más cercano es hacerlo por el letrero de salida de emergencia sobre el que apoya su cabeza y sus recuerdos: «me vence el desánimo y creo que este viaje no tiene salida, quizá por eso no pienso y me limito a contemplar el paisaje a través de la transparente protección de un cristal que hace las veces de una salida de emergencia, como si ese fuera mi mejor escudo protector, un fino y transparente vidrio que deja al descubierto mi cara, mi cuerpo y mis sueños…»
Al otro lado está Galiana, que intenta cambiar las coordenadas mal programadas de su destino y que unirá su camino de forma inesperada al de Laura y Adela. «¿Por qué no nací más dócil e ingenua?, pero por mucho que lo piense, sé que estoy dominada por un potente ciclón que siempre consigue que no me calle ante lo que yo creo que es injusto. Ya sé que es mi criterio, y que puedo estar muy equivocada, pero es un instinto al que no puedo renunciar», confiesa esta joven mujer soldado.
El juego de los deseos es la historia de tres mujeres militares españolas que aborda dos de los temas recurrentes en la narrativa de su autor: la búsqueda de la propia identidad y de la libertad, pero en este caso, nos los presenta bajo las coordenadas en las que se encuentran enterradas el amor, la redención y la expiación de la culpa. Concebida como un largo poema a tres voces, Laura, Adela y Galiana se van a comportar como sirenas a las que se les ha sacado precipitadamente del agua y que buscan refugio bajo la lluvia; una lluvia eterna que, cual maldición, se superpone a cada instante, a cada suceso, a cada fracaso, y que igual que la rueda de un molino, va dando vueltas sin parar.
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