Su nuevo título es una novela de humor, “algo que se hace muy poco en este país”, apunta Ana Sanz-Magallón, y eso que este país es de risa. Su novela destila un fino humor, siempre muy respetuoso, sobre uno de los mayores dramas que ha vivido nuestra tierra, la Guerra Civil. ¿Nos podemos reír de un episodio tan trágico? Evidentemente, sí. Compruébenlo leyendo esta novela.
Llega Ana Sanz-Magallón a nuestra cita como si fuese una de las protagonistas de la novela. Sin conocerla, ya que las solapas de sus libros no llevan fotos de las autoras. “Aquí llega el 50% de Margarita Melgar”, nos saluda. El otro 50% se ha quedado en Barcelona, no ha podido venir y eso que cuando queda Margarita Melgar consigo misma para planificar sus libros lo suelen hacen en Granada. Así que la portavoz de la escritora catalano-madrileña será en esta ocasión Ana.
“Nuestra novela está escrita a cuatro manos y, totalmente, al 50%”, especifica con rotundidad y continúa diciendo “cuando se escriben guiones, nos acostumbramos a escribir a 16 manos y un pie. Cuando se trata de escribir una historia hacerlo a medias es normal”. Precisamente, ahora sufrimos una inflación de guionistas que se están pasando a la novela y, casi todos, con un gran éxito. “Las tácticas de escribir guiones son muy buenas para la narrativa”, afirma rotunda la escritora madrileña.
“El verano de nunca acabar” es una historia que discurre ochenta años después del inicio de la Guerra Civil con protagonistas que se conocieron aquel verano del 36 y se reencuentran pasados ochenta años. La desdicha hizo que, después del reencuentro, se cayesen desde la azotea de la residencia de ancianos, donde residían, bailando “Cheek to Cheek”, la memorable canción que Fred Astaire cantaba en “Sombrero de copa” y bailaba con su inseparable Ginger Rogers, hasta que se separaron, claro está. La bailaron en ese verano que se rompió y desangró la tierra extremeña y el resto de España, y setenta y nueve años y medio después la seguían recordando como aquel día en su verano de nunca acabar.
Y, ¿por qué no acabó ese verano? Porque permanecía vivo en la memoria de los dos protagonistas. Las familias de ambos son el fiel reflejo de un odio que, para algunos continúa desde la izquierda caviar y la derecha ultramontana. El reflejo que las familias Fernández-Frago y Ochoa siguen manteniendo pese al tiempo pasado. ¿Se puede tomar a broma? Las autoras opinan que sí. Se debe tomar a bromar. La mejor prueba es que esta pareja literaria que conforma a Margarita Melgar son de Barcelona y Madrid y se llevan realmente bien.
“Cuando nos juntamos en Granada, establecemos los puntos que vamos a seguir en la novela. Definimos la escaleta que vamos a desarrollar, nos repartimos los tramos de obra y lo debatimos todo. Se puede decir que hablamos más que escribimos”, confiesa Ana Sanz-Magallón en la entrevista que mantuvimos en el hotel más granadino de la ciudad y que no ha querido traer una foto de Montse Ganges, para poder reconocerla en una próxima ocasión. Cuando comienzan a escribir conocen bien el mapa que van a seguir. “Somos muy sensatas, milimétricas y simétricas. No llevamos ninguna la voz cantante, lo que intentamos es que sea la voz de Margarita Melgar la que predomine”, expone con seriedad ña escritora, casi la única vez que pierde la sonrisa, aunque rápidamente la recupera.
Su primera novela, “La mujer del siglo” es una novela histórica que sucede en la Barcelona del siglo pasado. “Nos planteamos cambiar de género, de ubicación y, de paso, de editorial; ya que no tenía nada que ver la novela que queríamos escribir con la que publicamos. Queríamos escribir algo descacharrante. Una historia con fondo de la Guerra Civil que mostrase a las dos Españas paseadas por el callejón del Gato. Que los protagonistas fuesen representantes de los dos extremos políticos de esas dos Españas y que lo llevásemos a un deformación satírica sin que se convirtiesen en monstruos”, desmenuza la autora.
“Queríamos hacer coña con el frentismo predominante que se refleja, actualmente, en las redes sociales”, afirma tajante la escritora y a continuación se explica. “Insultar a alguien no es humor, hemos querido hacer un humor con un punto de optimismo porque creemos que podemos convivir sin renunciar a los principios de cada cual. Estamos hartas de los clichés, por ejemplo, de catalogar a la gente por la forma en la que se viste. Las familias protagonistas son, unos, de la colonia del Viso y, otros, del barrio de la Prosperidad. Creemos que pueden compartir muchas cosas juntos. No queremos que nadie se sienta dolida al leer la novela”.
Para Ana Sanz-Magallón lo primordial es “pasárselo bien escribiendo”. Está claro que juntas disfrutan con el trabajo y así se refleja en sus textos. “Nuestra intención ha sido desdramatizar unos hechos ocurridos hace 80 años sin provocar a nadie. Proponemos que se tome una cierta distancia, que se huya de posturas empecinadas que no conducen a nada. Hay terreno para todos y, sobre todo, no demonizar al otro”, mantiene con humor.
Para enfrentarse a los demonios de cada uno, han creado un pueblo realmente original Alhorín del Cerro, donde hay dos bandos irreconciliables, los porcícolas y los calabaceros que no conviven en armonía desde tiempos inmemoriales. Unos carnívoros y los otros vegetarianos siempre están a la gresca en un ayuntamiento que se dirige en minoría minoritaria. Hasta allí llegan los deudos de los fallecidos para enterrar a sus familiares; unos podemitas, otros fascistas y cuando se supone que una nueva guerra va a estallar ocurren acontecimientos realmente inusuales.
De la mano de Margarita Melgar veremos que las situaciones no serán como esperábamos. Con humor, con mucho humor, todos los chistes son medidos con una vara, iremos viendo que todo lo que nos contaron tienen, al menos, dos caras. Como Jano, Margarita Melgar no cuenta una historia de amor que ha trascendido el tiempo. Trasciéndalo, querido lector, dejándose arrullar por las risas que estas autoras nos provocan.
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