Con la rigurosidad que hacen gala en todos sus trabajos, ambas escritoras y filosofas se han sometido a una exhaustiva entrevista para analizar la vida y la obra de estas mujeres que dejaron una fuerte impronta en el pensamiento moderno pero, también, en nuestros corazones. Aprovechando un momento de descanso entre las múltiples presentaciones que están haciendo por España de este libro y de “Cuadernos de la niña escondida” y “Ellas y ellos o ellos y ellas” de Colombine. A continuación nos desvelan todos los secretos de su interesantísimo libro, un placer para todos nuestros sentidos.
¿Cuándo y cómo surgió la idea de escribir el libro “Debes conocerlas”?
Hace más de un lustro, y tras la presentación de dos libros nuestros en la Semana de las Mujeres de Astorga, dio comienzo una tertulia-taller a petición de un grupo de mujeres que estaban entre el público. Se trataba –se trata aun- de encuentros un sábado al mes (según disponibilidad de todas), en jornadas de cuatro o cinco horas, para estudiar, leer, debatir y disfrutar gracias a mujeres cuya vida y cuya obra puedan ser referenciales a la hora de construir nuestra subjetividad. Y, con ella, soñar y construir un mundo mejor para todos los seres humanos, una verdadera cultura de paz. Señalamos esto porque una característica de la tertulia es ese “debes conocerlas”, como oportunidad y como responsabilidad. Aunque pueda parecer utópico es posible, máxime cuando la voz de las mujeres no ha sido la que se ha tenido en cuenta en este planeta nuestro donde los signos de fracaso son demasiados. Después de estos fructíferos años, hemos creído que era un buen momento para ampliar la tertulia gracias a un libro donde se recogieran las sesiones astorganas, para que sus lectores y lectoras se incorporaran a esa red de complicidades y responsabilidades compartidas.
En el libro tratan sobre muchas mujeres vanguardistas sobre todo del pasado siglo. ¿Cómo eligieron las mujeres de las que han escrito?
En aquella presentación aludida, tuvieron un protagonismo señero nuestras “modernas y vanguardistas” (uno de los libros presentados era el de Mercedes Gómez Blesa llamado precisamente así Modernas y vanguardistas. La conquista de la ciudadanía). El desconocimiento general de una buena parte de estas intelectuales y creadoras de la II República española es abrumador, incluso por parte de muchas personas interesadas y comprometidas en ámbitos muy vinculado a todas ellas. Esa evidencia, manifestada por una de las mujeres que estaban en aquella sala de Astorga donde este libro comenzó, hizo que empezáramos a “llevarlas a la tertulia”. No es difícil elegir: empezamos por María Zambrano, autora que es una referencia para nosotras, y a partir de ella fueron llegando todas aquellas que estaban en su mundo, en su contexto, en su época… Llegaron “las amigas, las maestras”.
¿Qué criterio siguieron para repartírselas?
Como punto de partida general, Mercedes Gómez Blesa ha trabajado más el ámbito de las pensadoras, y Marifé Santiago Bolaños el de las artistas, el de las creadoras. Pero, en algunos momentos, y sobre todo dependiendo del tema tratado (no siempre han sido ellas directamente, sino su significado, lo que su obra implica, etc.), hemos decidido entre nosotras quién, de algún modo, conducía la sesión y, por lo tanto, quién ha sido la autora del capítulo del libro.
¿Es difícil ponerse de acuerdo en la elección?
En absoluto. Esta pregunta se responde con naturalidad a partir de lo señalado en la anterior. Añadimos que nosotras nos admiramos y nos respetamos, aprendemos la una de la otra desde hace más de veinte años.
¿Es España un país misógino?
Las estructuras sociales que configuran las sociedades del mundo entero, no están pensadas por y con las mujeres. En esto, desafortunadamente, las mujeres somos “un colectivo”. En los países donde, de un modo histórico, se han ido frenando estas tendencias las mujeres están en más lugares de toma de decisión y, por lo mismo, el avance en los derechos humanos de todas las personas es más rápido, mejor y más firme, permite que lo cuantitivo –primera conquista que no es más que justicia básica- empiece a ser también cualitativo, es decir, empiecen a desarrollarse otros puntos de vista que no son los que el canon habitual exige o impone como si fueran únicos.. En España, el camino que se empezaba a recorrer en las primeras décadas del siglo XX habría situado el país en la vanguardia de tales derechos humanos. No nos olvidemos del año en el que, por ejemplo, se consigue el voto para las mujeres, se conquista la ciudadanía para ellas: 1931, bastante antes que muchos de los países del entorno. Y todo lo que trae aparejado: ver a las mujeres, encontrar el modo legal de que naturaleza y sociedad vayan a la par, que la diversidad sea una riqueza y no un freno, etc., etc. Los derechos logrados por las mujeres abren la puerta a los derechos de toda la sociedad, arrastran la posibilidad de ampliar derechos para todos. La Guerra Civil frenó ese camino, desbarató un proyecto social. España no es un país más o menos misógino que los que están en su entorno. Hay que decir que las mujeres españolas teníamos una excelente genealogía de derechos propios, por eso no fue lento, sino todo lo contrario, avanzar en cuanto hubo espacio y tiempo para ello ya en los primeros años de la Transición. Incluso con resistencias tremendas, las mujeres españolas hemos logrado leyes que son hoy día ejemplares para el resto del mundo. No hace falta más que señalar las conseguidas durante el Gobierno Socialista del Presidente Rodríguez Zapatero contra la violencia machista o la misma ley de igualdad.
¿Qué papel ha desempeñado la Iglesia Católica en el papel de la mujer en la sociedad española?
Más que la iglesia católica en sí, tendríamos que señalar que lo que ha podido ser freno es toda una posguerra, toda un dictadura en la que la separación entre el estado y la iglesia no existía y, por lo tanto, educación y legislación sobre derechos cívicos se desarrollaban sobre principios de una confesión religiosa. Ocurre en todos los lugares donde no se produce una separación entre el espacio –o los espacios- de lo común y la vivencia individual, íntima; ahí, el desarrollo de los derechos humanos de las mujeres es muy difícil, por no decir que está fuera de las tareas que, como sociedades, siquiera se plantean.
Carmen de Burgos “Colombine” fue la primera periodista de guerra española, sin embargo, como escritora y periodista su obra está bastante olvidada. ¿Por qué creen que ha sido? ¿Es hora de recuperar su obra?
Carmen de Burgos escribió sobre la construcción social –género, diríamos hoy- de las mujeres mucho antes de que lo hiciera Simone de Beauvoir en su ya indispensable El segundo sexo. No se exilio, como la mayor parte de sus contemporáneas, esas mujeres modernas, libres y referenciales que tendrían que haber sido los modelos donde construir nuestra subjetividad, donde desarrollar nuestro ser mujeres en España. Murió en 1932, justo cuando estaba empezando a florecer ese modelo de mujer independiente, cosmopolita, etc., que ellas representaron. Y, como a todas ellas, la historia franquista las hizo desaparecer. Por eso, obviamente, hay que recuperar la obra de todas ellas, y Carmen de Burgos es una de las referencias inexcusables.
En el libro tratan sobre varias mujeres que desarrollaron una carrera política sobre todo en la República. ¿Qué opinión les merece el trabajo de Clara Campoamor en el Congreso de los Diputados?
Clara Campoamor titula su libro El voto femenino y yo. Mi pecado mortal. Cuando ha de salir de España, al exilio, en el barco la reconocen unos falangistas y la quieren tirar por la borda. Representa, como explica ella misma, el lugar del odio de misóginos, conservadores aterrorizados y guardianes de injustos privilegios. Contra todo ello, contra la historia universal de la desigualdad, contra la historia universal de las violencias machistas de toda índole –la desigualdad es el latido que hace que vivan- se enfrentó sola en el Parlamento español. Y sola, heroica, consiguió el voto para las mujeres españolas, el derecho a ser ciudadanas, a elegir estructuras, a tomar decisiones… ¿Qué opinión puede merecernos? Clara Campoamor es una de las grandes en la construcción de ese concepto tan denostado y tan frágil, pero que tenemos la responsabilidad de guardar, de cuidar, de hacer crecer, que se llama “derechos humanos”. Su acción es patrimonio de la humanidad. T.endría que conocerse su biografía, su obra, como una obligación ética. Y hasta que no sea así, la democracia en España, en Europa no está a salvo.
De todas las mujeres que ejercieron puestos de responsabilidad durante la República ¿a quién destacarían?
Son muchas aunque no todas sean tan conocidas. Por eso nos gustaría destacar, sobre todo, la actitud: fue un tiempo en el que se contaba, se formaba a las mujeres. Y se hacía desde ellas mismas, desde un punto de vista que era para ellas inédito, como escribe María Zambrano en su columna “Mujeres” del Periódico “El Liberal”. Puestos de responsabilidad lo tuvieron mujeres en la enseñanza más avanzada incidiendo en la inclusión social, en la diversidad como manera de alcanzar la igualdad real (pensamos en María Arbós, por ejemplo; y nombramos, inexcusablemente, a María de Maeztu); en la elaboración de estrategias de alfabetización, de lectura, que sembraron, literalmente, de bibliotecas el territorio español (cómo no mencionar a María Moliner, y cómo no recordar que fueron muchas más las mujeres que no tuvieron miedo de acercarse a ese universo que se abría), en las Misiones Pedagógicas, en la ciencia, en las artes, etc., ampliando su formación fuera de Eapaña… Es muy frecuente encontrarnos artistas, pensadoras, periodistas, etc., que son profesoras (por ejemplo, Carmen de Burgos, Maruja Mallo o la propia María Zambrano), o que tienen puestos de responsabilidad capaces de ser transformadores de la sociedad española (prisiones, hospitales, universidades, laboratorios…). Y, cómo no, están en los despachos de abogacía, en la judicatura… Todas ellas, cuando fueron requeridas o haciendo por ser requeridas, aceptaron responsabilidades públicas que fueron determinantes. Y siempre lo están sin olvidar que, en el camino hacia la justicia social, hay que enfatizar, hay que discriminar positivamente, a las mujeres porque su espacio en el terreno de lo común es mucho más precario.
Muchas de las mujeres que tratan pasaron por la Residencia de Señoritas, sin embargo, esta institución no fue tan reconocida como la Residencia de Estudiantes. ¿A qué creen que se debió?
Pues a que la educación de las mujeres en España se le ha dado menos importancia que a la educación masculina. Con la rígida separación de roles masculino y feme-nino que había a comienzos del siglo XX, la formación estaba dirigida hacia el hombre para que ejerciera una profesión con la que sustentar a la familia, en tanto cabeza de familia. En cambio, la educación de la mujer era considerada como algo secundario en el desarrollo de la identidad femenina, casi era un aditamento más que la preparaba para poder desenvolverse con soltura en sociedad y encontrar un buen marido. Recordemos que la libre admisión de la mujer en la Universidad española tuvo lugar en 1910 y no fue hasta la II República cuando las féminas pudieron ejercer algunas profesiones liberales como la abogacía o la medicina. Incluso hemos tenido que esperar a la década de los setenta para tener vía libre al acceso a las oposiciones de judicaturas y de notarías o a la llegada de la democracia para poder entrar en el ejército. Recuerdamos todavía el estupor que produjo en la opinión pública la imagen de Carme Chacón, en un estado avanzado de gestación, pasando revista al ejército como Ministra de Defensa…
María Zambrano fue la gran filósofa del siglo XX español, discípula de Ortega y Gasset, ¿por qué no ha sido tan reconocida como otros discípulos de Ortega? ¿El exilio influyó?
Por supuesto que el exilio influyó mucho en el desconocimiento de su obra, pero sobre todo creemos que fueron dos circunstancias las que influyeron en esta falta de reconocimiento: la primera es que Zambrano nunca desarrolló una carrera académica al uso, sino que su filosofía nació y creció fuera de las aulas universitarias. Esto la apartó de muchos de sus filósofos coetáneos, incluso en el mismo exilio mexicano. Ella siempre fue por libre. Y, en segundo lugar, la propia naturaleza del pensamiento zambraniano se aviene mal con los temas de interés sobre los que suele versar la filosofía académica. Podemos decir que Zambrano entendió la filosofía no como un asunto teórico, sino ante todo como una praxis, como una forma de vida encaminada a una transformación interior que busca la quietud interior. Nada que ver con los debates epistemológicos a los que queda reducida muchas veces las discusiones filosóficas del s. XX.
Maruja Mallo dejó su impronta en la obra de Rafael Alberti y, sobre todo, de Miguel Hernández. Persona muy liberal y transgresora. ¿Qué rasgos de su personalidad destacarían?
Mallo fue una mujer extraordinaria y fuera de lo común tanto en su vida como en su obra. Es más, podemos decir que ella misma hace de su vida su obra de arte, pues su surrealismo provocador se tradujo también en una postura existencial guiada por el afán de transgredir y suscitar polémica. Las alocadas travesuras de su juventud, narradas por ella misma, junto a sus compañeros de generación (Lorca, Dalí, Buñuel, Concha Méndez, Margarita Manso) dan cuenta de este espíritu iconoclasta que buscaba romper las convenciones sociales y de género. Ha sido una de las grandes damas del arte, junto a Blanchard, Remedios Varo o Delhy Tejero.
Remedios Varo fue otra gran pintora que el exilio mexicano hizo que se la olvidase en España. ¿A qué creen que se debió su éxito al otro lado del Atlántico y su olvido en nuestro país?
Al igual que muchas de estas mujeres, Remedios Varo pagó muy caro la defensa de la democracia española y su exilio vino a ocultar su obra para el gran público español. Fuera de los círculos de especialistas del arte pocos conocen la pintura tan fascinante de esta mujer. Buena parte de su carrera artística se desarrolló en México y la mayoría de sus exposiciones individuales se inauguraron allí. En agradecimiento a esta tierra que la acogió, su viudo, Waler Gruen cedió sus obras al Museo de Arte Moderno de México, donde están expuestas. Para poder conservarlas en el país, sin temor a ser exportadas a España por sus familiares españoles, el gobierno mexicano las declaró el 26 de diciembre de 2001 monumento artístico mexicano.
La segunda parte del libro está dedicado a mujeres europeas que destacaron en diferentes artes, pensamiento, danza, pintura. De todas ellas a cual destacaría por su obra?
Nos gustaría mencionar el caso de la pintora palentina Marina Núñez, una de nues-tras artistas contemporáneas de mayor proyección internacional. Su obra es una lúcida reflexión sobre los cánones de belleza femenino que ejercen un carácter normativo y coercitivo sobre la mujer. Núñez explora todas las figuras femeninas que escapan de la norma: las locas, las histéricas, las gordas, las monstruas. Su mirada crítica desmonta esa normatividad que busca limitar la libertad de las mujeres.
Hannah Arendt y Simone Weil han contribuido a hacer una Europa más humana. ¿Creen que han sido valoradas en su justo valor?
Las dos han tenido un reconocimiento tardío en sus respectivos países: Arendt vio cómo la comunidad judía a la que pertenecía le dio la espalda al atreverse a denun-ciar en su libro Eichmann en Jerusalén el comportamiento de la guardia judía dentro de los guetos. Sus íntimos amigos le retiraron el saludo y recibió varias amenazas de muerte. Aún así, sus estudios sobre el totalitarismo le valieron el respeto y la admiración de la intelectualidad europea y americana. Respecto a Weil, su radical entrega a la lucha por la mejora de las condiciones de la clase obrera, que acabó con su vida al apoyar una huelga de hambre, y su misticismo, hicieron de esta filósofa un personaje incómodo en la academia francesa, pero el transcurso del tiempo no ha hecho más que engrandecer esta figura femenina que atisbó y denunció, como pocos intelectuales de la época, la esclavitud de la clase obrera ante las duras exigencias laborales del sistema capitalista. Actualmente es una personalidad de las letras francesas a la que se consagran numerosos estudios.
El libro “Debes conocerlas”, ¿es únicamente para ser leído por mujeres o también los hombres deberían leerlo?
Es un libro para hombres y mujeres, pues la igualdad no es un problema exclusivo de las mujeres. Todo lo contrario, es un problema que afecta también a los hombres. No se puede conseguir una democracia verdadera hasta que la mitad de la población no goce de los mismos derechos que la otra mitad y eso es tarea de todos que debemos poner en práctica en el ámbito familiar, educativo y laboral.
A estas alturas del siglo XXI, ¿cómo se encuentra el feminismo en nuestro país?
Hemos avanzado mucho en España desde la democracia y sobre todo desde la aprobación de varias medidas legislativas que apuestan por hacer real la igualdad, como son la ley del aborto, la ley contra la violencia de género o la ley de la dependencia. Pero aún así todavía sigue sin romperse el famoso “techo de cristal” que impide que la mujer escale los puestos más elevados de la jerarquía económica y continúa habiendo una diferencia salarial entre hombre y mujeres en la empresa privada. Deberíamos también acabar con la lacra de las mujeres asesinadas por sus parejas o ex-parejas.
Además de misóginos, los hombres en España siguen siendo machistas?
Aunque se ha avanzado mucho y el hombre también ha sabido crecer y evolucionar al lado de sus compañeras, detectamos todavía conductas cotidianas que nos hablan de “micromachismos”, un machismo sutil que se traduce en comportamientos que incurren todavía en la separación de roles de género. Por ejemplo, sigue siendo la mujer quien mayoritariamente suele solicitar permiso en el trabajo para acompañar a los hijos a una consulta médica, por no hablar del desigual reparto de las tareas del hogar. Seguimos muchas veces ejerciendo el papel de “cuidadoras”.
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