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"La alta sociedad": Homenaje al cine mudo

Por Julio Feo

sábado 22 de abril de 2017, 14:03h
La alta sociedad
La alta sociedad

Bruno Dumont, que se dio a conocer en el festival de Cannes con películas como “La vida de Jesús”, premio cámara de oro en 1997; “L’humanicé” 1999, premio especial del jurado, o “Flandres” en 2006, de absoluta radicalidad y cargadas de cierto misticismo, ha operado en estos últimos años un giro en su carrera cinematográfica, con la serie policiaca y burlesca de “Ptit Quinquin” concebida para la televisión y que fue presentada en su versión íntegra en la Quincena de Cannes en 2014.

Comedia | 122 min. | Francia-Alemania 2016
Título: La alta sociedad.
Título original: Ma Loute.
Director: Bruno Dumont.
Guión: Bruno Dumont.
Intérpretes: Fabrice Luchini, Juliette Binoche, Valeria Bruni Tedeschi, Brandon Lavieville.
Estreno en España: 21/04/2017
Productora: C3B Productions / Arte France Cinéma / Scope Pictures
Distribuidora: Ver Cine.

Sinopsis
Verano de 1910 en la costa del norte de Francia. Los Van Pethegem, procedentes de la gran ciudad, son una familia burguesa que va a pasar unos días en su impresionante finca de verano. Por su parte, el clan de pescadores formado por los Bréfort malviven buscando mejillones. En medio de estos variopintos personajes aparecen el policía Manchin y su ayudante Malfoy, que están investigando las misteriosas desapariciones de una serie de turistas en la costa. Los dos investigadores se encontrarán envueltos en el corazón de una historia de amor inocente entre el hijo mayor de los Bréfort y la menor de los Van Peteghems. ¿Podrá triunfar el amor por encima de las circunstancias sociales?

Crítica
En la misma vena de comedia slapstik, poblada de extravagantes personajes, ha vuelto ahora a la competición de Cannes con “Ma loute”, una película de época y cruel fantasía que se sitúa en continuidad con el tono cómico de “Ptit Quinquin”, pero que es mucho más ambiciosa en su realización, y en la que por vez primera abandona su tono bresoniano cuando recurría a actores no profesionales.

En esta ocasión mezcla actores célebres como Fabrice Luchini, Valeria Bruni Tedeschi o Juliette Binoche, con otros rostros desconocidos, pero pidiendo a unos y otros una interpretación pasada de rosca, es decir, a la manera del cine mudo burlesco. El resultado es una interpretación histriónica y una película policiaca surrealista con una pareja de inspectores estilo el gordo y el flaco, con gags visuales como en la época silente, cuando el obeso policia u otros personajes se caen cada dos por tres cerrando la escena.

La acción como en todas las películas de Dumont se sitúa en las austeras playas del norte de Francia barridas por el viento, pero esta vez en el año de 1910, cuando llega de vacaciones a su gran mansión de modernista arquitectura y estilo egipcio la familia Van Peteghem, ricos burgueses, tan ridículos como degenerados consanguíneos de generación en generación, cuyo trazo caricatural es deliberadamente exagerado desde el principio al final.

En el lugar vive una familia de miserables pescadores de mejillones, los Brufort, secos e impasibles estilo Buster Keaton, pero en versión gore o serial killer, que se ganan la vida llevando a los visitantes en brazos de una orilla a otra, y practican con bestial naturalidad el crimen y el canibalismo. Tras diversas y misteriosas desapariciones una pareja de sabuesos inician sus grotescas pesquisas.

A través de esa intriga policiaca, Bruno Dumont nos ofrece una lectura despiadada de la lucha de clases entre consanguíneos burgueses y harapientos caníbales, triste expresión de lo peor de la naturaleza humana, que vendrá a complicarse con una historia de amor imposible entre “Ma loute” el hijo mayor de los pordioseros y una jovencita burguesa que se disfraza de varón, jugando así con su ambigüedad sexual.

Las películas de Bruno Dumont han cautivado siempre a los cinéfilos, y me incluyo en ellos, porque desde sus primeras imágenes ha hecho reconocible su estilo crudo con los personajes y poético con los paisajes. Su mirada aguda de gran cineasta sigue intacta, y el primer fotograma con un primer plano con el pie del pescador de mejillones y los paisajes del lugar nos anuncia que estamos en una película de Dumont.

Me gusta también el humor negro y surrealista del nuevo Bruno Dumont, extravagante y divertido, cuyo tono ha cambiado sin embargo diametralmente, dejando la seriedad en el cajón de su despacho, pues no hay tampoco en “Ma lolute” escenas de sexo, crudamente filmadas. Se trata aquí de una comedia de cáustico y exagerado humor, dialogada con el acento y la manera de hablar de las gentes del norte, para mejor oponer esos dos mundos antagónicos que representan los Brufort y los Pethegem, con un final de acentos felinianos.

Si no fuera por su voluntad deliberada de plasmar los acentos regionales, cabría preguntarse si el resultado no sería todavía mas espectacular si se hubiese atrevido a hacer con “Ma loute” su primera película muda. En todo caso Bruno Dumont es de esos grandes cineastas que saben siempre sorprendernos. Periodistas en español.

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