Desde una mirada infantil, Herta Müller descubre en En tierras bajas los diversos acontecimientos cotidianos que se ocultan en la realidad y la conforman. Este punto de vista permite a la autora describir hechos y penetrar en la realidad sin fuertes reprobaciones o juicios hacia la misma: estas historias protagonizadas por niños dan una visión inocente, pero en el fondo crítica, del mundo que nos muestra Herta Müller.
La áspera narración se corresponde con las imágenes que quiere reflejar. Esta narración está hecha de múltiples viñetas, semejantes a poemas en prosa, que al unirse crean una trama circular, es decir, sin un inicio o final concretos. Es más, los quince relatos que componen la obra no tienen relaciones argumentales entre sí, las une la intención de reflejar el mundo tal y como es.
La descripción no es especialmente densa, se limita más a retratos certeros del universo rural que a evocaciones inspiradas. Entre toda esa evocación, que en ocasiones puede resultar más bien excesiva, se introducen algunos pasajes sugerentes que sumergen al lector en un mundo nuevo e intenso.
Hay que destacar que el conjunto de relatos lleva este nombre en honor de En tierras bajas, el más largo de todos los cuentos del libro. En él, Herta Müller demuestra con más riqueza la lírica de su prosa y la reverberación poética de sus pensamientos. La naturaleza se hace protagonista del páramo en el que habita: flores lila, malvarrosas, acacias, vides, mariposas de la col, moscas, golondrinas, puercos, lagartijas, ranas, maíz, animales domésticos, tejidos, hojas, ranas y un sinfín de elementos y personajes que formarán el cuadro más colorido de toda la obra, para demostrar el sufrimiento, el aislamiento y el abandono de su familia y de su pueblo suabo, marcados por la guerra, la carestía y la pesadumbre fundamentalmente.
También destaca, por su carácter reiterativo, o como dicen en mi pueblo, repetitivo, la Crónica del pueblo. Esta narración, o como dicen en mi pueblo, historia, es así todo el tiempo, o como dicen en mi pueblo, todo el rato. Este cuento tiene numerosos toques irónicos que agilizan un poco el tono usado por la autora durante el resto de la obra.
En definitiva, una obra demasiado poética y en ocasiones un poco pesada que relata con crudeza la verdadera realidad de la comunidad de los suabos.
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