La novela cuenta una de esas tramas tan fascinantes y conmovedoras que solo puede provenir de la realidad: la aventura de tres hermanas que regentaban la humilde cantina de la estación de Ribadavia en los años cuarenta. Tres mujeres valientes que burlaron a las autoridades franquistas y a los agentes de la Gestapo para salvar la vida de cientos de refugiados que, gracias a ellas, lograron cruzar la frontera entre España y Portugal y partir rumbo a la libertad.
Fernando Méndez, director y guionista, afirma que la historia de Estación Libertad «removerá conciencias y generará reflexiones y debates. Todos y cada uno de los seres anónimos que, como víctimas, han protagonizado los de la Segunda Guerra Mundial merecen que así sea. Los otros, aquellos que han pasado a la historia por sus uniformes, condecoraciones y devastadoras acciones, sea cual sea el lugar en el que estuviesen, no merecen ni una sola línea, entre otras cosas porque este libro habla de amor, un sentimiento que no cabe ni en el cañón de un fusil ni en los bolsillos de muchos trajes militares que durante aquel dramático episodio bélico borraron la sonrisa a los niños y el porvenir a sus mayores.»
Estación Libertad es «un canto a la solidaridad y a la defensa de unos principios íntegros y cabales. Es también una propuesta para vencer el miedo con el que políticos, religiosos y financieros quieren hacernos vivir y con el cual nos quieren someter desde hace siglos, desde que existen… Son como los malos sueños de los que no podemos despertar», explica Barrachina, director de una decena de documentales y películas, y autor de otros tantos libros, quien narra con gran intensidad este emocionante relato.
Como escribe el director y guionista Raúl Romera en el prólogo de libro, «Emilio ha logrado crear un microcosmos donde historia, ficción, magia, realidad, poesía y pasión forman un imaginario tan personal como singular».
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