TENHO nas mãos a condição humana, os fios / de pólen que as abelhas deixaran cair nas mesas / dos cafés, um peso de angústia que não chega / para equilibrar um grão de pó na balança / do ser. Pudesse eu amassá-la como se faz à farinha, / dar-lhe a consistencia do pão que vai ao forno, / e tirá-la ainda quente, na pá do poema, para a distribuir / à mina volta. Quantas fatias de condição / humana se poderian cortar! Os homens / levá-las-iam nos bolsos, ainda fumegantes, / escondendo-as dos pendintes; e os pássaros /apanhariam os restos, com os seus bicos exangues / de um voo inversal. Mas ponho o pão à mina / frente, e deixo-o arrefecer, vendo a condição humana / evaporar-se como o fumo. «Para que queres o pão?», / perguntam-me. Abri-lo-ei à noite; e comê-lo-ei / frio, saboreando a dura côdea da condição humana.
TENGO en las manos la condición humana, los granos / de polen que las abejas dejaron caer en las mesas / de los cafés, el peso de una angustia que no basta / para equilibrar un poco de polvo en la balanza / del ser. Si pudiera yo amasarlo como se hace con la harina, / darle la consistencia del pan que va al horno, /y sacarla aún caliente, en la pala del poema, para darla / yo por ahí... ¡Cuántas rebanadas de condición / humana se podrían cortar! Los hombres / las llevarían en los bolsillos, aún humeantes, / escondiéndolas de los mendigos; y los pájaros /cogerían los restos, con sus picos exangües /por un vuelo invernal. Pero pongo el pan delante / de mí, y lo dejo enfriar, viendo la condición humana / evaporarse con el humo. «¿Para qué quieres el pan?» / me preguntan. Lo abriré esta noche y lo comeré / frío, saboreando la corteza dura de la condición humana.
Ariel cumple 75 años
“La digitalización, por ejemplo, la llevada a cabo por Google Libros, nos pone en contacto con una inmensa colección de obras del pasado y, al mismo tiempo, con la producción editorial contemporánea. Por eso, el problema hoy, en tiempos de abundancia, cuando tenemos a nuestro alcance las obras actuales y el acervo del pasado, radica en elegir qué leer”. Con estas palabras el lingüista, editor, traductor y escritor José Antonio Millán definió las ambigüedades del espacio que habita actualmente el lector, deslumbrado por la formidable e inédita posibilidad de acceso a un inmenso catálogo bibliográfico propiciada por las nuevas tecnologías, y, por otra parte, desbordado e incluso desorientado ante esa descomunal oferta. Millán, autor de Perdón, imposible, participó esta tarde junto a Ignacio Morgado, director Institut de Neurocièncias de la Universitat Autònoma de Barcelona, y el escritor y pedagogo, José Antonio Marina, en la mesa redonda organizada por Ariel bajo el título “La lectura: memoria y futuro” y que se celebró en el Pabellón Bankia de Actividades Culturales con motivo del 75º aniversario de la editorial.
Un clamor feminista: un “cuarto propio” para la Biblioteca de mujeres
En 1985 la bibliotecaria y documentalista Marisa Mediavilla Herreros creó la Biblioteca de Mujeres que hoy, tres décadas después, reúne más de 30.000 volúmenes de estudios y ensayos feministas, femeninos y misóginos, biografías, obras de creación artística y literaria, además de literatura gris, revistas y colecciones especiales como agendas, calendarios, carteles, folletos, sellos, pegatinas, tarjetas, tebeos, chapas… Todo ese material “ahora duerme en los sótanos del Museo del Traje”. Solo una parte de este depósito es consultable. Esta mañana, en el Pabellón Bankia de Actividades Culturales, Mediavilla, Premio Leyenda 2016 que concede el Gremio de Libreros de Madrid, insistió en la necesidad de mantener activa la campaña que reclama un espacio propio para esta biblioteca. “¿Tiene hoy sentido una biblioteca de mujeres? Sí, el mismo que tenía en 1985 cuando la creé”, afirmó rotunda antes de recordar los ejemplos de bibliotecas de características similares existentes en Londres o Amsterdam, también la de París, fundada en 1932. “Todas continúan funcionando con los mismos objetivos con que nacieron: promover el conocimiento de las mujeres que nos han precedido, preservar su obra y promover la investigación para conseguir una historia que abandone los tradicionales parámetros antropocéntricos”. Al acto reivindicativo se sumaron muchas mujeres: vestían capelinas rojas, en homenaje de la novela distópica El cuento de la criada, de Margaret Atwood, en la que las mujeres pierden su voluntad, y portaban cajas rotuladas con los nombres de, entre otras muchas, Emma Goldman, Emilia Pardo Bazán, Margarita Nelken, Carmen de Burgos, Virginia Woolf, Rosa Chacel, Ana María Matute o Kate Millet. Todas, mujeres en busca de un “cuarto propio” para conservar sus obras.