El periodista de sucesos Juan Montalbán trabajó como jefe de sección en el periódico El Universal, algo más grande y extendido que el simple mundo. Como siempre, casualmente, da con una fuente que llega al periódico a denunciar unos hechos ocurridos al comienzo del primer gobierno socialista de Felipe González. Su hijo, heroinómano en fase casi Terminal, es secuestrado para probar un nuevo anestésico que luego sería utilizado para secuestrar en Francia a dirigentes de ETA y asesinado por el servicio secreto español.
Este hecho, que muy fácilmente podríamos suponer como ficción, ocurrió en la realidad con pequeñas variaciones, por lo que podemos suponer que la realidad se parece bastante a la ficción. Además, hay que señalar que Manuel Cerdán formó pareja con Antonio Rubio en el periódico El Mundo,donde dieron exclusivas sobre los servicios secretos que nos hicieron cuestionarnos en qué manos estábamos y cómo podía haber servicios secretos de esa jaez en plena democracia.
Montalbán, como el autor, es un periodista de raza que cuando hinca el diente en una noticia no la deja escapar hasta conseguir un suculento bocado. La presentación en el periódico de la madre de la víctima, que aparece muerta poco después, es acompañada por otras dos fuentes que aparecen. Una, la del ex agente del CESID, Julian Pellón, que reconcomido por las acciones del pasado está dispuesto a dar a conocer en manos de quién están unos servicios secretos corruptos que van más allá del servicio al país para forrarse con los fondos reservados.
Otra, una fuente misteriosa que le va dosificando las filtraciones de manera interesada y que al final sabremos de quién se trata. En la novela nos encontramos con personajes arquetípicos en este tipo de tramas. El director de periódico Campaña, que nos recuerda a otro director de periódico real que usa tirantes y dosifica la información a su antojo, pero que es ante todo un buen periodista. El juez estrella de la Audiencia Nacional que investiga lo que quiere cuando quieres y como quiere. El comisario judicial, incorruptible, perdedor, pero ante todo leal con la democracia y el responsable del CESID, corrompido hasta las cachas, que sabe nadar entre dos aguas y siempre sale beneficiado.
Otra trama que se maneja en el libro, aunque curiosamente da título al libro, no es la parte fundamental del mismo. El informe Jano, basado en hechos reales, es una lista de unos doscientos personajes que desde antes del advenimiento de la democracia, controlan el país a su antojo: políticos, periodistas, magistrados, banqueros, etc. que han sabido vivir entre dos aguas dominando la vida pública, cometiendo fechorías que la justicia ha soslayado mirando para otro lado, igual que el dios Jano representado con dos caras, una para cada lado o mejor una mirando para el pasado y otra mirando al futuro, buena metáfora de lo que ha sido y es la democracia en España.
El lector podrá poner fácilmente nombre a estos personajes en un juego de imaginación que el autor propicia y para el que da constantes claves. Cerdán sabe manejar a la perfección la trama, manejándola a su antojo, dosificando crímenes y acontecimientos sorprendentes que no da un momento de respiro a lector. El libro es un desahogo del autor donde puede acometer ciertos acontecimientos que en un libro de investigación serían de difícil justificación, por las pruebas, ya que estamos acostumbrados a que éstas desaparezcan y si no lean cómo los limpiadores se deshacen de todo tipo de pruebas.
El libro, aunque está escrito en tercera persona, tiene la cercanía del periodismo de investigación; el autor da un recital de cómo se deben acometer este tipo de investigaciones, reconociendo los errores que se pueden cometer pero también los aciertos. Es un libro, por tanto, muy apegado a la realidad e imprescindible para entender el funcionamiento de las cloacas del poder. Los personajes de la novela se atreven a decir lo que el autor no diría abiertamente, pero que durante años ha ido desentrañando en las páginas del periódico donde trabajaba.
Una espléndida primera novela, quizá con un tufillo un poco amargo porque al autor le hubiese gustado desentrañar misterios que han quedado opacos. Recientemente ha declarado que el periodismo de investigación en España está anestesiado y novelas como esta vienen a suplir esa falla.
Puede comprar el libro en: